Lo primero en el caso de niños lentos es averiguar qué es lo que motiva la lentitud en el trabajo. Algunas causas posibles serían que no sabe bien qué tiene que hacer, se distrae constantemente interrumpiendo la tarea, pasa largos ratos inactivo, como en blanco, su velocidad habitual de trabajo es muy lenta, se muestra perfeccionista, corrige constantemente, borra con mucha frecuencia o muestra un problemas de conducta. Para saber esto habría que considerar si es necesario realizar una valoración con profundidad por especialistas.

Estos niños trabajan bien, pero a un ritmo muy lento. Necesitan mucho más tiempo que los demás para realizar las tareas, de manera que suelen invertir casi toda la tarde en los deberes escolares. Son niños que se distraen con facilidad o interrumpen continuamente el tiempo de trabajo. En ocasiones estos niños lentos necesitan ayuda continua. Su dedicación a las  tareas conlleva que dejen de disfrutar de otras actividades necesarias como el juego, el deporte o la relación con los demás. Suelen faltarles estrategias para trabajar de manera organizada y sistemática.

A continuación se exponen algunas pautas que pueden ayudarle a ser más rápido en la ejecución de las tareas:

Mientras realiza las tareas

  • Es conveniente reducir al máximo los distractores. Si un niño es lento para hacer la tarea, si encima está la televisión de fondo, será todavía más lento. Puede acelerar la velocidad si le decimos: “cuando acabes ponemos la tele…”
  • Acercarse al niño cuando empieza el rato de trabajo para impedir que realice acciones que retrasen el inicio del mismo (ponerse a sacar punta, empezar a buscar la página desde la primera y una por una, buscar material que no va a necesitar…)
  • Simplificar ciertos procesos para hacerlos más ágiles: preparar la ropa para el día siguiente la noche anterior, preparar la mochila, reducir el número de objetos a utilizar, … (por ejemplo, no es conveniente usar muchos cuadernos o bolígrafos de diferentes colores). En todos los aspectos simplificar y reducir.
  • Permanecer junto al niño mientras trabaja, dándole instrucciones que le ayuden a controlar su tiempo de trabajo. Tener al niño cerca para controlarle y redirigirle si es necesario.
  • Introducir actividades variadas que le motiven más:
    • Cambiar el color, el tamaño o orientación de la hoja de ejercicios.
    • Hacer cambios en el formato de los ejercicios: utilizar otra distribución, otro tipo de letra, buscar ejercicios de libros de otros años.
    • Cambiar el tipo de tareas: se puede pedir al niño que resuelva una serie de problemas, pero también es posible darle las soluciones desordenadas para que coloque cada una en su sitio, o darle los problemas solucionados para que juzgue si están bien o mal realizados. Se puede pedir que haga una redacción sobre algo, pero también que continúe una ya comenzada, o que cambie el final a una historia conocida, que realice una nueva historia con los mismos personajes, …
    • Combinar distintos tipos de actividades, (respuesta larga, unir con flechas, completar, respuesta corta, dibujar, etc.).
    • Introducir cambios en la forma de trabajar (individual, en parejas, en grupo)
  • No son efectivas las llamadas de atención continuas y críticas a los niños lentos. Se les desalienta. Es preferible buscar estrategias para marcarles el ritmo y tener referencias. Por ejemplo, dividirle en pasos las tareas y marcarle tiempos para cada uno de los pasos. Una forma divertida de marcar el tiempo es poner una canción: “debes recoger el baño en lo que dura la canción”.
  • Mostrarle satisfacción con su esfuerzo y trabajo

En clase

  1. Reducir la cantidad de trabajo, especialmente cuando se trata de series de ejercicios del mismo tipo. Exigir que unos pocos estén bien hechos, más que realizar muchos.
  2. No hacerle copiar los enunciados.
  3. Valorar más el contenido y la corrección que la buena presentación del trabajo.
  4. Permitir el uso de la calculadora para la realización de problemas.
  5. Colocarle junto a un compañero que trabaje con agilidad. Uno de los dos niños tendrá que controlar que vayan comenzando cada ejercicio al mismo tiempo.
  6. Cada vez que el profesor vea al alumno concentrado en su tarea convendría que se acercase a él expresando su satisfacción, (sonriendo, con un gesto de ánimo, o diciendo “muy bien, estás trabajando duro”)
  7. Permitir al alumno el uso de sistemas de corrección rápida: escritura en el ordenador, uso de líquido corrector, tachado de errores.

