Claves para facilitar y mejorar la comunicación infantil.

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En este artículo, vamos a trabajar los puntos más importantes que debemos tener en cuenta para hacer de nuestros peques, niños y niñas que se comunican en las mejores condiciones, pero sobre todo, para que nuestra relación con ellos no llene la mochila de frustraciones, ni la nuestra, ni la de ellos.

Que nuestros hij@s sean efectivos haciéndose entender, y que su manera de hablar resulte de la mejor calidad, es una premisa que todos los padres y madres consideramos a veces obvia. Algo que, con normalidad, así debería ocurrir, aunque este prejuicio sea en ocasiones tan perjudicial como irracional por la elevada exigencia que transferimos al peque.

Como logopeda, recibo y comparto la preocupación de los familiares y de otros profesionales con los que me coordino para ver los avances, para comprobar cómo comienzan a mejorar en su comunicación. Esta «casi urgencia social» tiene en cuenta uno de los factores más importantes en nuestra experiencia cotidiana: el agente que se comunica.

Sin embargo: ¿Tenemos en cuenta cómo escuchar? ¿Qué sucede pues con el entorno, es el óptimo canal de comunicación para entendernos?

Debemos trabajar todos a una, y esa una no es sólo el niño o niña que pueda o no tener dificultades, también nosotros debemos cambiar, aprender, y favorecer que la comunicación sea positiva.

Actitud. Es tan importante la energía que transmitimos, la paciencia, la tranquilidad o la ansiedad con la que nos dirigimos a nuestros hijos que esto mismo puede ser lo que evite o mejore las futuras dificultades de nuestros peques.

Percepción. Porque ellos perciben, aunque sepan o no ponerles un rótulo con palabras a lo que pasa. Desde incluso antes de nacer son capaces de sentir lo que nosotros queriendo o no, transmitimos con nuestra mirada, nuestro lenguaje corporal, nuestros cambios de tono o, simplemente, porque no reciben nuestra atención y esa ausencia, también cuenta. No se suple con: la televisión, caminando por la calle de la mano sin que bajemos la mirada, la tablet, la radio en el coche o el silencio mientras inspeccionamos WhatsApp.

La necesidad es ser atendidos con una atención de calidad. Calidad con energía de la buena, como esa que nos daban las abuelas, con las que igual estábamos sólo cinco minutos, pero era un breve tiempo entregado con todo el tiempo del mundo, con paciencia, cariño, respeto.

Atención. Estar atentos a lo que querrá decirnos, tras cada necesidad de comunicar hay un deseo implícito de algo que se ha de resolver: quiero comer, quiero ayuda, quiero ir al baño, quiero que me sonrías, quiero parar, quiero más. Estar predispuestos a recibir ese mensaje, y si no se produce, incidir para que nos lo transmita, pero no lo resolváis de antemano. Y esto nos lleva al siguiente punto.

Crear la necesidad. Crearla o respetar que surja, para satisfacerla después, pero siempre mediando la comunicación, ya sea oral, signada o con algún sistema alternativo como el pictográfico. Un niño que recibe el zumo para desayunar sí o sí sin tener que demandarlo, es un niño que pierde la posibilidad de poner en práctica, desde la mejor motivación, el ejercitar sus habilidades comunicativas.

Ponte a su altura. Sí, es obvio pero lo olvidamos a menudo. Baja cuando te hable, que te mire de frente. La comodidad promueve que queramos expresar.

Breve, directo. Dirígete a él o ella con frases cortas, no utilices términos abstractos o que no estén a su alcance comprensivo. Apoya lo que dices con el lenguaje de tus manos, y cuantos más cambios en tu prosodia mejor ¿te acuerdas de cómo hablaba Coco en Barrio Sésamo? Acierto.

Para que te hablen, escucha. Para escuchar, tiempo. Cuántas veces pensamos que hablar va antes que escuchar, pues no. Insisto. Posición de escucha, y sucede que te cuentan, cada uno a su manera, cosas a menudo fascinantes.

Háblale. Esta es la última y fundamental. Eres su primer modelo y el más cercano. No dudes en expresar tus sentimientos sobre lo que te pase en el día a día. Adáptale tus historias. Y sonríele. Que la finalidad de todo es promover vuestra felicidad conjunta y familiar  de la mejor forma posible.

Son 8 sencillos pasos, pero no por sencillos y sensatos se aplican. Algunas veces en el ir y venir de esta sociedad estresada olvidamos actitudes y comportamientos fundamentales, que como padres, educadores, terapeutas… Debemos intentar cumplir y aplicar para comprobar así, que con nuestra ESCUCHA ATENTA (no oir, sí escuchar) y nuestro propio ejemplo podemos facilitar las claves para que nuestros hijos tengan una correcta, efectiva y feliz comunicación entre nosotros y entre sus amigos e iguales. Nunca es tarde para intentar recuperar una correcta forma de comunicación entre padres e hijos, merece la pena intentarlo!

Mónica Orozco Martínez logopeda y terapeuta en Red Cenit.