Existen ciertas características madurativas que hacen que el cerebro de los adolescentes deba ser entendido por sus propias particularidades específicas. No se trata de hacer generalizaciones ni de afirmar que todos los adolescentes sean iguales, pero es cierto que se han observado algunas peculiaridades que hacen que el cerebro de los adolescentes sea estructural y funcionalmente diferente al cerebro infantil y al adulto.
Cuando hablamos de adolescentes solemos pensar en jóvenes impulsivos, con poco autocontrol sobre su conducta y sus emociones, jóvenes con una necesidad imperiosa de gratificación inmediata y con grandes deseos de autonomía, jóvenes propensos a desarrollar conductas de riesgo, con un interés especial por la interacción social con sus iguales y en oposición y conflicto con los adultos. Todas estas conductas tan molestas para las familias tienen sin embargo un sentido evolutivo.
La búsqueda de autonomía fuera del hogar con la consiguiente oposición y enfrentamiento con los padres es tan solo el reflejo de la necesidad evolutiva de adquirir su propia independencia, de aprender a vivir sin sus progenitores y, especialmente de conocer otros contextos en los que sentirse suficientemente autónomo.
Ernst desarrolla el modelo triádico en el que, más allá de las explicaciones hormonales, relaciona los cambios en el funcionamiento de tres estructuras cerebrales con los comportamientos habituales durante la etapa de la adolescencia.
- Se produce un aumento de la activación del estriado central responsable de los circuitos neuronales de la recompensa. Esta mayor activación sería la responsable del aumento de las conductas impulsivas, la búsqueda de gratificación y el placer inmediato, las posibles conductas de riesgo que irían asociadas a la impulsividad y la búsqueda de placer.
- Una amígdala más activa y reactiva a los estímulos emocionales. Este aumento de reactividad de los núcleos emocionales estaría relacionado con los frecuentes cambios de humor que presentan, con sus conductas agresivas y con la intensidad emocional con la que experimentan cualquier acontecimiento.
- Por el contrario, en esta etapa la corteza prefrontal muestra unos niveles de activación más bajos debido a que en estas edades esta zona está en pleno proceso de poda neuronal y además todavía es inmadura. Esto hace que la corteza prefrontal muestre ciertos déficits en las funciones ejecutivas de alto nivel, así como un déficit en el control inhibitorio de los otros dos sistemas que se encuentran más activos.
Podemos deducir entonces, que esta sería una etapa con cierto riesgo porque el cerebro de los adolescentes presenta una desincronización madurativa entre unas estructuras subcorticales que están mucho más activas que en un cerebro adulto (el estriado ventral y la amígdala), y una estructura cortical reguladora que no está funcionando plenamente (la corteza prefrontal), que está en plena fase de poda neural y mielinización.
Paqui Moreno. Psicóloga y Coordinadora de Funciones Cerebrales Superiores en Red Cenit Valencia