1 de cada 5 niños escolarizados sufre bullying en España y sólo el 15% de las víctimas se atreven a contárselo a familiares o profesores. Éste es uno de los datos del I Estudio sobre el Acoso Escolar en España ‘Dilo todo contra el Bullying’ (2020). El estudio hace también hincapié en el papel de los observadores, destacando que 8 de cada 10 jóvenes han presenciado en alguna ocasión una situación de acoso escolar.

El acoso escolar o bullying es un problema que se da con frecuencia en las aulas de todo el mundo. En ocasiones es difícil de detectar, no solo porque tenga lugar lejos de la presencia física y visibilidad de los adultos, sino porque tiende a diversificarse y, en el caso del ciberbullying, aprovecha las nuevas tecnologías para amplificar los actos de humillación a la víctima preservando, además, el anonimato de los acosadores. Hasta el momento se han tipificado 6 tipos de bullying, dándose frecuentemente situaciones de varios tipos de acoso contra la misma víctima durante mucho tiempo: meses, todo un curso escolar e incluso varios años. 

Tipos de bullying:

  • Bullying físico: Golpes, empujones e incluso palizas de uno o varios agresores contra una víctima. En ocasiones, se produce también robo o daño intencionado de las pertenencias de las víctimas.
  • Bullying psicológico: Es el más difíciles de detectar por parte de profesores o padres porque son formas de acoso o exclusión que se llevan a cabo a espaldas de cualquier persona que pueda advertir la situación. En este caso existe una persecución, intimidación, tiranía, chantaje manipulación y amenaza al otro.
  • Bullying verbal: Son acciones no corporales con la finalidad de discriminar, difundir chismes o rumores, realizar acciones de exclusión o bromas insultantes y repetidas del tipo poner apodos, insultar, amenazar, burlarse, reírse de los otros, generar rumores de carácter racista o sexual, etc.
  • Bullying sexual: Se presenta un asedio, inducción o abuso sexual o referencias malintencionadas a partes íntimas del cuerpo de la víctima. Incluye el bullying homófobo, que es cuando el maltrato hace referencia a la orientación sexual de la víctima por motivos de homosexualidad real o imaginaria.
  • Bullying social: Pretende aislar al niño o joven del resto del grupo, ignorándolo, aislándolo y excluyéndolo del resto.
  • Cyber-bullying o bullying cibernético: Es un tipo de acoso muy grave y preocupante por la gran visibilidad y alcance que se logra de los actos de humillación contra la víctima y el anonimato en que pueden permanecer los acosadores. Los canales son muy variados: mensajes de texto en móviles, tablets y ordenadores, páginas web y blogs, juegos on line, correos electrónicos, chats, encuestas on line de mal gusto, redes sociales, suplantación de identidad para poner mensajes, etc.

La detección e identificación lo más temprana posible es fundamental para reconducir la situación y evitar que el acoso tenga consecuencias irreversibles o muy profundas en la víctima. La detección del bullying es a veces muy complicada, puesto que una de las características del acoso escolar es que suele tener lugar lejos de la presencia o visión de los adultos: patio, baños, comedor, entorno del centro, etc. Por este motivo, los padres y tutores deben estar siempre alerta, sobre todo en las edades más implicadas en el maltrato: desde alrededor de los 10 años en Primaria hasta aproximadamente los 13 años en Educación  Secundaria. En estas edades es cuando se  produce  el  maltrato con más frecuencia y se deben controlar los cambios que se produzcan en la conducta del  menor,  entre  ellas,  cualquier  cambio  en  su comportamiento,  humor,  llanto,  irritabilidad, pesadillas,  trastornos  del  sueño  o  apetito,  y  otras  afecciones  de  tipo  orgánico  como pueden ser dolores de cabeza, de estómago, vómitos, etc,

La forma ideal de combatir el bullying es evitar que este se llegue a producir. Aunque no es una tarea fácil, desde el aula y el centro escolar se pueden desarrollar una serie de medidas o actitudes que ayudan a resolver los inevitables conflictos entre alumnos sin que se lleguen a producir episodios de violencia:

  1. Desarrollo de un plan de convivencia en el centro donde los alumnos puedan opinar libremente, mostrar su conformidad o desacuerdo con el funcionamiento del centro, exponer los problemas y denunciar sospechas de violencia escolar o acoso.
  2. Existencia de las condiciones adecuadas de seguridad y vigilancia en el colegio o instituto.
  3. El profesorado debe intentar contribuir a que todas las actividades del centro se desarrollen en un clima de tolerancia, respeto y participación.
  4. Mantener una comunicación constante y fluida con todos los alumnos y sus padres.
  5. Trabajar intensamente con aquellos alumnos que por su contexto social, personal y familiar se encuentran en una situación de mayor riesgo de sufrir o provocar situaciones de violencia o acoso.
  6. Desarrollar actividades para fomentar la empatía y la inteligencia emocional entre los alumnos.

Raquel Herrero Lladró, Psicóloga Clínica en Red Cenit

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