La Navidad suele ser para los niños una época mágica, llena de luces, regalos y personajes fantásticos como Papá Noel y los Reyes Magos. Desde la psicología, este periodo representa una oportunidad para fomentar valores esenciales que influyen directamente en el desarrollo emocional infantil. Enseñar a los niños a priorizar la salud, la unión familiar y el bienestar emocional frente a lo material no implica eliminar la ilusión navideña, sino dotarla de un significado más profundo y educativo.
Los niños aprenden principalmente a través de la observación y la experiencia. La psicología del aprendizaje social explica que los valores se transmiten más por lo que los adultos hacen que por lo que dicen. Cuando la Navidad se centra únicamente en el consumo, el mensaje implícito es que la felicidad depende de lo material. En cambio, cuando se enfatizan los encuentros familiares, el cuidado mutuo y el tiempo compartido, los niños interiorizan que el bienestar emocional nace del vínculo y la conexión con los demás.
La SALUD, entendida como bienestar físico y psicológico, es un valor fundamental que puede reforzarse especialmente en estas fechas. La Navidad suele alterar rutinas, horarios y hábitos, por lo que es un buen momento para hablar con los niños sobre la importancia de escuchar su cuerpo, descansar, expresar emociones y respetar límites. Desde la psicología infantil, fomentar el autocuidado y la identificación emocional favorece la autoestima y la autorregulación.
La UNIÓN FAMILIAR actúa, además, como un potente factor protector. Según la teoría del apego, los niños que crecen en entornos donde se sienten seguros, escuchados y acompañados desarrollan una base emocional sólida. Los rituales navideños, (comidas compartidas, historias familiares, juegos o tradiciones), refuerzan el sentimiento de pertenencia y crean recuerdos emocionalmente significativos. Estos momentos fortalecen los vínculos y ofrecen al niño una sensación de seguridad emocional.
En este contexto, figuras como Papá Noel y los Reyes Magos pueden cumplir una función educativa sin perder su magia. Estos personajes simbólicos pueden ayudar a los niños a comprender valores como la generosidad, la gratitud, el esfuerzo, etc.
Transmitir una imagen saludable de estos personajes implica evitar utilizarlos como herramientas de control (“si te portas mal no te traerán nada”) y convertirlos en referentes positivos. Papá Noel y los Reyes Magos pueden observar las buenas acciones, el cuidado hacia los demás o la capacidad de compartir, reforzando así conductas prosociales. De este modo, los regalos dejan de ser una recompensa automática y pasan a simbolizar el reconocimiento del crecimiento emocional y personal del niño.
También es importante ayudar a los niños a diferenciar entre deseos y necesidades. Limitar la cantidad de regalos y dar mayor valor a la experiencia de recibir, compartir y agradecer fomenta la tolerancia a la frustración y el autocontrol. La magia no reside en la cantidad de regalos, sino en la emoción que rodea el momento: la espera y la ilusión.
En definitiva, la Navidad puede convertirse en una poderosa herramienta educativa. Mantener la magia de Papá Noel y los Reyes Magos, mientras se fomentan la salud emocional, la unión familiar y los valores humanos, permite a los niños vivir una Navidad llena de ilusión y, al mismo tiempo, aprender que lo verdaderamente importante no se envuelve en papel, sino que se encuentra en los vínculos y el cuidado emocional compartido.
Celia Fernández Jávega , es psicóloga en Red Cenit
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