Las funciones ejecutivas son un conjunto de habilidades cognitivas que nos permiten planificar, organizar, tomar decisiones, resolver problemas y controlar nuestras emociones y comportamientos. Estas habilidades son esenciales para llevar a cabo nuestras actividades cotidianas de manera eficiente y satisfactoria.
Estimular, fortalecer y entrenar las funciones ejecutivas no solo mejora nuestro rendimiento en el trabajo o los estudios, sino que también tiene un impacto positivo en nuestras relaciones personales, bienestar emocional y en la manera de enfrentarnos a los desafíos diarios.

En este artículo, analizamos los beneficios clave de mantener activas y en constante desarrollo las funciones ejecutivas en nuestra vida cotidiana, además de proponer algunas estrategias.

¿Qué son las funciones ejecutivas?

Las funciones ejecutivas se localizan principalmente en el lóbulo frontal del cerebro, y son las encargadas de la atención, la memoria de trabajo, la flexibilidad cognitiva, el control inhibitorio, la planificación y organización, la toma de decisiones y la regulación emocional.

Beneficios de entrenar las funciones ejecutivas

  1. Mejor gestión del tiempo y productividad.

Estimular las funciones ejecutivas nos ayuda a ser más eficientes en la organización de nuestras tareas diarias. Habilidades como la planificación y la priorización son fundamentales para gestionar mejor el tiempo, evitando el estrés de posponer actividades. Esto no solo incrementa la productividad, sino que también disminuye la sensación de agotamiento y sobrecarga.

  1. Toma de decisiones más acertadas

Las funciones ejecutivas son fundamentales en el proceso de toma de decisiones. Al fortalecerlas, podemos evaluar mejor las alternativas, sopesando los pros y los contras de cada opción. Esto nos permite tomar decisiones más reflexivas y menos impulsivas, tanto en el ámbito personal como profesional.

3. Mejor manejo de las emociones y el estrés.

El control inhibitorio y la regulación emocional son componentes esenciales de las funciones ejecutivas. Mantener estas habilidades en buen estado nos permite manejar el estrés, controlar la ansiedad y reaccionar de forma adecuada ante situaciones de presión. Un adecuado control emocional nos ayuda a enfrentar los desafíos con serenidad, facilitando la búsqueda de soluciones efectivas sin caer en el impacto de emociones negativas.

4. Adaptabilidad y resiliencia

La flexibilidad cognitiva nos permite adaptarnos a los cambios y resolver problemas de manera creativa. Estimular esta capacidad nos ayuda a mantenernos abiertos a nuevas ideas y ajustar nuestros planos cuando sea necesario.

  1. Mejor calidad en las relaciones interpersonales

Al fortalecer nuestra regulación emocional y control inhibitorio, gestionamos de manera más efectiva las tensiones en nuestras relaciones personales y laborales. Saber cuándo intervenir en una discusión o controlar reacciones impulsivas mejora notablemente la comunicación y disminuye los conflictos. Además, nos permite ser más empáticos y responder de forma más constructiva a las necesidades de los demás.

6. Impulso a la creatividad y resolución de problemas.

Estimular la flexibilidad cognitiva nos impulsa a pensar de forma innovadora y a encontrar soluciones creativas para problemas complejos. Esta habilidad resulta valiosa no solo en el ámbito laboral o académico, sino también en la vida diaria. Ante situaciones en las que nos sentimos bloqueados, una mente más flexible puede descubrir nuevas perspectivas y oportunidades que, de otro modo, no habríamos contemplado.

7. Mejora en el aprendizaje continuo

La memoria de trabajo es esencial para el aprendizaje, y su fortalecimiento facilita la adquisición de nuevos conocimientos y habilidades. Además, las funciones ejecutivas nos ayudan a organizar la información de manera eficiente y a utilizarla adecuadamente. Esto nos convierte en aprendices más efectivos y a desarrollar nuevas competencias.

Estrategias para estimular las funciones ejecutivas

Afortunadamente, podemos trabajar y entrenar las funciones ejecutivas con actividades diarias simples.
Algunas estrategias incluyen:

  • Actividades que supongan un reto cognitivo
  • Juegos de mesa o rompecabezas
  • Ejercicio físico
  • Técnicas de relajación y mindfulness
  • Tomar descansos regulares
  • Lectura y escritura

En conclusión, entrenar las funciones ejecutivas en el día a día nos permite vivir una vida más equilibrada, productiva y emocionalmente estable. Estas habilidades son esenciales para enfrentar los retos cotidianos con mayor eficacia, adaptarnos a los cambios, mejorar nuestras relaciones y tomar decisiones más acertadas. Mantener en forma nuestras funciones ejecutivas es, en definitiva, una inversión en nuestro bienestar y en nuestra capacidad de crecimiento.

Alicia Valls Monzó, es psicóloga y terapeuta en Red Cenit

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