Existen algunas estrategias educativas para el TDAH en Educación Primaria. Nos ayudarán a reducir los efectos negativos que la inatención, la inquietud y la impulsividad pueden ocasionar en el alumno. El objetivo de estas estrategias es evitar o retrasar la aparición de problemas académicos y de comportamiento.

ESTRATEGIAS EDUCATIVAS PARA EL TDAH EN EDUCACIÓN PRIMARIA

  • Situar al alumno

Esta estrategia se refiere al contexto, condiciones y circunstancias en que se desarrolla el proceso de enseñanza-aprendizaje del alumno.

  1. Entorno físico. Colocar al niño en la parte delantera de la clase reduce distracciones, permite supervisarle con mayor frecuencia, dirigirse a él de forma más discreta, sin que todos los compañeros se enteren, por ejemplo, de cuándo se le llama la atención. Esto debería ir unido a la eliminación de todos los posibles elementos distractores. Se debería quitar todos los carteles, mapas, etc., que no sean necesarios en ese momento, o colocarlos en la parte trasera. Esto incluye los objetos atractivos que pudiera haber en la mesa del profesor.
  2. Los compañeros.  Una recomendación general sería rodear al alumno con problemas de compañeros tranquilos, trabajadores y pacientes, con los que además tenga buena relación.
  3. El profesor. Es beneficiosa una buena organización. Las cosas bien preparadas y avisadas con tiempo ayudan al alumno a organizar su trabajo. También la flexibilidad es conveniente. Un profesor que distinga lo fundamental de lo accesorio, tanto en los objetivos y contenidos del programa escolar como en las normas de comportamiento, y que sepa dar prioridad a los aspectos que se está trabajando, ignorando otros. Por último, es fundamental el interés y la perseverancia. El profesor debe mantener la aplicación de medidas durante algún tiempo antes de considerar que no han funcionado, e ir solucionando los problemas que se vayan presentando.
  4. Entorno temporal. Es recomendable dedicar las primeras horas de la mañana a las áreas que requieren un mayor esfuerzo intelectual y dedicar las últimas horas de la mañana o las horas de la tarde a las áreas que requieren menor concentración. No realizar un examen escrito inmediatamente después de un recreo o actividad física. Es preferible comenzar con otra actividad y cuando se sosieguen hacer la prueba.
  • Enseñar al alumno a aprovechar la clase
  1. Organización del profesor. Revisión de las estrategias aplicadas al alumno, asegurarse de que entiende los nuevos contenidos y ha anotado la tarea para casa. Se pueden dedicar 5 minutos al inicio de la mañana y 5 al final para estas revisiones.
  2. Dosificación del esfuerzo.  A un alumno con TDAH estar concentrado le supone un esfuerzo mayor y se fatigará antes, de modo que es necesario ayudarle a dosificar el esfuerzo. Intercalar tiempos de explicación y trabajo personal, acabar las sesiones con actividades atractivas e introducir variedad en las actividades y en la forma de realizarlas. También se podría iniciar la sesión realizando un guión de lo que se va a hacer para ayudar al alumno a graduar sus esfuerzos.
  3. Control de la atención. Técnicas útiles podrían ser dar dos veces las instrucciones, utilizar técnicas activas para atraer la atención de los alumnos durante las explicaciones e introducir variaciones en los ejercicios y trabajos para que no sean monótonos.
  4. Control del comportamiento. Lo más recomendable es la aplicación planificada de técnicas de conducta. También sería procurar que el alumno se sienta reforzado por su trabajo y por su comportamiento, centrarse en los aspectos del comportamiento que se han elegido para el plan personal del alumno, e ignorar otros problemas de comportamiento, salvo que sobrepase ciertos límites, dar órdenes claras y firmes y evitar enviar al alumno fuera de clase, a no ser que vaya a trabajar con otro profesor
  5. Facilitar el aprendizaje. Dejar claro los puntos principales que los alumnos tienen que aprender. Si se puede, hacerlo por escrito y repasarlos personalmente con el alumno. Si el alumno no ha aprendido algo fundamental, ayudarle a seguir repasándolo y, si es posible, retrasar la introducción de nuevos contenidos.
  • Evaluar al alumno

En los alumnos con problemas de atención, o excesiva impulsividad hay que tener en cuenta que habrá características de la evaluación que favorezcan un mejor rendimiento. Algunas formas pueden ser: tener claro lo que se evalúa y cómo se califica, priorizar la evaluación de los procedimientos, elegir la forma de examen en la que mejor rinda el alumno, adaptar la forma de los exámenes escritos para facilitar el trabajo del alumno, y dar el tiempo necesario.

  • Organización del trabajo en casa y comunicación con la familia
  1. Las tareas para casa. Es fundamental que padres y profesores ayuden al niño a organizarse y garantizar del uso correcto de la agenda y el control de ésta, se debe valorar la tarea en su justa medida, e individualizar; adaptar la tarea en contenido, cantidad y exigencia de realización a las características y necesidades de cada alumno.
  2. Comunicación con la familia. No es recomendable que la comunicación sea a través del alumno verbalmente, sería conveniente que el tutor pudiera mantener frecuentes entrevistas con la familia del niño.
  • Motivar al alumno

Dadas las características de estos alumnos, la motivación para el trabajo no es su punto fuerte. Por ello se recomienda:

  1. Relevancia, los contenidos del aprendizaje deben estar relacionados con las experiencias del alumno e integrados con sus conocimientos.
  2. Elección, el control de la enseñanza y aprendizaje es compartido por profesor y alumnos.
  3. Éxito, asegurarse de que el alumno haga de forma correcta tareas, ejercicios y exámenes.
  4. Colaboración, vincular la enseñanza y el aprendizaje con interacciones sociales productivas, y unidades temáticas; organizar el trabajo de forma que el alumno practique durante un tiempo con los mismos contenidos y tenga varias oportunidades de dominarlos.
  • Promover el autocontrol

Educar al alumno en la responsabilidad y la autodirección. Enseñar a los alumnos a ser conscientes de lo que hacen, a proponerse objetivos, a considerar distintas alternativas para alcanzarlos, a elegir una o varias posibilidades y hacer un plan con ellas, a seguir el plan y supervisar su cumplimiento, y a valorar el logro o no logro de los objetivos.

Organizar las intervenciones de forma que vaya siendo cada vez menos necesaria la supervisión, enseñar al alumno a utilizar autoregistros para conocer y valorar su actuación, y extinguir progresivamente las recompensas materiales procurando que los comportamientos se mantengan mediante recompensas sociales y la sensación de autodominio que produce el hacer bien las cosas.

Violeta Peláez, pedagoga y terapeuta en Red Cenit

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