En la actualidad existe una tendencia en los padres en prestar mucha atención y reforzar todas aquellas áreas en las que sus hijos/as presentan cierta dificultad con el objetivo de que logren salir adelante en la vida. Pero, ¿Qué pasaría si en lugar de observar y hablar siempre de las dificultades o debilidades nos enfocáramos en potenciar todas aquellas virtudes y fortalezas de los niños?

Estas son algunas de las preguntas a las que daremos respuesta en este artículo, basándonos en las conclusiones de expertos en Psicología Positiva, la cual ya se ha tratado en otros artículos de este blog.

En lugar de potenciar todas aquellas cosas positivas que a nuestros chicos/as les gusta hacer, se les da bien o cosas en las que puedan destacar, prestamos más atención a lo contrario. Por ejemplo, si a nuestra hija se le dan mal las matemáticas, y el inglés se le da muy bien, ¿Qué solemos hacer? la metemos a clases de refuerzo de matemáticas para que mejore ya que consideramos que el inglés no lo tiene porqué reforzar. Y esto es justo el cambio del que se pretende hablar. Un cambio de enfoque, el cual se puede hacer tanto con los más pequeños como con los más mayores.

Inicialmente necesitaremos detectar las fortalezas de los niños. Esta tarea en general no es fácil, ya que en la sociedad y en el sistema educativo hay tendencia a prestar atención en las debilidades o lo que se les dificulta.

Otra de las barreras para iniciar con este cambio consiste en el miedo que tienen los padres a equivocarse, ya que es difícil tomar este tipo de decisiones y en muchas ocasiones, aunque sepamos las ventajas de realizar este tipo de acción, la mente les hace una mala pasada cuestionándolos si esa es la decisión correcta o acertada. Para ello debemos ser conscientes de que irá un poco en contra de lo que hace el resto.

¿Pero cómo podemos diferenciar las fortalezas de los niños en vez de que éstos sean solo parte de sus intereses más pasajeros?

Ya que en los más pequeños no existen pruebas concretas como en los adultos para conocer sus fortalezas debemos identificarlas mediante la observación, sobre todo cuando estamos hablando de menores de 12 años. Mientras que en adolescentes sí que existen algunas pruebas para su identificación.

Una de las formas para diferenciar los intereses de las fortalezas de los niños es que las segundas están muy ligadas al carácter del niño/a y a su forma de ser, que tienen un cierto toque estable y que le acompañan desde que nació. Que le ayudan a sentirse mejor y le dan una sensación de bienestar. Por otro lado, los intereses son más una diversión que suele ir y venir, es una elección que el niño hace de una manera diferente a lo largo del tiempo.

Y ¿Cómo podemos identificar las fortalezas de nuestros hijos? Si tu hijo/a ya puede hablar, una de las formas es observar cómo se comunica a través del lenguaje, es decir, teniendo una conversación.

  • Veremos que probablemente cuando esté hablando acerca de algo que le es difícil, la energía será más baja. Mientras que en el ámbito físico puede agachar un poco los hombros, curvar la espalda, hablar con un tono de voz más neutro y más baja, etc.
  • Mientras que cuando se trata de una fortaleza podemos observar que el niño/a habla desde el entusiasmo y con mayor velocidad, le brillan los ojos, está más alegre y se muestra más motivado, su espalda está más erguida, entre otros.
  • Otra forma de observarlas es mediante los juegos que realizan y a los que le dedican mayor tiempo que a otras cosas. Probablemente ahí estará poniendo en marcha distintas fortalezas, mientras que en aquello en lo que se distrae más, deja más rápido de jugar y se aburre antes, no tendrá tanto que ver con las fortalezas que en ese momento está expresando.
  • Otra forma de observar estas fortalezas de los niños es en su día a día, durante sus actividades cotidianas. Solo hay que estar un poco más alerta, por ejemplo, a la hora del baño, la hora de recoger los juguetes, así como durante su juego libre son oportunidades muy buenas para identificarlas ya que están creando, imaginando y haciendo lo que quiere y en donde darán pistas de qué es lo que les gusta y lo que se les da bien, aquello con lo que disfrutan. Es por esto que debemos aprovechar estas situaciones para identificar qué habilidades hay detrás de esas conductas. Un ejemplo de ello sería el caso de un pequeño/a que realiza un puzle con facilidad y en donde observamos que se muestra motivado y entusiasmado en su realización; en este ejemplo podríamos hablar de distintas áreas que estarían fortalecidas, entre ellas la capacidad visoespacial.

¿Por qué es bueno identificar las fortalezas de los niños y potenciarlas?

El reconocer y potenciar estas fortalezas formará a niños/as con mayor autoestima y autoconcepto a lo largo de su vida; les ayudará a incrementar su rendimiento en algunas tareas, y también a experimentar mayores emociones positivas. Por lo tanto, si nuestros hijos/as ven valiosa esa conducta o esa característica que le define y como padres les permitimos expresarla y reforzarla, conllevará a que éste adquiera mayor seguridad y confianza personal.

Por el contrario, cuando no se les permite o refuerza las fortalezas y solo se hace hincapié en trabajar las dificultades se puede observar que al llegar a la edad adulta éstos pueden sentirse insatisfechos, sintiendo un vacío y en algunos casos presentar ansiedad. Esto ocurre en adultos que tuvieron unos padres con un estilo de educación en lo que ellos creyeron que era lo correcto, pero no escuchaban a las necesidades o la esencia del hijo/a. Adquiriendo en sus hijos un estilo de fortalezas que los alejan un poco de todo aquello que realmente los conectaba con su propio bienestar pudiéndose observar al alcanzar la edad adulta una incoherencia entre lo que creen que es bueno, lo que sienten y lo que hacen.

Pero, ¿Cómo podemos potenciar dichas fortalezas de los niños?

Existen tres claves para potenciarlas:

1.  El primer paso es dejar a un lado nuestras expectativas, aunque puede no resultar fácil como padres dejar a un lado estas expectativas para dejarle ser y que la esencia del niño se manifieste, y con ello demuestre poco a poco sus fortalezas. Recordemos que los niños están en pleno desarrollo y por lo tanto tampoco se puede decir que hay una edad óptima para demostrar dichas fortalezas. Algunas se verán más evidentes porque estarán más presentes y otras se irán mostrando con el tiempo, por lo tanto, deberemos estar muy alerta en cuanto a nuestras expectativas, ya que será la clave para que nuestro hijo/a demuestre su potencial en toda su esencia.

2. Una vez que detectemos algunas de las fortalezas deberemos tratar de potenciarlas. Les daremos la oportunidad para que las practique con mayor frecuencia en diferentes contextos. Un ejemplo de esto sería, imaginemos que el niño/a utiliza con facilidad la fortaleza de la perseverancia a la hora de subirse a un columpio, intentaremos que ésta la utilice también a la hora de hacer un puzle o alguna otra actividad, y así, la potenciaremos.

3. Tener en cuenta que como padres somos su ejemplo, por lo tanto, una excelente oportunidad para potenciarlas puede ser, si compartimos una misma fortaleza con tu hija/o, realizar una actividad juntos en la cual esta fortaleza esté presente. ¡Además de disfrutar de un tiempo en familia, será un tiempo para potenciarla en ambos!

Denisse Huerta, es psicóloga en Red Cenit


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