Se habla e investiga mucho acerca de los síntomas que definen este trastorno y de sus principales déficit cognitivos (atención, inhibición de respuesta, memoria de trabajo,…), pero además de las consecuencias comportamentales que desencadenan estos déficits, hay otras alteraciones que también afectan el desempeño de la vida diaria (escolar, laboral, social, personal,…). Se trata de problemas emocionales (procesamiento de la recompensa, aversión a la demora, procesamiento emocional, regulación emocional,…). Debemos esforzarnos en comprenderlos porque solo así, podremos entenderlos y de este modo, ajustar nuestras expectativas y ayudas.

Gracias a la neurobiología, sabemos por ejemplo que la amígdala es una de las  estructuras relacionada con el procesamiento de las emociones. Distintas investigaciones han evidenciado que las personas con TDAH presentan menores volúmenes de la amígdala y, por tanto su desempeño es disfuncional, lo que explicaría que muestren un patrón irregular de la actividad emocional, un procesamiento emocional inferior y un menor control de la impulsividad. 

Muchas de las personas con TDAH además, muestran distintas alteraciones motivacionales, entre las que destaca la escasa habilidad para tolerar la demora de la recompensa. La aversión a la demora se manifiesta en una incapacidad para trabajar con recompensas a largo plazo, lo que provoca que el comportamiento de estas personas termine guiándose por recompensas inmediatas que muchas veces están alejadas de los objetivos deseados.

Asimismo, muchas de las personas con TDAH muestran problemas emocionales, entre las que destacan la dificultad para reconocer la información emocional y la incapacidad para regular sus propias emociones. Datos recientes apuntan a que un mal funcionamiento de la amígdala podría estar detrás de los problemas en el procesamiento emocional observados, y la  corteza prefrontal ventrolateral en los problemas de regulación emocional del TDAH.

Son principalmente cinco, las dificultades que manifiestan a nivel emocional:

  1. Interpretan las situaciones como más amenazantes y negativas de lo que son realmente, por lo que las viven con mayor malestar.
  2. Dificultad para manejar su capacidad de autocontrol. Su corteza prefrontal no es capaz de inhibir el impulso primario, lo que provoca una respuesta desproporcionada de la que luego se arrepienten.
  3. Pobre o escasa habilidad para reconocer las emociones propias y ajenas. Tienden a simplificarlo en estar “bien” o estar “mal”, esto hace que la expresión se reduzca a dos tipos: los explosivos y los apáticos o planos, siendo más arriesgado el segundo perfil porque tienden a reprimir o a guardarse sus sentimientos para sí mismos, lo que provoca que se queden únicamente con su interpretación (generalmente sesgada y distorsionada).
  4. Baja capacidad para regularse emocionalmente. Principalmente tienen dificultades para manejar las emociones que  suponen una alta activación fisiológica como son la ira, la tolerancia a la frustración y la alegría. Sabemos que las emociones predisponen nuestra conducta, por tanto, si somos capaces de gestionar nuestras emociones seremos capaces de regular nuestras conductas.
  5. Alteraciones a nivel motivacional. Son cortoplacistas. Prefieren una pequeña recompensa inmediata que una superior postergada en el tiempo. La demora les genera realmente inquietud y molestia. Por tanto, necesitan refuerzos externos de manera continuada. Pueden empezar muy ilusionados una tarea pero al poco tiempo, generalmente al primer obstáculo, se vienen abajo y  abandonan. Les cuesta alcanzar los objetivos pero no porque no tengan la capacidad suficiente sino por la pobre o deficiente habilidad de perseverar en el esfuerzo.

Todos estos problemas emocionales ocasionan que puedan ir desarrollando otras problemáticas asociadas al TDAH, como comportamientos desafiantes, trastornos de ansiedad o del estado de ánimo o dificultades de aprendizaje. Por tanto, las dificultades en la esfera emocional afectan a todos sus ámbitos, por lo que desde pequeños es esencial incidir en esta área para proporcionarles un buen abanico de herramientas a nivel emocional.

Paqui Moreno. Psicóloga y Coordinadora de Funciones Cerebrales Superiores en Red Cenit Valencia


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