Como profesional que convive a diario con niños/as con Trastornos del Espectro Autista (TEA), me he visto en la obligación de crear un post dedicado a la ecolalia, con la intención de ofrecer una visión completa de esta perturbación del habla tan característica de los niños con TEA.

 

La ecolalia en los TEA, es definida  como la repetición, por parte del sujeto, de palabras o frases que ha escuchado con anterioridad; ya sea inmediatamente antes, (ecolalia inmediata), o transcurrido un tiempo, que puede ir desde segundos o minutos después, hasta años, (ecolalia retardada o diferida). Puede ser algo que le hayan dicho o algo que ha escuchado en la televisión, la radio, el metro,  en una canción, etc. Estas repeticiones, pueden ser más o menos exactas, es decir, el sujeto puede repetir todo el modelo, (en muchos casos, se imitan hasta los patrones de entonación), o solo parte de este, (normalmente el final). Pero también existe la posibilidad de que el niño/a produzca variaciones en un eco introduciendo modificaciones, (ecolalia mitigada o expandida), lo cual indica la existencia de ciertas competencias para desarrollar un sistema lingüístico más creativo y productivo.

Según los expertos, la ecolalia se presenta asociada a bajos niveles de comprensión  y  a la carencia de estrategias suficientes para responder de forma eficaz ante las demandas verbales. Es por esto, que cuanto mayor sea el nivel de competencia lingüística y mayor sea la capacidad del individuo para generar lenguaje creativo, flexible y espontáneo, menor propensión tendrá el individuo a presentar ecolalia.

La ecolalia se presenta como la forma más común de habla alterada en niños verbales con Trastornos de Espectro Autista (TEA). Aunque no es exclusivo de este Trastorno; también aparece en patologías que afectan al lenguaje y a la comunicación y en el Síndrome de Tourette entre otros; e incluso se da en el desarrollo normalizado, en periodos muy tempranos de desarrollo del lenguaje, (la llamada ecolalia evolutiva), como estrategia de adquisición del lenguaje, en la que los ecos son consecuencia de un ajuste del niño/o  al conjunto de reglas que están aprendiendo a manejar, dejando fuera aquellas emisiones que exceden sus competencias. Es decir, el niño repite lo que aún no entiende «pero está a punto de entender». No obstante, es en torno a los 30 meses, cuando el niño neurotípico ya ha adquirido las suficientes habilidades para  procesar la información de un modo más analítico, es decir, ya es capaz, por un lado, de diferenciar los segmentos del habla, (sustantivos, verbos, descriptivos, etc.) otorgándoles un significado, y por otro lado, de integrar las estructuras sintácticas y morfológicas subyacentes, lo que posibilita la generación de un lenguaje espontáneo y flexible, superando así esta fase de aprendizaje gestáltico del lenguaje.

Sin embargo, en el caso de los niños con trastornos como el autismo, este lenguaje en eco se presenta con mayor frecuencia y persiste por más tiempo. Alrededor del 80% de todas las personas verbales con autismo desarrollan esta alteración, pues, en muchos casos, carecen de las suficientes habilidades para generar lenguaje espontáneo.

La aparición de la ecolalia en los TEA se debe, en gran parte, a este método global, «gestáltico» de procesamiento del lenguaje que impide decodificar el input lingüístico de forma analítica, en sus unidades correspondientes, es decir, procesan  las frases que oyen como una unidad completa, asociada a situaciones concretas, lo cual, se proyecta como un proceso de adquisición del lenguaje, que difiere  visiblemente del  que podría presentar un niño con un desarrollo normalizado. Y que resulta mucho menos eficaz.

Pero este no es  el único factor que favorece la aparición de la ecolalia. Las propias características de los TEA, como son las dificultades en atención compartida, las reducidas habilidades para extraer información contextual, o la concomitancia existente entre unas habilidades de imitación verbal y de memoria auditiva normales, o superiores, y niveles de competencia lingüística deficitarios, (lo que hace posible que en algunos casos el individuo sea capaz de producir enunciados muy complejos y perfectamente articulados hasta meses después de haberlos escuchado, sin llegar a comprenderlos), son otros de los factores que sustentan la hipótesis multifactorial de Schuler y Prizant (1985) sobre el origen de la ecolalia en los TEA.

Para los que tratamos a menudo con personas con autismo,  la ecolalia es vista como  un buen indicador de un desarrollo posterior del lenguaje, pues demuestra que el niño está al menos, “sintonizando” con el lenguaje. Pero para que la ecolalia pueda verse  como una señal de comunicación auténtica, es necesario que el individuo no sólo repita palabras sin sentido, sino que emita estos ecos con una función determinada. No obstante, hasta las formas más automáticas de ecolalia, permiten al niño/a, adquirir nociones de la repercusión que estos ecos tiene en el medio, por lo que, aunque de una forma muy poco efectiva, también pueden desempeñar su papel en el proceso de adquisición del lenguaje en el niño/a ecolálico.

Según el uso que se haga de la ecolalia, ésta se clasifica en: ecolalia funcional, que se produce cuando el eco emitido manifiesta una intención comunicativa, (función fática o de «toma de turnos», petición de objeto, petición de acción, protesta, vocativo, función de respuesta o declarativo). O cuando desempeña una función no interactiva, (autorregulación de la acción o de la conducta). Este tipo de ecolalia puede verse reducida al incrementarse las competencias lingüísticas.

Y ecolalia no funcional, son emisiones irrelevantes al contexto o a la situación, que se caracterizan por carecer de un propósito comunicativo o función determinada, y generalmente, suelen tener un carácter auto-estimulatorio o autorregulador, (las repeticiones verbales pueden calmar o ser placenteras), y  normalmente, van acompañadas de otras conductas repetitivas y estereotipadas.  Un ejemplo claro de este tipo de ecolalia es la repetición por parte del niño de un diálogo que ha escuchado en su serie de televisión favorita o en algún anuncio de televisión. Este tipo de ecolalia puede persistir aún cuando el individuo haya adquirido mayores competencias comunicativo-lingüísticas, sobre todo en momentos de ansiedad, fatiga o distracción.

Espero que la información aquí presentada os haya servido de gran ayuda para entender mejor el concepto de ecolalia en los TEA. En mi próximo post intentaré presentar una serie de pautas y estrategias para abordar la ecolalia, aprovechándola para desarrollar competencias lingüísticas.

María Vivó, es especialista en audición y lenguaje, y terapéuta en Red Cenit