A Elena no le gusta  leer.

Cada vez que se enfrenta a un párrafo tiene que hacer un gran esfuerzo para identificar esos signos llamados  letras y transformarlos en sonidos; formar con  las estructuras silábicas  palabras que terminarán constituyendo frases,  e integrar esas frases en un continuo  del cual se compone ese dichoso párrafo.
A Elena  se le resiste una y otra vez.
Pero aquí no termina  todo,  ya que además deberá dotarlo de significado, como si con todo  lo anterior no tuviera suficiente.

La dislexia es un problema específico. Cuando un niño no aprende a leer según lo esperado podemos pensar que existe, o bien un retraso lector o una dislexia. En el primer caso el camino del aprendizaje está trazado y solo falta afianzar el recorrido; en el segundo, el camino se irá construyendo según se avance.

Volviendo al caso de Elena, sus papás  se sentían angustiados ya que además veían afectada la autoestima de la niña y esto les preocupaba especialmente.

El  caso de Elena es uno más de tantos que llegan a nuestro centro.
Es de suma importancia una detección temprana para proporcionar al niño la ayuda adecuada que le permita compensar con las estrategias necesarias.

¿Cómo detectar la dislexia?

El primer paso es  conocer el  historial evolutivo, contexto familiar, escolar y características personales.
Para ello 

  • Realizamos una primera evaluación en la que intervienen todos los procesos específicos implicados en la lecto-escritura
  • Complementamos con una serie de baterías para valorar también su perfil cognitivo y descartar posibles trastornos en comorbilidad
  • Descartamos algún tipo de disfunción en la eficacia visual.

Esta primera valoración  nos permite no solo saber cuáles son las principales dificultades que muestra el niño ( en el caso de Elena en las reglas de conversión grafema-fonema),  sino  conocer también  sus puntos fuertes, destrezas, aficiones, capacidades…

Todo ello nos permite enfocar mejor la intervención de manera que sea más específica, individualizada y estimuladora.

Pasados unos meses volveremos a evaluar.

¿Cuál es la intervención que realizaremos en casos de dislexia?

El plan de intervención incluirá los aspectos u objetivos que debemos tratar,  estableciendo una progresión adecuada,  y aunque la primera evaluación nos dice por donde empezar, las sucesivas intervenciones nos irán guiando de manera más específica y concreta.

Algunas de las actividades dirigidas que planteamos en e caso de Elena para trabajar su dificultad fueron las siguientes:

  • Lecturas con correcciones: pactamos primero un gesto como un palmada, se trata de leer un texto y cada vez que se cometa un error se realiza dicho gesto,  de esta forma deberá  descubrir que palabra ha leído de forma incorrecta, retomando de nuevo la lectura desde el punto anterior.
  • Lecturas de palabras inventadas: colocamos estas palabras camufladas en textos, el niño que está avisado debe localizarlas a medida que realiza la lectura.
  • Segmentación de sílabas: escuchar una lectura silabeada de palabras e ir escribiéndolas para luego leerlas sin silabear.
  • Leer una lista de palabras, segmentar con rayitas y después volver a leerlas.
  • Prosodia y entonación: realizar lecturas con pausas visibles sustituyendo los principales signos de puntuación por iconos que indiquen una pausa breve o más larga, por ejemplo.
  • Lecturas simultáneas: se trata de leer un texto a la vez, marcando el ritmo de forma que pueda seguirnos el niño.
  • Repetición de lectura: consiste en leer repetidas veces el mismo texto, de esta forma se consigue una lectura más fluida.
  • Lecturas pareadas: iniciar la lectura a un ritmo adecuado y pasar el turno al niño para que este siga con la lectura.
  • Lecturas partidas: tapar con un folio la mitad del renglón estimulando de esta forma el reconocimiento visual.

Estas son algunas de las actividades que planificamos en concreto para el caso de  Elena. Respecto a los textos buscaremos  aquellos que se correspondan con su centro de interés, en su caso “los caballos “para que así resulten más interesantes las actividades.

Para concluir, me gustaría señalar que la experiencia nos dice  que a estos niños hay que comprenderles, acompañarles, mostrarles mucho cariño y  valorar sus esfuerzos además de normalizar su dificultad.

¡Hacerles sentir que ellos  pueden será el impulso que les lleve a lograrlo!

Amparo Ibáñez Orrico, es pedagoga en Red Cenit

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