Posibles estrategias:

  • Anotar al inicio de las tareas cuál va a ser el trabajo que se va a hacer (es buena idea usar una pizarra). Poner como última actividad una que resulte interesante o atractiva para el alumno, sin que se pueda pasar a una actividad sin haber acabado la anterior.
    Una buena opción es rellenar un horario de tarde para que aprenda a distribuir su tiempo y organizar las actividades. Si sabe que el tiempo es limitado y no lo aprovecha luego sufrirá las consecuencias. Además, con el sistema tiene asegurado su tiempo libre, juego, deporte… y que este no depende de si acaba sus tareas o no.
  • Otra opción es ponerle delante un reloj y decirle “cuando la aguja llegue aquí vendré”, o un reloj de arena también vale
  • Aunque tenga las tareas anotadas en la agenda, mejor señalárselas en su cuaderno-libro. (Si es posible el número del ejercicio en su libro con un rotulador de color) Si tiene ejercicios en esa página rodeados de otro día, usa un color distinto. Si el libro no es propiedad del alumno, se pueden usar pequeños post-it.
  • Usar una señal de actividad que avise de que empieza el tiempo de trabajo personal. Se puede colocar encima de su escritorio.
  • El problema de los niños lentos puede no ser debido a distracciones o sobrecarga de trabajo, sino a un mal manejo del tiempo, es decir,  cree que tiene suficiente tiempo hasta que en realidad le demuestra lo contrario.
  • Un buen recurso para que gestione mejor el tiempo es hacer prácticas de estimación del tiempo. Se trata de pedir a estos niños lentos que intente adivinar el tiempo necesario para realizar algunas actividades, y comparar sus predicciones con la realidad para aumentar progresivamente su conciencia del tiempo y su precisión a la hora de hacer previsiones. No es necesario que las predicciones se centren en actividades académicas. Se pueden valorar cuestiones como las siguientes:
    • ¿Cuánto tardas en ir desde casa al parque?
    • ¿Cuánto tardas en recoger tus cosas y ponerte el abrigo?
    • ¿Cuánto tardas en escribir una redacción de 15 líneas?
    • ¿Cuánto tardas en comerte el bocadillo?
    • ¿Cuánto tardas en hacer estas sumas?
  • Enseñar algunas técnicas de estudio para ayudarle a organizar su trabajo, preparar lo necesario, utilizar la agenda y aprender a trabajar de manera organizada.
  • Usar FICHAS DE TAREA o una FICHA DE CONTROL DEL TIEMPO.
  • Jugar a “vencer el reloj” para hacer la tarea en cierto tiempo; si termina antes tiene un premio.
  • Hacer un contrato de tareas que incluya puntos y premios cada vez que termina las tareas a tiempo. Un juego de ruleta, con distintos reconocimientos, puede funcionar igual.
  • Otra opción es aumentar el tiempo previsto para los deberes o actividades cotidianas. Si necesita más tiempo, hay que tener previsto un cierto margen de tiempo y a veces eso implica madrugar algo más.
  • Tareas breves en las que se le pide al niño intentar reducir los tiempos de ejecución también son una forma de estimular la velocidad de procesamiento. Uso del cronómetro.
  • Tiempos breves. Cada caso es particular, pero un buen número de niños lentos rinden mejor si trabajan periodos breves de tiempo. A muchos niños les da resultado pedirles que nos enseñen la tarea cada vez que terminan un ejercicio o dos. No se trata de corregírsela y hacérsela repetir, sino más bien una forma de secuenciarle la actividad y establecerle pequeños descansos organizados.
  • El tiempo de estudio tiene que estar delimitado tanto al principio como al final. Cuando el tiempo se termina se termina el estudio o deberes, aunque no se hayan terminado. Se puede ser mínimamente flexible y dejar algún minuto más para terminar algo, pero no más de 5 minutos: cuando se termina el estudio se pasa a la actividad siguiente. En el fin de semana se debe elegir un día en el horario para dedicar al estudio o los deberes: el sábado o domingo, pero solo uno de los dos
  • Es posible que los primeros días el tiempo sea insuficiente y no termine los deberes escolares. Lo ideal es que le expliquen al tutor el plan que van a seguir y que probablemente venga algunos días con los deberes sin terminar. Cuando suceda se le podrá escribir una nota en la agenda especificando que no dio tiempo a terminar las tareas. El niño tendrá que hacer frente a las consecuencias, desde una reprimenda del profesor u otro tipo de medidas, esto hará que aproveche más el tiempo y trate de terminar todas sus tareas.
  • Para hacer más consciente al niño de la calidad de su trabajo personal se puede emplear una FICHA DE TRABAJO PERSONAL que le ayude a valorar sus tareas y evaluar posibles mejoras en el proceso.
    Como sugerencia se puede valorar antes de asignarle los puntos, si se decidiera realizar un sistema de recompensas.

Tener muchos problemas a la hora de hacer deberes puede ser señal de falta de motivación, de descanso, de hábitos, o falta de paz y sosiego interior. Para que los deberes sean más llevaderos, procura que el nivel de exigencia sea proporcional a su edad, no le presiones con los deberes, potencia su autoestima, usa el refuerzo positivo, fomenta su autonomía y ayúdale a crear hábitos y rutinas. Es muy importante que tenga un espacio fijo de trabajo, que realice los deberes a unas horas determinadas y que planifique unos momentos de descanso pautados.

Violeta Peláez, pedagoga y terapeuta en Red Cenit

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