Las rutinas diarias para los niños aportan grandes beneficios al bienestar emocional y psicológico, por ello, es importante continuarlas incluso en vacaciones, fines de semana, confinamientos, etc.

Los especialistas de la salud solemos remarcar la importancia de implementar rutinas al iniciar cualquier tipo de intervención o consulta desde edades tempranas, durante los primeros años de vida de los niños/as. Es muy importante que los niños empiecen a interiorizar las pautas para mantenerlas a lo largo del tiempo y entender la estructura de nuestro día a día.

Beneficios de las rutinas diarias para los niños:

  1. Aportan seguridad a los niños
  2. Ayudan a reducir la ansiedad y las conductas disruptivas derivadas de los nervios ante la incertidumbre por no saber qué va a pasar o qué vamos a hacer
  3. Aumentan la eficiencia
  4. Permiten tener una mayor capacidad de organización
  5. Fomentan la autonomía
  6. Ayudan a convertirse en personas más perseverantes y constantes
  7. Enseñan valores- cooperación
  8. Potencian la autoestima
  9. Mejoran la calidad del sueño
  10. Mejoran la autodeterminación
  11. Permiten crear tiempos de descanso/para relajarse

La falta de rutinas diarias para los niños, puede llevar a problemas conductuales o de mal comportamiento, debido a que se produce la sensación de desorden, desorganización, falta de seguridad, etc.

En los centros escolares, las rutinas suelen estar muy marcadas, pero no debemos olvidar la importancia que tienen también en casa para marcar el orden y las secuencias de las actividades de la vida diaria, y así potenciar la comprensión de los límites y de las normas, y crear un ambiente organizado y de seguridad en el hogar.

Estas rutinas serán marcadas principalmente por las actividades más relevantes del día a día: las comidas, el descanso, la higiene, el ocio y el estudio. Para ello es muy importante:

  1. Informar a los niños/as de todo lo que tenemos planificado durante el día (podemos empezar a través de anticipaciones visuales como apoyo o de forma verbal),
  2. Crear horarios y tiempos para cada actividad (podemos utilizar apoyos visuales o auditivos/alarmas para indicar la finalización de las actividades),
  3. Definir los espacios específicos para realizar cada actividad (p. ej, jugar en la salita, estudiar en la habitación, usar la tablet en el comedor…)
  4. Ser muy constantes para conseguir convertir estas rutinas en hábitos y, de este modo, fomentar la autonomía y la madurez de los niños/as.

En ocasiones, es necesario realizar cambios en las rutinas diarias para los niños, debido a imprevistos, acontecimientos especiales, etc. En estos casos es muy importante anticiparle a los niños los cambios que se van a dar y explicarles lo que se va a hacer, con tiempo.

Raquel Pastor, es terapeuta ocupacional en Red Cenit

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