Se acerca la navidad y comienzan las luces, los villancicos, las vacaciones, las comidas familiares y, por supuesto, los regalos. Nuestros niños se ven agasajados con diferentes juguetes que reciben con alegría e ilusión y se ponen a jugar enseguida con todos a la vez. Los primeros dos días se entretienen y disfrutan con sus juguetes nuevos, pero en la gran mayoría de casos, a los pocos días pierden el interés y el juguete pasa a ser un trasto más de la casa, que se queda guardado y finalmente se acaba tirando o regalando.

 

Y es que, si consideramos la volatilidad emocional de un niño y el poco tiempo de atención que suelen tener, es normal que si en una semana reciben un regalo tras otro y de repente ese ritmo para, no se “enganchen” a ningún juego, sino a la sensación de recibir regalos y descubrir nuevos juegos y cómo funcionan.

Sin embargo, hay una forma de prevenir este abandono del interés por los juguetes tan pronto y de enseñarles a disfrutar y entretenerse con cada uno de ellos, cosa que les dará mucha autonomía y además, les enseñará habilidades muy importantes como la permanencia en una actividad, el juego funcional y tranquilo, el juego imaginativo y la gestión del propio tiempo sin necesidad de estar guiados y supervisados en todo tiempo por un adulto, o lo que es mejor, sin que tengan la necesidad de reclamar su atención con malas conductas.

En primer lugar, es importante saber que más vale sólo un buen juguete que muchos malos, y con un buen juguete me refiero a un juguete bien escogido y adecuado para el desarrollo, intereses y forma de ser y jugar del niño.

¿Cómo podemos saber cuál es el mejor juguete para nuestro niño?

Pues basta con pararse a observarlo. ¿Con qué suele jugar o entretenerse? (Por supuesto descarto videojuegos, videos o cualquier entretenimiento con pantallas.) Todos los niños tienen algún interés por algo, así que, antes de que lleguen los regalos, dale la oportunidad de jugar con diferentes juguetes u objetos que tenga en casa, (muchas veces nos sorprenden entreteniéndose toda una tarde con una caja, un tupper o una botella con algo dentro), y observa con qué y cómo juega.

Piensa, ¿qué es lo que le gusta de ese juego? Puedes ponerte a jugar con él y preguntarle. Puede que sea imaginar una historia con coches o animales; puede que le gusten las luces o los sonidos de un juguete o que le guste ver como gira o cae algo por un circuito, o construir algo y ver si se sostiene o funciona,… hay que abrir la mente y pensar como él. Una vez hayas detectado aquello que más capta su atención y le entretiene entonces busca juegos que tengan ese elemento.

Una vez llegan los regalos, piensa en una cosa: el mejor regalo para un niño es el tiempo y atención de sus padres. Por ello, dedica tiempo a despejar un rincón en la casa y pon unas estanterías en alto donde guardarás los juguetes de forma que el niño pueda verlos pero que no tenga acceso libre a ellos y deba pararse a pensar y pedirte aquello con lo que quiere jugar durante un rato. Haz el rincón cómodo y atractivo para él. Es su espacio especial, su refugio. Pon una alfombra o un suelo blandito con un puf o almohadón, o incluso una  pequeña tienda de campaña. Deja un hueco o caja grande para poner los juguetes con los que ha decidido jugar, (máximo tres), y otro para guardarlos cuando acabe. Cuando reciba los regalos pregúntale con cuál quiere jugar y guarda el resto en la estantería, (o fuera de su alcance si es muy grande). Ponte a jugar con él en el suelo de su rincón y dale ideas para jugar con ese juguete de diferentes formas intentando motivarle para que aguante lo máximo posible sin llegar a agobiarlo.

Cuando empiece a cansarse dile que se acabó jugar con ese juguete, así que toca guardarlo y elegir otro. Repetiremos el proceso. Hay que estar atento al tiempo que suele aguantar jugando a algo, para anticiparnos cuando vaya a cansarse y recordarle que cuando se canse, tiene que guardar el juguete en la caja y elegir otro nuevo. De esta forma evitamos que acabe lanzándolo por los aires, o simplemente dejándolo por el medio. Parece un poco utópico, pero te sorprenderás de lo eficaz que puede ser dedicarle un tiempo de calidad a tu niño, donde él aprecia que no solamente le dedicas tiempo, sino que además te interesas por su forma de jugar, la aprendes y le enseñas tú también tu forma de jugar.

Quizás pienses que todo esto es un poco exagerado o demasiado tiempo, pero te aseguro que vale la pena y te facilitará mucho la vida y al niño también. Si, además, dentro del horario y rutinas del niño estableces un tiempo para jugar él solo en su rincón especial, (que al principio será breve pero que poco a poco se irá ampliando), le estarás ayudando enormemente. El niño aprenderá a jugar de forma adecuada, autónoma y consciente, aprovechando el juego y permaneciendo un mínimo de tiempo en la actividad sin depender del adulto, lo cual le ayudará mucho en el colegio y a ti te dará tiempo para hacer cosas tranquilamente. Aprenderá a pensar sobre lo que hace o quiere hacer, a tener iniciativa y decisión, a comunicar y pedir las cosas de forma adecuada, a ser organizado y guardar lo que utiliza…. Son todo ventajas!!!

Es algo básico y de sentido común pero en todas aquellas casas en las que he aplicado estas pautas ha habido un cambio radical tanto en el niño, que ha madurado y ganado seguridad y tranquilidad, como en los padres y el clima de la casa, que ha pasado a ser mucho más relajado.

Ánimo, manos a la obra y…… Feliz Navidad!

María Tudela, Terapeuta ocupacional en Red Cenit.