Actualmente estamos experimentando un aumento significativo de concienciación social sobre la salud mental infantil. Afortunadamente, vivimos una época en la que además de buscar que nuestros hijos crezcan sanos físicamente, también creemos prioritario su pleno desarrollo en el ámbito emocional. Un factor clave en dicho desarrollo es la autoestima y el autoconcepto, los cuales comienzan a desarrollarse a partir de los dos años de edad. La autoestima y el autoconcepto son importantes en todas las fases de la vida, sin embargo en la infancia y la adolescencia adquieren especial relevancia. Por lo tanto, es necesario prestar atención a las señales de alarma que nos indican una posible autoestima negativa.
El autoconcepto y la autoestima son dos conceptos íntimamente relacionados. El autoconcepto se construye a través de las ideas y creencias que tienen las personas sobre sus capacidades en base a su experiencia personal, por lo tanto cada situación nueva refuerza las ideas que se hayan generado en torno de las capacidades y aptitudes que se tienen, motivando un juicio de valor, lo que conocemos como autoestima.
Las personas comienzan percibiéndose a nivel sensorial, pensando sobre sí mismas y sus comportamientos, evaluándose constantemente. En consecuencia, sienten emociones relacionadas consigo mismo, evocando una serie de conductas coherentes con sus percepciones, evaluaciones, pensamientos y sentimientos.
Nadie puede dejar de pensar en sí mismo y de evaluarse, desarrollando de esta forma una autoestima suficiente o deficiente, positiva o negativa, alta o baja. Por este motivo, es vital desarrollar una autoestima lo más realista y positiva posible que nos permita descubrir nuestros propios recursos, para poder apreciarlos y utilizarlos debidamente, así como nuestras deficiencias, para aceptarlas y superarlas en la medida de nuestras posibilidades.
Si no valoramos lo que realmente valemos, si no reconocemos y apreciamos las cualidades y talentos que poseemos, si no aceptamos con serenidad nuestras limitaciones, generaremos de esta forma una orientación personal hacia la inseguridad y la desconfianza en nosotros mismos. Si esto ocurre, será más difícil afrontar y superar los problemas de la vida cotidiana, por ejemplo, resultará casi imposible emprender proyectos vitales que presenten ciertos riesgos aunque sean accesibles y compatibles con nuestras posibilidades.
En la infancia, los niños se caracterizan por elaborar su autoconcepto en base a evidencias externas y arbitrarias, referidas a hechos concretos ocurridos en un momento determinado (“no soy listo porque no supe hacer bien el examen” o “soy malo porque rompí el jarrón”). También se destaca que debido a su nivel madurativo, tienden a describirse en términos generales, vagos y poco específicos (lo que saben hacer o como son físicamente). La autoestima será el resultado valorativo del autoconcepto que vayan construyendo y estará condicionada por la aceptación y la calidad del trato de los otros.
El primer agente en la formación de la autoestima (0 a 5 años), serán los padres y sus estilos de crianza y en la etapa de los 5 a los 12 años aparece como gran protagonista el medio escolar (logros académicos, popularidad entre compañeros y valoraciones de los profesores), incrementando el sentido de identidad, el cual repercute sobre la aceptación de sí mismo, formándose y consolidándose la autoestima. Por este motivo, a continuación compartimos con vosotros 10 señales que pueden ayudar a identificar una autoestima negativa en nuestros niños:
- Incomodidad frente al elogio: los niños con autoestima negativa tienen problemas para manejar y aceptar las alabanzas de sus familiares, profesores y compañeros de clase. Tienden a bajar la vista o desviar la atención del tema, zanjando comúnmente la situación con un simple “gracias”.
- Indecisión: denota temor por responsabilizarse de la decisión errónea y sentimiento de inferioridad respecto a la otra persona implicada en la elección (un igual), considerándose menos importante o capaz que el resto. Hacer valer una opinión es clave para mejorar el autoconcepto y la autoestima.
- Tomarse las críticas de manera personal: otro posible síntoma de una autoestima negativa es no saber gestionar las críticas. En lugar de reaccionar de manera objetiva, ya sea aceptándola o sin darle importancia, se reacciona de una forma muy emocional. Esto puede conducir a sentimientos de angustia. Es sano recordar que un comentario bien intencionado acerca de algo mejorables una gran ayuda.
- Compararse con los demás: los niños con una baja autoestima tienden a prestar demasiada atención a lo que hacen o dicen los demás, generando así una percepción de que el resto es más exitoso. Hay que saber reconocer esas comparaciones negativas (“Elena es mejor que yo leyendo”) y explicar que todo el mundo tiene sus fortalezas y debilidades.
- Culpa y comentarios negativos hacia los demás: algunos niños con una autoestima negativa creen que aceptar un error es disminuirse frente a los demás. Sin embargo, culpar a los demás de un suceso libera de responsabilidad y facilita identificarse como impotente para solucionarlo. Además, la burla o los comentarios hirientes hacia otros muchas veces se originan en las propias inseguridades.
- Incapacidad para decir “No”: querer agradar a los demás lleva a que las personas con baja autoestima acepten propuestas y mandatos que están lejos de sus objetivos, aspiraciones o intereses. Incluso pueden llegar a desarrollar tareas con las que no se sienten a gusto, solo para complacer.
- Desmerecer los propios argumentos: en una discusión donde confrontan dos o más ideas, los niños con sentimiento de inferioridad tienden a recular frente a las opiniones de los demás para evitar un posible conflicto. También, pensar demasiado en las palabras escogidas para intervenir en un debate, implica una desacreditación de las propias opiniones, de esta forma no se realizan aportes de manera natural y confiada.
- Postura corporal baja: las personas con autoestima negativa tienden a encorvarse o inclinarse levemente hacia abajo (mostrando así disconformidad consigo mismo) y enviando dicho mensaje a las personas con las que comparte el espacio físico. Mantenerse derecho, con la vista elevada y los hombros alineados transmite un mejor concepto de uno mismo.
- Atribuir los logros a la suerte: es muy común entre los niños y adolescentes con una autoestima negativa que cuando consiguen algo que desean realmente (una buena calificación en un examen, un buen resultado deportivo u otras metas), generalmente responsabilizan a la suerte y al azar, en lugar de reconocer que es producto de la dedicación y el empeño depositado en la tarea.
- Abandono rápido de las tareas que requieren esfuerzo: renunciar a ciertos objetivos, metas o sueños a nivel personal, académico o social, es señal de inclinación al fracaso. Creer que fallarán, efectivamente les conducirá a ello porque dejarán de intentarlo antes de comenzar a ver los primeros frutos de su esfuerzo. Es importante explicarles que nadie nació siendo exitoso y que para alcanzar los logros se requiere perseverancia, determinación y en especial, confianza en uno mismo.
Si se observan algunas de estas características en sus hijos, es importante apoyarles y en muchos casos, cambiar esas ideas erróneas e irracionales en torno a su autoconcepto con la ayuda de profesionales especializados. También vemos oportuno facilitar este otro artículo de nuestro blog centrado en el apoyo y el fomento de la autoestima infantil: https://www.redcenit.com/12-estrategias-para-fomentar-la-autoestima-infantil/
“Conozco una sola definición de la felicidad: Ser un buen amigo de sí mismo”
Álvaro Mira Gadea, es psicólogo en Red Cenit