Según datos proporcionados por la Confederación de Autismo en España*, un 46,3 % de los niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA) sufren acoso escolar. Esta alarmante cifra, que en niños sin esta discapacidad es del 10,6 %, pone de manifiesto que nos encontramos ante un grupo de riesgo y, a su vez, justifica una intervención específica para erradicar dicha problemática.

En primer lugar, ¿qué debemos entender por acoso escolar?
Cualquier agresión, ya sea física, social, verbal o incluso sexual, llevada a cabo por un agresor o varios de manera continuada y efectuada sobre un compañero de clase. Estos ataques, creadores de un clima de miedo y desigualdad, suponen para la víctima —pero también para los acosadores y los testigos— numerosas consecuencias emocionales negativas y duraderas. Asimismo, el profesorado, el alumnado y las familias son un factor clave para identificar este tipo de situaciones, prevenirlas y ayudar así a su cese.

En este sentido, las claves básicas para la intervención del acoso escolar en niños con autismo girarían en torno a la definición previamente señalada:

  1. Es necesaria una actitud atenta que sea capaz de prevenir las agresiones con rapidez. Lo que inicialmente puede ser una falta de respeto puntual, si no es detectada y amonestada, corre el riesgo de convertirse en una práctica continuada y, por ende, más difícil de solventar.
  2. Se deben potenciar los vínculos afectivos y la integración. Los niños y niñas con TEA, al ser percibidos en muchas ocasiones como diferentes en el clima social y académico del aula, son elegidos en mayor grado como el objeto de maltrato por parte del resto de estudiantes. La ausencia de apoyo de un círculo fuerte de amistades genera una situación de vulnerabilidad que tiene como consecuencia que las agresiones verbales directas o indirectas y la exclusión social, es decir, ser deliberadamente ignorados o insultados, sean los ataques más comunes.
  3. Hemos de atender a diversos factores. En opinión de los expertos, no son las características propias del TEA las que determinan el acoso, puesto que participan otros factores, como puede ser el contexto del centro escolar, aspecto que la intervención debe de tener en cuenta. Además, esta debe actuar en torno al papel del agresor, al de víctima y al de espectador pasivo.

Por otro lado —y más concretamente—, para prevenir y trabajar en la superación del acoso escolar en niños con autismo serían imprescindibles un conjunto de estrategias que favorezcan su paulatina erradicación, tales como:

  • Aumentar la vigilancia y protección.
    • Profesor referente al que acudir para estas situaciones y con quien mantenga un contacto frecuente, para así potenciar la comunicación y resolver las dificultades que puedan surgir.
    • Convertir el patio en un espacio seguro y donde el juego sea lúdico y social para todo el alumnado, evitando los aislamientos.
    • Reforzar la actuación positiva del docente (observar, no minimizar, potenciar el respeto entre compañeros, etc.).
  • Enseñar estrategias de afrontamiento.
    • La asertividad:
      • Aumentar la tolerancia a la frustración.
      • Educar para la resilencia.
      • Identificar y cambiar los pensamientos negativos.
      • Enseñarles a no dejarse llevar por las emociones negativas y a buscar posibles soluciones para resolver situaciones conflictivas, en lugar de llevarlas al plano personal.
    • Aprender a utilizar frases: “no, no me gusta lo que haces”, “no me gusta esto” y “para, por favor”.
    • Es importante no dar a entender que está siendo victimizado, que su reacción ante la situación influye, que una reacción diferente sería una solución (por ejemplo: si no hicieras___ dejarían de___).
  • Medidas de control de estrés.
    • Darle información y una explicación clara de lo que ocurre. Esta explicación le capacita para interpretar la situación y expresar cómo se siente de manera más adecuada.
    • Técnica respiración profunda.
  • Ayudar en proceso de reparación de daño.
    • Siempre según la fórmula decidida por la persona que sufre el acoso. Podría ser: una solicitud de disculpas en privado, petición de perdón ante el grupo…, se deben evaluar a fondo según sus necesidades.
  • Ofrecer experiencias positivas de relación con los compañeros.
    • Ampliar su campo de relaciones sociales. La aceptación y la amistad pueden fomentar el desarrollo personal, el bienestar emocional y capacitarle, a su vez, para contribuir en la comunidad de la que forma parte. Recalcar que él también puede ofrecer su ayuda, encontrar en qué acciones puede apoyar a los demás, además de ser ayudado él.
  • Intensificar la colaboración familia-escuela.
    • Intensificar comunicación fluida entre padres-hijos-escuela.
    • Utilización de una agenda diaria, que puede ser por escrito o mediante dibujos.

En conclusión, siendo el TEA la discapacidad con mayor riesgo de acoso escolar, es evidente que debe realizarse un trabajo de prevención e intervención que se centre en numerosos elementos, más allá de las personas implicadas en una situación de agresión. Desde Red Cenit apostamos por la sensibilización de los alumnos con este trastorno, la afrontación del conflicto de forma participativa y constructiva, y, en definitiva, por la ayuda en el proceso de sanación por el dolor experimentado.

*Confederación Autismo España. Guía actuación para profesorado y familias. Acoso escolar y trastorno del espectro autista. 2017. ISBN 978-84-697-7895-1

Gemma Pérez Gisbert, es Terapeuta Ocupacional en Red Cenit Valencia