Hoy es el Día Mundial del Síndrome de Asperger y hoy me gustaría hacer referencia a una anécdota que me pasó hace poco. La mayoría de niños con Síndrome de Asperger (a partir de ahora SA) siguen pautas de desarrollo normales, por lo que es frecuente que pasen desapercibidos. Es justo cuando empieza la escolarización y se inician las relaciones sociales con sus iguales, cuando aparecen los problemas.
La historia de este artículo surge tras emitir un diagnóstico de SA, cuando empiezan a llegarme comentarios de una persona dentro del ámbito de la Consellería de Sanidad haciendo comparaciones estrambóticas sobre cómo pretendía yo disfrazar un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), como si fuera un SA. Eso me dolió como profesional y como persona, dado que, ya es bastante difícil poner etiquetas por todo lo que ello implica, como para inventármelas o disfrazarlas.
La cuestión es ¿por qué se asocia el TDAH y el SA?
Porqué a pesar de ser condiciones completamente diferentes e independientes ambas están dentro de los llamados Trastornos del Neurodesarrollo. Es habitual que se produzca esta asociación, además, porque el componente genético es muy importante en ambos casos, también se comparten ciertos síntomas sobre todo en los primeros años de vida (cuando el solapamiento parece ser mayor). Así, dada la significativa interrelación, en ocasiones, existen dificultades a la hora de establecer el diagnóstico desorientando así a las familias y profesionales.
Es el momento de preguntarnos ¿cuáles son los síntomas asociados principalmente en la primera infancia del TDAH y SA?
Es importante tener en cuenta que los motivos suelen estar bastante diferenciados en la mayoría de ocasiones, en rasgos generales son los siguientes:
Dificultades en la interacción social.
Falta de empatía, les cuesta establecer relaciones con los demás niños e interpretar los sentimientos de los demás. En el TDAH, el niño se acerca a los demás pero a veces es rechazado por ser molesto al no controlar sus impulsos, realmente no sabe relacionarse. En cambio en el SA no siempre le interesa, no se acercan a los otros niños, por lo que se relacionan poco.
Problemas en la comunicación.
Carencia de imaginación y creatividad, fallos en la comunicación no verbal y falta de conversación. Las carencias en TDAH suelen ser del lenguaje expresivo y receptivo (oraciones más cortas y de menor complejidad, no se comprenden por perder parte de la información) e incluso se puede dar un retraso en la adquisición del código fonológico y del nivel morfológico. Por el contrario, en el SA, los problemas son en la comunicación pragmática, que implica el uso que hacemos del lenguaje: falta de comprensión de los códigos de lenguaje no verbal, el doble sentido, las ironías, las mentiras… Así como, problemática para iniciar, mantener y terminar conversaciones de forma apropiada.
Frecuentes rabietas.
Son rabietas producidas por razones diferentes; en el TDAH por no comprender el concepto de “después”, les cuesta mantener un adecuado control de espera sobre sus necesidades o deseos y en el SA por su inflexibilidad ante los cambios.
Dificultades en el juego.
En el TDAH es por falta de atención sostenida y elevada impulsividad y en el SA es por rigidez y por la falta de interés en la experiencia social.
Déficit de las Funciones Ejecutivas.
Como son: problemas atencionales, de autocontrol y autorregulación de la conducta, de planificación, de organización, de memoria de trabajo, etc. No todas las Funciones ejecutivas están afectadas al mismo nivel, en el TDAH suele presentar una atención más dispersa y les cuesta detenerse de forma sostenida ante los estímulos, costándoles filtrar la interferencia. En el SA la atención es deficiente, por falta de interés. Si hacemos un examen más exhaustivo, en el TDAH hay mayores problemas en la inhibición de respuestas en tareas de go/no go, en la planificación de actividades y memoria de trabajo. Mientras que en el SA hay peores respuestas en la selección de tareas de flexibilidad cognitiva.
Por todo lo dicho con anterioridad, no es tarea fácil establecer las fronteras entre S. Asperger y TDAH, de ahí la necesidad de un buen diagnóstico.
A modo de resumen, hay que saber que el SA tiene afectados la comunicación, la sociabilidad y presenta intereses restringidos (en distintos grados) y que el TDAH se relaciona más con problemas de autocontrol, caracterizados por los síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad.
Tras esbozar las principales diferencias técnicas, quiero volver al título de este artículo «Que pase desapercibido no quiere decir que sea invisible», para decir que sería conveniente que la sociedad cambiara el “chip” y a pesar de que no haya rasgos físicos en este tipo de síndromes (lo cual hace que en muchas ocasiones pasen desapercibidos), o se confundan con otros trastornos, no quiere decir que no tengan unas notables necesidades de atención.
Seamos algo más reflexivos y no juzguemos por la primera impresión cuando vemos niños “mal educados” porque no saludan, o no miran a la cara, porque se les habla y no responden, cuando no empatizan con el resto de amigos, o cuando parecen no expresar sentimiento o emociones. Probablemente estos niños necesitan ayuda para entender que algo va mal o que estamos tristes, necesitando escucharlo ya que no les basta con nuestra expresión facial. Son niños que necesitan de una intervención educativa bien diferenciada, enfocada a mejorar las relaciones sociales y la gestión de las emociones, de este modo aprenderán comportamientos adaptados al entorno social.
Y sobre todo hablemos de inclusión, de comprensión y de información, porque a través del conocimiento desaparecen las diferencias, los miedos y muchas barreras.
“Todos somos genios. Pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar los árboles, vivirá toda su vida pensando que es inútil” (Albert Einstein).
Marian Sirera Conca. Pedagoga, especialista en Desarrollo Infantil-Atención Temprana y Autismo Infantil. Coordinadora de Diagnósticos e Intervención sobre los Trastornos del Neurodesarrollo en Red Cenit Valencia