Lucas tiene 11 años, puede memorizar datos con facilidad, resuelve problemas matemáticos con un pensamiento que asombra a sus profesores… pero interrumpe constantemente, no logra terminar tareas y parece vivir en su mundo. ¿Es un niño superdotado? ¿Tiene TDAH? ¿O quizá ambas cosas?
Este tipo de perfil es más común de lo que parece, y a menudo pasa desapercibido. Se trata de la doble excepcionalidad: cuando la alta capacidad intelectual convive con una condición neurodivergente, como puede ser el TDAH o el TEA.
¿Qué es la doble excepcionalidad?
La doble excepcionalidad se refiere a personas que presentan dos condiciones al mismo tiempo:
- Una alta capacidad cognitiva (superdotación, talentos específicos, altas habilidades, pensamientos creativos…)
- Un trastorno del neurodesarrollo o condición neurodivergente, como el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad) o el TEA (Trastorno del Espectro Autista)
Estas personas poseen un gran potencial, pero también enfrentan dificultades importantes que, si no se entienden correctamente, pueden llevar al fracaso escolar, la frustración o problemas emocionales graves.
Altas capacidades y TDAH: el talento en movimiento
El TDAH se puede manifestar en forma de inatención, impulsividad y/o hiperactividad, pero cuando coexiste con altas capacidades, el perfil cambia nos encontramos con alguien desafiante tanto para padres como para educadores. Algunos ejemplos típicos:
- Niño brillante que se aburre en clase, pero no puede concentrarse lo suficiente para destacar
- Adolescente creativo, pero desorganizado y olvidadizo
- Adulto con ideas innovadoras, pero con dificultad para sostener proyectos a largo plazo
Lo que suele pasar es que la alta inteligencia no “compensa” el TDAH. De hecho, muchas veces lo camufla. Y al revés: el TDAH puede esconder las capacidades, llevando a etiquetas como “vago”, “despistado”, “no se esfuerza”.
Altas capacidades y TEA: Inteligencia que piensa y siente diferente
Por otro lado, en el caso del TEA, la combinación con altas capacidades puede crear un perfil muy particular:
- Intereses intensos y específicos, donde destacan de forma sobresaliente
- Lenguaje avanzado para su edad, pero dificultades para captar el lenguaje no verbal
- Pensamiento lógico brillante, pero rigidez ante los cambios o lo imprevisible
- Hiper- o hiposensibilidad sensorial, que afecta la interacción con el entorno
Estos niños o adultos a menudo son percibidos como “excéntricos”, “muy inteligentes pero raros”, o “distantes”. Su rendimiento puede ser irregular, y su mundo emocional, profundamente sensible.
Las dificultades del diagnóstico: una línea fina que confunde
Detectar la doble excepcionalidad no es fácil. Los síntomas pueden confundirse, enmascararse o interpretarse de forma aislada. Algunos de los errores más comunes:
- Diagnosticar solo la alta capacidad, sin ver las dificultades emocionales o conductuales
- Detectar el TDAH o el TEA, pero asumir que el bajo rendimiento escolar descarta la superdotación
- Atribuir comportamientos al “carácter” o la “inmadurez”, sin profundizar
Además, muchos sistemas educativos no están preparados para ver más allá del rendimiento académico. Si la persona no «encaja» en el molde, suele quedarse sin el apoyo que necesita.
El no detectar esta doble excepcionalidad puede generar
- Frustración constante: al no poder expresar todo su potencial
- Problemas de autoestima: sentirse “demasiado” o “no suficiente”
- Ansiedad o depresión: por años de incomprensión o fracaso escolar
- Desconexión emocional o aislamiento social: especialmente en la adolescencia
Pero con un diagnóstico adecuado y un entorno que entienda su singularidad, pueden florecer de forma extraordinaria.
¿Qué necesitan las personas con doble excepcionalidad?
- Evaluación integral y específica, hecha por profesionales que comprendan tanto las altas capacidades como los trastornos del neurodesarrollo y neurodivergencia.
- Educación flexible, que les permita avanzar a su ritmo y forma.
- Apoyo emocional y psicoeducativo, para trabajar autoestima, frustración y habilidades sociales.
- Comprensión por parte de padres y docentes, que puedan ver más allá del comportamiento externo.
La doble excepcionalidad nos invita a dejar de ver a las personas como “listas” o “problemáticas”, “superdotadas” o “diagnosticadas”, sino como una forma distinta de ser y funcionar, con luces y sombras, como todos. Nos obliga a aceptar que la inteligencia viene en muchas formas y que el talento también puede doler si no se detecta ni se acompaña.
Entender esta realidad no es solo un acto de empatía, sino una herramienta poderosa para construir entornos educativos y sociales más justos, diversos e inclusivos.
“Todo el mundo es un genio. Pero si juzgas a un pez por su habilidad para trepar un árbol, vivirá toda su vida creyendo que es un inútil.” (Albert Einstein)
Marian Sirera Conca, Pedagoga en RED CENIT Valencia
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