Gracias a diferentes estudios sobre lesiones cerebrales y estimulación, se ha dejado de tener una visión localizacionista en el cerebro, es decir, ya no se piensa que las funciones cognitivas se encuentran en un área específica del cerebro. La visión actual se centra en  la conectividad cerebral, que implica que las regiones del cerebro están comunicadas entre ellas.

La conectividad funcional es directamente dependiente de la experiencia, ello quiere decir que se puede alterar la conectividad con entrenamiento cognitivo. 

El nivel de educación, ocupación laboral, etc., (la reserva cognitiva) disminuye el riesgo de desarrollar demencias y síntomas cognitivos. Estudios en autopsia indican que a mayor nivel educativo menor riesgo de demencia clínica antes de fallecer.

Un mayor nivel de reserva cognitiva aumenta los recursos cerebrales y la eficiencia al realizar una tarea cognitiva (memoria de trabajo)

La estimulación frecuente y rápida del cerebro aumenta la sensibilidad de las sinapsis y de los potenciales postsinápticos (Bliss y Lomo, 1973), sin embargo, la estimulación infrecuente y escasa disminuye la respuesta de las sinapsis.

Estos estudios demuestran la posibilidad de aprendizaje a lo largo de toda la vida.

La plasticidad cerebral, es la capacidad del sistema nervioso para cambiar su estructura y funcionamiento a lo largo de su vida, como reacción a la diversidad del entorno. La plasticidad neuronal representa la facultad del cerebro para recuperarse y reestructurarse. Este potencial adaptativo del sistema nervioso permite al cerebro reponerse a trastornos o lesiones, y puede reducir los efectos de alteraciones estructurales producidas por patologías como el deterioro cognitivo, la enfermedad de Alzheimer, dislexia, TDAH, etc.…

Someterse de forma continuada a la estimulación cognitiva adecuada desarrolla redes neuronales y se fomenta la creación de nuevas sinapsis y circuitos neuronales capaces de reorganizar y recuperar la función de la zona dañada y la transmisión de capacidades compensatorias.

No hacer nada acumula amiloide en el cerebro, el cual es parte intrínseca del trastorno de la enfermedad de Alzheimer. De mayor se tienen un 30% de neuronas menos, de ahí la importancia del entrenamiento cognitivo. El entrenamiento cognitivo induce a la plasticidad cerebral. Proporciona la práctica sistemática necesaria para el establecimiento de nuevos circuitos neuronales y para el fortalecimiento de las conexiones sinápticas entre las neuronas.

El cerebro es susceptible al cambio, tanto positivo como negativo, lo cual es motivo suficiente para concienciarse de la importancia de mantener el cerebro ocupado.

Violeta Peláez, pedagoga y terapeuta en Red Cenit

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