Teoría de la mente o capacidad cognitiva para empatizar con los demás.

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Aprovechamos esta imagen para reflejar lo que les sucede a las personas que presentan Trastornos del Neurodesarrollo como pueden ser: TEA (Trastorno del Espectro Autista), discapacidad intelectual, TEL (Trastornos Específicos del Lenguaje), Síndrome de Down, X Frágil, alteraciones visuales, discapacidad auditiva, TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con/sin Hiperactividad) entre otros. Como decimos, la mayoría de estas personas, al igual que Mafalda en este caso, no comprenden  que “tener pelos en la lengua” es una expresión irónica, es decir, en mayor o menor medida experimentan serias dificultades a la hora de comprender, interpretar y reaccionar ante diferentes situaciones, como: códigos y convenciones sociales.

En este artículo vamos a explicaros por qué tienen dichas dificultades para interpretar adecuadamente a los demás. Para ello, os contamos de forma resumida el desarrollo de la Teoría de la Mente para posteriormente definir sus implicaciones a nivel cerebral y la importancia de realizar una evaluación cognitiva que orienta la intervención psicoeducativa.

Desde el momento en que nacemos nuestra mente está biológicamente predispuesta a presentar un patrón evolutivo social donde hay un claro interés por los estímulos relacionados con expresión de sentimientos. Así, bebés de 2-3 meses ya muestran respuestas e intentan imitar las expresiones faciales de alegría o enfado de sus cuidadores, es decir, adquieren el conocimiento acerca de la naturaleza de las personas a través de la experiencia de relaciones afectivas interpersonales. Entre los 12-18 meses hay un gran interés por compartir la mirada, por señalar para demandar y mostrar algún objeto. Además, a los 2 años es curioso observar como se muestran conductas como la de dar un juguete al hermano pequeño cuando llora. Estas conductas implican por una parte, la percepción del otro como un sujeto con emociones y, por otra parte, el tomar conciencia de poder modificar el estado interno de los demás. En torno a los 3 y 5 años aparece con mayor precisión y claridad la expresión de emociones así como la habilidad para darse cuenta de que las experiencias emocionales se pueden controlar y fingir. Finalmente, es a los 6-7 años cuando ya es posible entender las representaciones mentales de los otros.

De todo esto se ocupa la Teoría de la Mente. Esta teoría se define como la capacidad cognitiva para saber ponerse en el lugar del otro (empatía), entender estados mentales y poder predecir el comportamiento de otras personas, superar la literalidad de comportamientos sociales para comprender ironías, bromas, dobles sentidos, mentiras y mentiras piadosas, pasar por alto detalles del ambiente físico para comprender claves sociales así como, reconocer emociones y sentimientos de otras personas en su mirada. Es decir, nos ayuda a comprender la conducta de los otros y a organizar la nuestra de forma coherente, nos ayuda a organizar el mundo social.

Veamos algunos ejemplos a grandes rasgos, para orientarnos:

¿qué ocurre cuando observamos en nuestros pequeños que no nos mantienen el contacto ocular o éste es muy fugaz? ocurre que dicho contacto ocular no les trasmite información.

¿Por qué no juegan en el parque con los demás como se espera? porque no entienden a qué juegan,

¿Por qué presentan serias dificultades para expresar sus sentimientos o para comunicar sus intereses? porqué desconocen cómo se forman las relaciones interpersonales,

¿Por qué ante nuestra cara de enfado la suya es de incertidumbre/incomprensión o inexpresiva? porque no entienden la causa del enfado, etc.

¿Por qué ocurre todo esto? Porque sus cerebros se activan de forma diferente produciendo pensamientos y acciones diferentes. Existe una red de actividades cerebrales que implica la corteza prefrontal media, la unión temporoparietal y los polos temporales que son las encargadas de activarse en tareas emocionales que implican comprender la conducta de los demás en relación con sus estados mentales. Pues bien, esta activación no se produce de la misma forma ni con la misma intensidad produciéndose así un déficit en la Teoría de la Mente. Por ello, presentan dificultades para la adquisición de las destrezas sociales, convirtiendo las relaciones en un jeroglífico difícil de descifrar.

Dicho todo esto, es obvio que nuestros héroes necesitan de una ayuda especializada para aprender a entender a las demás personas y así establecer relaciones  más satisfactorias. ¿Es esto posible?

Desde Red Cenit apostamos, tras los resultados de las intervenciones, por una enseñanza personalizada al nivel de desarrollo social la cual conlleva realizar una amplia evaluación cognitiva para confeccionar el “perfil mentalista” para dirigir la intervención terapéutica.

Para ello, utilizamos, entre otras, la prueba evaluativa “NEPSY-II” la cual evalúa las capacidades de la Teoría de la Mente desde los 3 a los 16 años.

A partir de la evaluación se diseña el Programa Mentalista donde se recogen los objetivos a trabajar relacionados con normas sociales y de convivencia, vocabulario emocional, flexibilización del pensamiento, prohibiciones sociales, etc.

Es muy importante disponer de una amplia gama de recursos (juegos de reglas, juegos de role-playing, aplicaciones informáticas, etc.) para poder ajustarnos a las singularidades de cada uno, así como, combinar la enseñanza individual con la grupal puesto que el objetivo final es la generalización de las habilidades aprendidas para fomentar la integración social.

“No comprendo las emociones de las personas que me rodean, ni sus ironías, sus metáforas o sus juegos. Casi siempre me siento como un antropólogo en Marte” Temple Grandin.

Alba González Rabal. Pedagoga y terapeuta en Red Cenit.