Hoy queremos dar 5 consejos para evitar que nuestro estilo de vida acelerado y siempre con prisas afecte a la educación y al desarrollo de nuestros hijos. Consejos para padres sin tiempo para educar.
¿Qué es educar?
Educar es dar los conocimiento y estrategias necesarias a nuestros hijos para que el día de mañana tengan la libertad de escoger lo mejor para ellos, siendo conscientes y conociendo las opciones que tienen a su alcance.
¿Quién es el principal responsable de educar?
La familia. En la escuela se dan conceptos teóricos, nociones sobre diferentes temáticas que les darán la posibilidad de poder dedicarse profesionalmente a aquello que quieran, y así poder ser autónomos a independientes a nivel económico. Pero no les enseñan a elegir, a decidir, a respetar, a agradecer, etc. Eso, se aprende en casa.
¿Y cuándo se educa?
Continuamente. Aprendemos una parte muy muy pequeña de lo que escuchamos y una parte bastante más grande de lo que vemos, pero sobre todo, aprendemos de lo que vivenciamos. Por lo tanto, no sirve de nada que sermoneemos a nuestros hijos explicándoles que decir palabrotas es de mal gusto y de ser un maleducado, además de ser una falta de respeto hacia los demás, si luego cuando estamos conduciendo o viendo un partido de fútbol soltamos sapos y culebras por nuestra boca. Qué decir si los insultos encima van dirigidos hacia el propio hijo. Ten por seguro que, en cuanto se enfrente a una situación que le frustre o le enfade soltará sapos y culebras por su boca, a pesar de los sermones que le hayas echado porque es lo que tú haces en esas situaciones y es lo que él ha vivido en sus propias carnes.
Por lo tanto, mis consejos son:
- Menos sermones y más ejemplo.
Perdemos mucha parte de nuestro tiempo sermoneando, gritando, quejándonos y auto-compadeciéndonos de cosas que, si nos paramos a observar, ni nosotros mismos somos capaces de cumplir. Así que si quieres que tu hijo se haga la cama por la mañana, asegúrate de que te vea hacértela; si quieres que sea puntual, asegúrate de que vea cómo te las apañas para ser puntual, si es necesario narrando lo que vas haciendo en voz alta (como si lo pensaras para ti mismo), para asegurarte de que llegas a la hora. Si quieres que tu hijo sea agradecido, asegúrate de que él ve que tú eres agradecido. De esta forma, no tendrás que explicarle que es importante hacer todas estas cosas, las verá en ti. Y si tú no eres capaz de hacerlas, entonces plantéate si puedes exigírselas a él antes que a ti.
- Orden + constancia = disciplina.
Hace poco descubrí a Yokoi Kenji , un conferenciante colombiano que ha vivido mucho tiempo en Japón y trata temas como la importancia del orden y la disciplina basándose en lo aprendido en estas dos culturas totalmente opuestas. Podéis verlo aquí: https://youtu.be/IkVFBYW4egs
En una de sus conferencias explica que los japoneses tienen la firme creencia de que el orden y la constancia dan como fruto la disciplina, y la disciplina es la que nos lleva a la prosperidad.
Esta idea me encantó, porque es muy fácil de entender. Si tu hijo hoy es capaz de generar el hábito de hacerse la cama por las mañana o fregar los platos después de comer y colocarlos en su sitio, es mucho más probable que llegue a ser el dirigente de una gran empresa que el que no lo hace.
Porque ese hábito que ha generado a base de repetir una y otra vez una acción que genera orden y limpieza, está creando una auto-disciplina que le hará capaz de conseguir aquello que se proponga porque estará acostumbrado a hacer coas que, aunque no le gustan, son cosas que hay que hacer por un bien mayor. Y lo mejor de todo, lo hará sin que tu tengas que ir detrás de él diciéndole a cada momento lo que debe hacer.
Y esto empieza con actos tan sencillos como recoger los juguetes cuando son pequeños, y cuando son más mayores van siendo actos más complejos como levantarse pronto para ir a por el pan y prepararse el almuerzo, hecho que el cerebro de cualquier chico de 16 años está perfectamente preparado para hacer.
Otra cosa es, que por evitar la frustración del niño y que no sufra, así como evitar el propio sufrimiento del educador, sea el adulto el que acabe haciéndole todo al niño entre murmuros de desaprobación que no sólo le privan de esta oportunidad de generar hábitos productivos y la autodisciplina para convertirse en una persona madura y eficaz el día de mañana, sino que, además, mina profundamente su autoestima, lo desmotiva a afrontar nuevos retos y, por supuesto, crea en él una personalidad dependiente y emocionalmente inmadura que requiere del adulto para todo.
Así que empieza por cosas muy sencillas, pero hasta lo más sencillo necesita un orden. Tu hijo debe saber dónde van las cosas y en qué momento y cómo deben utilizarse. Sólo así puedes exigirle que lo haga correctamente y, como ya he explicado anteriormente, la mejor forma de enseñarles es el ejemplo, aunque en la gran mayoría de casos poner etiquetas también ayuda mucho.
- Gestiona bien tu tiempo.
¿De verdad no tenemos tiempo? Te invito a que pongas por escrito tal cual lo que has hecho hoy, con el tiempo real que has dedicado a cada cosa. ¿Realmente has empleado bien el tiempo? ¿Cuánto tiempo has pasado mirando cosas sin importancia en el móvil?. Tenemos más tiempo del que creemos y se trata de emplearlo en aquello que realmente nos importa, lo cual me lleva al siguiente apartado.
- Prioriza
¿Qué es más importante para ti? ¿Qué tu hijo coma sano, o que coma sentado y no se levante hasta que todos hayan acabado? Prioriza. No quieras abordarlo todo a la vez porque entonces no llegarás a nada y solo habrás conseguido perder tiempo y ganar frustración. Cuando quieras cambiar algo que te afecta a ti o a la familia de tu hijo, analiza lo que debe hacer, divídelo en objetivos concretos y ves pidiéndole cambios de uno en uno y de forma concreta. “Portarse bien a la hora de comer” no es concreto.
¿Qué es portarse bien a la hora de comer? Comer sentado. Comer hablando en un tono medio, sin gritar. Acabarse todo lo del plato o preguntar a la figura de autoridad de ese momento si puedes dejarte algo de comida; esperar a que los adultos acaben una conversación para hablar sin interrumpir, etc. Cada una de estas cosas es un cambio y un reto. No podemos pedirlas todas a la vez. Tenemos que priorizar una y cuando esa esté conseguida, vamos a por la siguiente.
- Elige tus batallas.
Los adultos responsables de la educación de un niño o adolescente deben estar en total acuerdo a la hora de abordar los problemas más complejos, pero para ello, primero hay que saber cuáles son los problemas más graves y urgentes a abordar y priorizarlos del resto. Como mucho elegiremos dos, porque si no, lo más probable es que acabes perdiendo el tiempo, la paciencia y el vínculo acabe viéndose afectado por no haber conseguido nada.
Por lo tanto, y centrarse únicamente en eso estableciendo hábitos y acciones concretas que al principio deben ser muy sencillas y cada vez irán aumentando su dificultad. Por supuesto, es mucho más importante reconocer y resaltar los cambios a mejor, por pequeños que sean que ahondar en lo que no hace y en sus defectos.
Espero que os sirvan estos consejos para focalizarlos y ser más eficaces en la educación de vuestros hijos sin acabar en riñas absurdas y sermones que nos hacen perder tanto tiempo.
María Tudela, es Terapeuta Ocupacional y directora del Centro de Integración Sensorial Red Cenit