De pronto, la pequeña mano de mi hija, que aún no había cumplido dos años, golpeó con rabia mi teléfono. No recuerdo si tecleaba un e-mail de trabajo o un tuit irrelevante,…
De pronto, la pequeña mano de mi hija, que aún no había cumplido dos años, golpeó con rabia mi teléfono. No recuerdo si tecleaba un e-mail de trabajo o un tuit irrelevante,…