Consejos prácticos para lograr una correcta rutina alimentaria.
La pasada semana aprendimos como una alteración en la alimentación puede afectar al correcto desarrollo del habla puesto que, son múltiples las implicaciones que el acto de la masticación tiene en el desarrollo del habla de nuestrospequeños. Las llamadas disfunciones orofaciales (descritas en el artículo anterior).
Veamos como podemos prevenir o al menos enfocar el acto alimentario de los pequeños, una rutina tan importante y básica en la vida que debemos repetir hasta en 5 ocasiones diarias, averigüemos cómo enfocarlo para llevar la paz a las cucharas de nuestros pequeños.
En un primer momento evolutivo, Clark (1994) enfatiza la lactancia materna como un factor de protección frente a las maloclusiones (indebida alineación dental-interdental) dado que el ejercicio que supone para el bebé este tipo de succión natural resulta anatómicamente más beneficioso que el uso de tetinas, contribuyendo también a la prevención de las caries dentales. Por tanto, NO debe permitirse el uso de chupete o tetinas ni la succión digital más allá de los 3 años de edad. Hasta esta edad, los efectos que puedan haberse producido son mínimos y se corrigen naturalmente.
Enseñar al niño o niña a respirar bien, y asegurarse de que no sufre obstrucciones nasales recurrentes. Consultar al especialista en otorrinolaringología ante la posibilidad de que existan adenoides o amígdalas hipertróficas, ya que la sustracción temprana es realmente beneficiosa y repercute positivamente en el estado general del niño o niña (mejora de la calidad del sueño, alimentación, calidad de la voz e incluso mejora de la conducta).
Ofrecer al niño la alimentación adecuada a su edad, con oportunidades para ejercitar la musculatura masticatoria.
En la actualidad tenemos en contra los horarios y la calidad del tiempo que podemos dedicar al momento de la comida, lo que nos lleva a optar por dar a nuestros hijos una dieta en su mayoría blanda, fácil y rápidamente ingerible.
Para lograr una rutina alimentaria cómoda y apacible en un futuro, debemos seguir una serie de recomendaciones y, a pesar de las dificultades iniciales, no debemos desfallecer, debemos ser conscientes de que el camino se asienta poco a poco y al final encontraremos una recompensa para nuestros hijos. Nuestros consejos son:
Sé paciente. Has de ser tú quien domine la situación. Darle el dominio a la voluntad caprichosa y voluble de tu hijo o hija es un error que quizá te libre de un quebradero puntual de cabeza, pero será tu principal enemigo en el futuro. Orienta su capacidad de elección hacia otros ámbitos y momentos como puede ser poder elegir un juego o actividad, durante el tiempo dedicado al juego.
La hora de la comida es exactamente eso. No es la hora de jugar con la Tablet o de ver la televisión. De hecho cuantos menos estímulos interfieran mejor que mejor. Es un momento que si se comparte en familia sabe mucho mejor. Con nuestro ejemplo alimentamos sus ganas de probar y demostramos coherencia con aquello que le estamos demandando.
Y la hora de la comida no es eterna, puedes pautarla con un temporizador en caso de que se extienda demasiado para servir así de orientación a nuestro pequeño remoloneador alimenticio.
Involúcralo en la elaboración de la comida siempre y cuando sea posible. Poder explorar los ingredientes durante el proceso de elaboración y comprender la labor que implica aquello que se nos presenta en nuestro plato, haciéndolo también suyo es una buena manera de motivar a nuestros niños y niñas.
Anticipa visualmente aspectos como el menú de las comidas, pudiéndoles mostrar con imágenes en una tira secuenciada los platos que van a comer.
Intenta no establecer un condicionamiento clásico negativo: esto es, al presentar la comida junto con nuestra reprimenda-ansiedad-estrés-enfado-alteración, el niño acaba relacionando este estado emocional con el hecho de comer, por lo que le termina resultando aversivo (conducta de rechazo).
Paciencia, paciencia y paciencia. Es una carrera de fondo en la que los primeros escalones son más complicados de subir que los que van después.
Con nuestra cara, con nuestro cuello, con los pulmones y nuestro cuerpo nos comunicamos. Es nuestro instrumento y no debemos subestimar que con lo que comemos y respiramos también podemos llegar a cantar. Es nuestro deber estimular todas las posibilidades de nuestros niños y niñas poniendo la mejor de las ilusiones, contemplando todas las alternativas y estrategias compensatorias, consultando y en colaboración constante con los especialistas para permitir el fin último de la comunicación en todos los ámbitos donde se desenvuelven nuestros triunfadores.
“De pan se alimenta el cuerpo. De respeto el alma”. (Anónimo)
Mónica Orozco Martínez, logopeda y terapeuta en Red Cenit.