El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es mucho más que “niños inquietos o despistados”. La ciencia nos dice que los pequeños con TDAH tienen mayor probabilidad de iniciarse en el consumo de tabaco, alcohol o cannabis a edades tempranas.
¿Por qué ocurre esto? ¿Qué pueden hacer las familias para prevenirlo?
La explicación desde la neurociencia: dopamina y noradrenalina
La respuesta está en el cerebro.
En el TDAH existen alteraciones en los circuitos de recompensa, especialmente en zonas como el estriado y la corteza prefrontal. Estos circuitos dependen de neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina, que ayudan a regular la motivación, la atención y el control de impulsos.
Cuando hay un déficit en estos sistemas, las actividades cotidianas (estudiar, hacer deberes, esperar turnos) generan menos sensación de gratificación. Esto puede llevar al niño o adolescente a buscar estímulos más inmediatos e intensos, como los que proporcionan las drogas. El alcohol, el cannabis o la nicotina activan directamente la liberación de dopamina, dando una falsa sensación de “equilibrio” que a corto plazo parece útil, pero a largo plazo empeora los síntomas del TDAH y aumenta la vulnerabilidad a la adicción.
Factores que explican la relación
- Impulsividad: los niños con TDAH tienden a actuar sin medir consecuencias, lo que favorece experimentar con alcohol o tabaco antes de tiempo.
- Baja tolerancia a la frustración: usar sustancias puede convertirse en un intento de “calmarse” o escapar de la presión.
- Problemas de rendimiento escolar: un adolescente que se siente fracasado puede buscar en el grupo de iguales reconocimiento a través del consumo.
- Neurobiología compartida: tanto el TDAH como las adicciones implican alteraciones en los circuitos de recompensa del cerebro.
- Ayuda psicológica: ante la mínima sospecha de que un hijo con TDAH pueda estar probando sustancias, lo más recomendable es acudir a un psicólogo infantil o juvenil. Un profesional puede evaluar la situación, orientar a la familia y ofrecer estrategias de prevención antes de que aparezca un problema mayor.
¿Qué puede hacer la familia?
- Detectar y tratar el TDAH de forma temprana: la medicación pautada por un especialista y la terapia conductual reducen significativamente el riesgo de adicciones.
- Educar en habilidades de autocontrol: técnicas de respiración, organización y manejo de emociones.
- Favorecer actividades saludables: deporte, música o hobbies que canalicen energía y mejoren autoestima.
- Comunicación abierta: hablar sin tabúes sobre drogas, explicar riesgos y escuchar sus dudas sin juzgar.
- Supervisión adecuada: conocer el grupo de amigos y establecer límites claros con afecto.
¿Cuándo pedir ayuda?
Si notas que tu hijo con TDAH empieza a mostrar cambios bruscos de humor, bajo rendimiento académico, aislamiento o contacto frecuente con sustancias, es recomendable acudir a un psicólogo o psiquiatra infantil. Cuanto antes se intervenga, más fácil será reconducir la situación.
El TDAH aumenta la vulnerabilidad al consumo de sustancias, pero no condena a tu hijo a la adicción. Con un diagnóstico adecuado, tratamiento precoz y acompañamiento familiar, es posible reducir enormemente los riesgos. La clave está en la prevención, el apoyo y la educación emocional.
Santiago Navarro es psicólogo clínico en Red Cenit



