El buen desarrollo y funcionamiento de las funciones ejecutivas es esencial para el éxito escolar, personal y profesional.

Hay una nueva tendencia en la literatura científica en la que se empieza a hablar de las funciones ejecutivas como las life skills, es decir como las habilidades para la vida, ya que su correcto uso y desarrollo van a facilitar que la persona se adapte con la mayores probabilidades de éxito a todos los contextos de su entorno. De hecho, se está empezando a gestar la idea de la concepción de las funciones ejecutivas como un nuevo cociente de inteligencia.

Para que nuestros niños tengan éxito en la escuela, necesitan:

  • Planificar adecuadamente su trabajo y estudio
  • Anticipar y generar expectativas
  • Focalizar su atención inhibiendo las distracciones
  • Elaborar información constantemente gracias al adecuado uso y funcionamiento de la memoria de trabajo
  • Mostrarse competentes a la hora de inhibir conductas de tipo impulsivo a la vez que deben saber gestionar de forma adecuada las interacciones con otros compañeros
  • Tener la habilidad de cambiar de estrategia y de pensar de forma distinta y creativa cuando su respuesta no es válida
  • Ser capaces de auto-observarse y auto-corregirse cuando sea preciso
  • Aprender a tolerar la frustración cuando fracasen y además ser capaces de auto-motivarse

Por tanto, no parece absurdo pensar que tal vez desde los Centros Educativos  se podrían comenzar a orientar los objetivos pedagógicos hacia el desarrollo de estas capacidades y habilidades para la vida ya que, todas las competencias anteriores no solo favorecen el éxito académico sino también el éxito socioemocional, personal y profesional.

Si nos paramos a pensar un poco, esto tiene sentido ya que, como frecuentemente oímos o leemos en la prensa, los niños que hoy llenan las aulas se dedicarán a profesiones que todavía no existen. ¿Los estamos preparando pues de la forma adecuada?

Debido a la velocidad con la que se están produciendo los cambios tecnológicos y sociales, resulta complicado imaginar cómo será el entorno laboral de las nuevas generaciones.

No parece pues descabellado cuestionar si tal vez  se les están ofreciendo los aprendizajes oportunos que favorezcan sus  necesidades futuras en las que tendrán que enfrentarse a situaciones completamente novedosas.

El enfoque basado en las habilidades para la vida, se centra en desarrollar las  destrezas que permitan a los niños adquirir las aptitudes necesaria para el desarrollo humano y para enfrentarse de forma efectiva a los retos de la vida diaria. Estas habilidades son las referidas a:

  1. Habilidades sociales e interpersonales, donde se incluyen entre otras la comunicación, las habilidades de rechazo, control de la agresividad y desarrollo de la empatía.
  2. Habilidades cognitivas, que contendrían el correcto desarrollo de la toma de decisiones, del pensamiento crítico o la autoevaluación.
  3. Habilidades para manejar las emociones, donde se incluyen el correcto manejo del estrés y el desarrollo del locus de control interno.

En este sentido, se trataría de desarrollar, estimular o fortalecer diez destrezas:

  1. Autoconocimiento.
  2. Empatía.
  3. Comunicación asertiva.
  4. Relaciones interpersonales.
  5. Toma de decisiones.
  6. Solución de problemas y conflictos.
  7. Pensamiento creativo.
  8. Pensamiento crítico.
  9. Manejo de emociones y sentimientos.
  10. Manejo de las tensiones y del estrés.

Nuestro cerebro está diseñado para aprender, entonces: ¿es mejor aprender sólo a memorizar  y a repetir contenidos, o favorecer el desarrollo  funciones cognitivas más complejas, las life skills o habilidades para la vida, que  faciliten una mejor adaptación  y desarrollo personal en todos los contextos?

La Comisión Internacional sobre la Educación del siglo XXI llevó a cabo un estudio, resultado del cual se publicó el Informe Delors: “La educación encierra un tesoro”. En dicho informe se exponen las claves sobre las que construir la educación de los niños de modo que les permitan afrontar de la forma más efectiva el futuro incierto que se les presenta. Dichas claves se podrían resumir en los cuatro pilares en los que debería basarse la educación de hoy en día:

  1. Aprender a conocer.
  2. Aprender a hacer.
  3. Aprender a vivir juntos.
  4. Aprender a ser.

Paqui Moreno. Psicóloga y Coordinadora de Funciones Cerebrales Superiores en Red Cenit Valencia


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