Cómo ya he contado más veces, trabajo en un Centro Educativo de Educación Secundaria. En los centros de secundaria hay un aula a la que se le denomina aula de convivencia. En teoría es el aula donde el alumnado aprende a convivir, donde se le enseña a mediar, dialogar y llegar a entender, tolerar y respetar normas para coexistir.
¿Qué pasa cuando somos los adultos los que no sabemos hacerlo?
En estos días no hace falta más que encender el televisor para ver hasta qué límites se ha llegado por parte de las personas adultas, (incluso con cargos políticos), al no saber mediar ni dialogar para poder llegar a convivir en paz y en armonía. Por lo tanto, va a ser complicado dar ejemplo a este respecto a los más jóvenes. De ahí que no me llegue a sorprender tanto lo que ocurrió el otro día en una reunión entre adultos, y lo que más rabia e impotencia me produjo: docentes.
Desde que se instauró en nuestro país la Educación Secundaria Obligatoria con la llegada de la LOGSE en los años 90, hay chavales que desde los 12 hasta los 16 años tienen que estar obligatoriamente en un centro educativo sin tener un camino alternativo adecuado a sus características o a sus necesidades, es decir, para todo aquel alumnado que no quiere seguir estudiando y prefiere formarse para salir al mundo laboral.
Con esto quiero decir, que en el instituto, hoy por hoy, hay mucho alumnado que presenta problemas de conducta y con ello, hay muchos problemas de convivencia. Esto no tiene porqué venir ligado a un diagnóstico ni a problemas familiares y/o sociales, si no más bien a una situación que les crea impotencia, inseguridad y que, junto con sus edades, hace que la mezcla sea explosiva.
Pero la solución que estoy escuchando últimamente al respecto es castigo, partes y expulsiones. No es que sea algo nuevo, es que estando en la época en la que estamos, me cuesta creer que todavía se piense en que esa es la solución, y lo peor de todo, que se hable de convivencia o de estos términos, utilizando después acciones totalmente represoras. Pero visto lo visto respecto a lo que estamos viviendo hoy en día en España, reitero que me viene al dedo dar este ejemplo para cerciorar lo que en muchas ocasiones comento, que muy a mi pesar, el sistema educativo no es más que el reflejo de la sociedad.
Así pues, y como de costumbre, invito a la reflexión a partir del artículo que hoy os presento. Ya que estamos en un país democrático, cada uno puede dar su opinión; y las respeto siempre todas; e intento dar mi punto de vista para crear debate.
Llegados a este punto, comentar que al igual que creo que los gobernantes de un país en democracia son los que deben poner cordura en situaciones extremas, pienso que en las instituciones públicas educativas, son los docentes los que lo deben de hacer, y no lo veo ni en un lado ni en el otro. Como muchas veces me ocurre con este país, el mío… Triste y decepcionada.
Carmina Forment Dasca, colaboradora y asesora en centros Red Cenit de Valencia y Castellón.