Lo han vuelto a hacer. En medio de una situación de incertidumbre, falta de información y cierta inseguridad, los más pequeños nos han vuelto a sorprender con su ilusión y optimismo. Los niños han pasado los últimos meses del verano escuchando la palabra “rebrote” y frases como “las escuelas no durarán mucho tiempo abiertas”. Sin embargo, ya sólo en los primeros días de cole, nos han dado una gran lección a los adultos.

Mientras la mente de las personas adultas se encontraba indecisa entre el miedo y la preocupación, los pequeños de la casa sólo tenían ganas de recuperar esa pieza tan importante en sus vidas. Amigos, profesores, recreos, manualidades, aprendizaje, juegos e incluso esas, en ocasiones, pesadas mochilas. Todo lo que se vio interrumpido en marzo, ha vuelto.

Muchos de ellos han asumido el inicio del curso escolar como una gran fiesta cargada de emoción, animada al comienzo por los aplausos de sus profesores, y por la música que sonaba a través de los altavoces, a los cuales debemos agradecer el trabajo realizado para adaptar a tiempo todos los centros escolares y que de esta forma se pueda ofrecer una educación segura.

La situación actual no es un punto y aparte, sino un punto y seguido. Por lo tanto, que los niños vuelvan al colegio no significa que olviden todo lo vivido en el confinamiento. La mayoría de las personas adultas disponemos de habilidades de regulación emocional, efectivas y útiles, sin embargo, los niños debido a su edad, aún no han desarrollado esas habilidades de forma idónea. Para nosotros, la pandemia y el confinamiento han supuesto un tiempo determinado, en cambio los niños han experimentado este periodo como más largo, además de sentir lejanos a seres queridos tan importantes como son los abuelos.

Los niños y niñas necesitan volver a la normalidad, pero para ello van a tener que aceptar, procesar y racionalizar los sentimientos generados a raíz de la situación pasada. Por este motivo, os facilitamos a continuación algunas actividades que implican sencillas técnicas de gestión emocional, como por ejemplo la reflexión personal, la expresión emocional, el reconocimiento de emociones y la autorregulación.

1) “Lo mejor y lo peor”: esta actividad nos permitirá “normalizar” que en la vida a veces ocurren imprevistos a los que nos tenemos que enfrentar, y que aunque conlleven cosas malas, éstas se pueden superar. Para ello debemos plantear a los niños que en la vida a veces pasan cosas que nos gustan más y otras menos, poniendo algunos ejemplos de referencia de la vida de los niños, terminando con la idea de que siempre se puede sacar el lado positivo de esas cosas. Les pedimos que piensen/escriban (dependiendo de su edad o habilidades), qué ha sido lo mejor y lo peor de estar encerrados, y después se puede poner en común con la familia. En caso de que no saquen nada positivo, se les ayudará a “darle la vuelta” a su visión negativa.

2) “El Cisne”: el niño debe hacer un cisne de papel y ponérselo en la barriga, prestando atención a como sube y baja (como si estuviese nadando en el agua). Esta actividad ayuda a los niños a aprender a respirar y utilizarlo como una forma de calmarse. Para regular su respiración podemos dar una serie de indicaciones, por ejemplo avisando de que viene una ola, para la cual debe de hinchar su tripa aspirando aire y reteniéndolo, para después soltarlo lentamente.

3) “El espejo de la emoción”: es una de las mejores técnicas de gestión emocional para hacer en grupo llevando mascarilla (con los miembros de la familia por ejemplo). Consistirá en sentarse en círculo, manteniendo agarrado cada uno un espejo en nuestras manos. De uno en uno, iremos expresando qué es lo que vemos a través del espejo, qué despierta en nosotros. El niño debe hablar acerca de lo que ve él en su espejo, qué emoción siente, si ve miedo, ya que lleva mascarilla y solo puede verse los ojos, si ve alegría, por la expresión de los ojos, si ve tristeza, etc. De esta forma despertamos en los niños la curiosidad de mirarse y empezar a leer los ojos de los demás, de expresar sus sentimientos, además de explicárselos a los demás, que irán viendo lo que él nos está contando. Es una actividad de aceptación y acercamiento al estado emocional propio y de los demás.

Mediante estas sencillas técnicas de gestión emocional podremos ayudar a nuestros peques a regularse emocionalmente, y a lograr que la «nueva vuelta al cole» sea lo más normalizada posible para ellos.

Álvaro Mira Gadea, es psicólogo en Red Cenit