En primer lugar, hay que tener en cuenta que entre los 3 y 5 años, muchos niños reaccionan pegando o mordiendo, en especial cuando se frustran, y hay que reconducir esas reacciones enseñándoles a no pegar ni morder.

Es importante no actuar de manera desproporcionada, pero actuar rápidamente. “Pegar” forma parte de una etapa por la que todos los niños pasan. Esto no es más que una manera de expresar sus emociones, en concreto la frustración; sentirla es normal, pero hay que saber cómo exteriorizarla, sin dañar. Por lo que es altamente necesario mantener la calma y dar ejemplo, ya que si nosotros no tenemos autocontrol, no podemos pedirle esto a nuestros hijos, por ello trabajar en la gestión de nuestras emociones es fundamental.

¿Qué podemos hacer?

  • Trasmitir de manera clara y contundente, pero siempre respetuosa: “no se muerde/pega”.
  • Retirarte con él a un lugar tranquilo, allí permanecerá tantos minutos como años tenga, si se mueve añadiremos un minuto más, permanecer junto a él si hace falta. Tener en cuenta que tienes que ser consecuente y que es muy importante que esté calmado para poder disciplinar. Ten presente que tu hijo no es malo, ha realizado una conducta errónea.
  • Como hemos dicho, no hay que tratar de razonar cuando el niño está tan alterado, debemos darle un espacio para calmarse, durante ese momento hacer observaciones simples: “estás muy enfadado/triste”. Esto le ayudará a aprender a relacionar estas palabras con los sentimientos que experimenta.
  • Si entiende el lenguaje, explicarle que esta conducta es inaceptable, utilizar apoyos visuales si hace falta.
  • Enseñarle alternativas a estas conductas: “cada niño un ratito, si quieres se lo dice la mamá/papá”. Enseñarle maneras correctas de contacto físico, como chocar los cinco. La técnica de la tortuga, que consiste en juntar el mentón con el pecho, rodearse con los brazos a modo de abrazo apretando los puños, contar hasta 10 y soltar. Este ejercicio lo puede repetir todas las veces que necesite.
  • Pedirle perdón a la persona que haya golpeado sin forzarlo, fomentando la empatía.
  • Reflexionar qué le sucede, si tiene motivos para tener esta reacción, acompañarle, rebajándonos a su nivel, mirándole a los ojos, y decirle que entendemos su enfado pero que no puede hacernos daño, que nos pone triste.
  • Refuerzo de la conducta positiva, por ejemplo: si está jugando con su hermano tranquilamente o trasmite sus deseos de una manera calmada.
  • Planificar y anticipar. Darle herramientas para las situaciones difíciles: cuéntale lo que puede esperar, quién va a estar, qué se va hacer… Por ejemplo, si las fiestas de cumpleaños son costosas, recompénsale con su juguete favorito al finalizar si lo ha hecho bien.
  • No cedas ante las exigencias, ya que mantener tus límites claros les da seguridad.

Si observamos que siempre responde de manera violenta y no funciona nada de lo citado, es importante acudir a un especialista que le enseñe a no pegar ni morder.

Gemma Pérez Gisbert, es Terapeuta Ocupacional en Red Cenit Valencia

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