“Mi hijo/a es muy torpe, inatento/a…”
“Se le olvidan las cosas muy rápido, parece muy despistado/a, no ejecuta secuencias ordenadas por muchas veces que se le repita cómo hacer las cosas…”
“Sólo recuerda o hace lo que él/ella quiere o le gusta/motiva…”
“Es muy lento/a haciendo las cosas, parece vago/a…”
¿Has escuchado alguna vez hablar de la DISPRAXIA?
La praxis ha sido definida como la habilidad para conceptualizar, planificar y ejecutar acciones motrices de manera voluntaria y coordinada, es decir, es la capacidad que tenemos para realizar secuencias de movimientos coordinados y ordenados para llevar a cabo una actividad o un fin determinado. Esta habilidad permite coordinar las funciones motrices y cognitivas para llevar a cabo acciones y actividades del día a día como pueden ser subir las escaleras, atarse los cordones, vestirse, ordenar la habitación, jugar (construcciones, puzles…), etc.
Para ser exitosos en Praxis es necesaria una correcta integración sensorial, tener conciencia corporal y un buen control postural, equilibrio, buena coordinación y control motor, tono ajustado y funciones ejecutivas.
Signos que me pueden llevar a sospechar que mi hijo/a tiene un problema de dispraxia:
- Dificultades para coordinar los movimientos en Actividades de la vida diaria (AVDs) y deportes: vestirse/desvestirse, subir escaleras, saltar a la comba, montar en bicicleta, realizar lanzamientos…
- Parece no saber medir la fuerza que debe emplear para llevar a cabo una acción concreta.
- Les puede resultar muy costoso bailar, seguir los pasos de coreografías sencillas y los ritmos.
- Se muestra inseguro/a en actividades que implican movimientos rápidos.
- Persistentes tropiezos, pequeños accidentes frecuentes, caídas…
- Puede presentar problemas de escritura y sujeción correcta del lápiz.
- Encuentran dificultad en actividades que requieren uso bimanual: abotonar, subir cremalleras…
- Dificultades de planificación, ideación, organización y resolución de conflictos.
- Puede parecer desorganizado/a, despistado/a, inatento/a… Requiere de mucho tiempo para llevar a cabo tareas sencillas, puede parecer que evite realizar algunas tareas complejas, parece vago/a o perezoso/a.
- Pueden mostrarse inseguros, poco participativos, rechazar el juego en equipo…
- Lenguaje inmaduro o desestructurado: dificultades para narrar de manera ordenada, les cuesta mucho expresarse de manera correcta u ordenar sus ideas.
- Dificultades en articulación de sonidos.
- Pueden desarrollar problemas de alimentación (p.ej. dificultades de masticación).
Todas estas dificultades pueden limitar las actividades del día a día de estos niños/as y derivar en fracaso escolar; pueden afectar directamente en sus relaciones sociales, provocar frustración e incidir de manera negativa en su autoconcepto y autoestima.
Toda esta explicación tiene una finalidad informativa, no diagnóstica. Si sospecha que su hijo/a puede presentar dispraxia, consulte con un terapeuta ocupacional especializado para evaluarlo/a y le dará estrategias individualizadas para las dificultades concretas que presente.
Raquel Pastor, es terapeuta ocupacional en Red Cenit