Funciones ejecutivas y memoria de trabajo en el TDAH.

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Existe consenso en la literatura científica de que las funciones ejecutivas se relacionarían intrínsecamente con las funciones del lóbulo frontal, consideradas como un conjunto de habilidades cognitivas que operan para dar lugar a la consecución de un fin establecido con anticipación. Las funciones ejecutivas permiten el diseño de planes, la selección de conductas, la autorregulación de los procesos para la consecución del objetivo que hay que realizar, la flexibilidad y la organización de la tarea propuesta.

Welsh y Pennington, definen las funciones ejecutivas como ‘la habilidad para mantener un set de resolución de problemas atendiendo a un objetivo futuro’.

Si ejemplificamos el modelo de una forma menos teórica, podemos relacionar las funciones ejecutivas con el concepto de manager, entendido tal como lo haría un ‘ejecutivo empresarial’.

El «manager» tendría, dentro de sus tareas principales, la resolución de problemas planteados en el ámbito laboral, y debería formular una ‘intención de resolución’, diseñar un ‘plan’, establecer ‘estrategias’ acordes a los patrones de prioridad evaluados y determinar el tipo de tácticas para la consecución de ese plan, así como inhibir las interferencias posibles en la ejecución de éste.

El trabajo de un manager conllevaría un seguimiento y un control (monitorización) de la ejecución de dicho plan, de manera que si no responde a las expectativas de resolución, debería determinar o establecer ‘cambios adaptativos’ para la solución del problema.

En la actualidad resulta extraño que no se haga referencia a las funciones ejecutivas cuando se habla del lóbulo frontal porque incluso hay autores que las consideran como uno de los procedimientos más significativos de éste; se hace referencia a ellas como procesos cognitivos complejos. La organización y la secuenciación de planes, la capacidad de atender diversos estímulos de forma simultánea, la flexibilidad cognitiva, la capacidad de responder de acuerdo con el contexto, la resistencia a la distracción y la inhibición de conductas inapropiadas compondrían las funciones cognitivas complejas.

Otros autores piensan que las funciones ejecutivas responderían más a un ‘proceso de control central’ y no necesariamente a procesos cognitivos complejos.

Memoria de trabajo: característica distintiva de la función ejecutiva

La MT o memoria operativa se considera un elemento distintivo de la función ejecutiva. Hoy se sabe, por estudios de resonancia magnética, que la corteza dorsolateral prefrontal desempeña un papel crucial en la MT. Se ha podido observar que durante los intervalos de retención de información, en los tiempos de respuesta con retraso, existe una actividad en la zona intensa y persistente.

Denckla, enfatiza la importancia de ésta cuando habla de la función de control central (función ejecutiva), implicada en lo que ella denominaría ‘memoria prospectiva’ (memoria de trabajo) o ‘intención de futuro’, ya que actuaría como guía para las respuestas futuras ante eventos determinados.

Baddeley, por otro lado, describe la memoria de trabajo como un ‘mecanismo de almacenamiento temporal que permite retener a la vez algunos datos de información en la mente, compararlos, contrastarlos o, en su lugar, relacionarlos entre sí’. Se responsabiliza del almacenamiento a corto plazo, a la vez que manipula la información necesaria para los procesos cognitivos de complejidad alta.

La información sostenida en la mente presenta como particularidad una ‘intención de futuro’ o ‘memoria de trabajo’ que pone en marcha no sólo el sostenimiento de ésta, sino que establece un procesamiento de dicha información con los ‘bancos de memoria intermedios’ y la ‘memoria a largo plazo’.

Tradicionalmente se implica en dos tipos de procesos:

Control ejecutivo: hace referencia al mecanismo de procesamiento de la información.

Sostenimiento activo: constituye el concepto de almacenamiento temporal.

Este mecanismo de almacenamiento temporal (memoria de trabajo) presenta la característica de utilizarse en conexión con mecanismos especializados de almacenamiento provisional que sólo se activan cuando es necesario retener un tipo de información específica. Algunos autores se refieren a ellos como ‘bancos de memoria intermedia’ (o buffers en el lenguaje informático).

Cada sistema sensorial tiene un banco de memoria especializado, es decir, de memoria intermedia, que ayuda en la percepción y permite que el mecanismo compare lo que se está viendo u oyendo en el instante, después de lo que se ha visto u oído en un instante anterior. La memoria de trabajo permanece en conexión con la memoria a largo plazo, que permite acceder a los conocimientos y experiencias pasadas que el sujeto haya tenido sobre el tema que se mantiene online en la memoria de trabajo. De esta manera, con las aportaciones de esa información, se operaría con precisión mayor en la resolución de los problemas planteados.

El mecanismo general de la memoria operativa (memoria de trabajo) sería mantener la información sobre el objetivo que se quiere alcanzar, recogiendo la información pertinente de los bancos de memoria intermedia, su relación con la memoria a largo plazo, y todo ello en el conjunto de las funciones ejecutivas.

Por lo expuesto se deduce que el constructo ‘memoria de trabajo’ asume un rol prominente en el modelo de las funciones ejecutivas.

Disfunción ejecutiva

Algunos autores consideran, como elemento distintivo del TDAH, la disfunción ejecutiva, que Barkley define como ‘la incapacidad de seguir una secuencia desconocida de actos dirigidos a un fin determinado, evidenciando por otra parte la imposibilidad de poner en juego las diferentes variables que intervienen y de decidir con relación a lo juzgado’.

Este tipo de disfunción tiene las siguientes características:

Dificultad en el manejo de la dirección de la atención: dificultad en inhibir estímulos irrelevantes.

Dificultad en el reconocimiento de los patrones de prioridad: falta de reconocimiento de las jerarquías y significado de los estímulos (análisis y síntesis).

Impedimento de formular una intención: dificultad en reconocer y seleccionar las metas adecuadas para la resolución de un problema.

Imposibilidad de establecer un plan de consecución de logros: falta de análisis sobre las actividades necesarias para la consecución de un fin.

Dificultades para la ejecución de un plan, sin lograr la monitorización ni la modificación posible de la tarea según lo planificado.

Esperamos que sean de ayuda esta serie de artículos dónde profundizamos acerca de todo lo que envuelve al trastorno por déficit de atención / hipèractividad.

La próxima semana hablaremos sobre TDAH comportamiento perturbador y lenguaje.

 Luis Abad psicopedagogo y director de los centros Red Cenit.