Dentro del ámbito familiar, muchas veces surgen inquietudes sobre como usar los elogios a los niños para valorar sus logros, de forma que ambas partes, en sus relaciones, se sientan satisfechas. Por ello, con este artículo, me gustaría hacer una reflexión sobre la forma que muchas veces tenemos los adultos para comunicarnos con los más pequeños, y el uso que hacemos de algunas palabras.

¿Qué solemos hacer los padres para motivar a nuestros hijos?

  • ¿Cuántas veces les decimos o escuchamos a padres y abuelos decirles a los niños ¡qué bien! ¡Eres el mejor o la mejor! ¡Qué campeón@! ? Este tipo de frases hechas, son elogios a los niños, que al ser repetidos infinidad de veces dejan de tener sentido y valor para ellos, ya que se usan de forma recurrente para cualquier acción que hacen bien, sin pararse a ver qué es lo que realmente están haciendo. Creemos que de esta forma les reforzamos su autoestima, pero estas alabanzas reiteradas, pueden tener el efecto contrario.
  • Otras veces, los elogiamos comparándolos con otros. Cuando decimos ¡mira que bien, igual que tu primo!. De esta forma no nos damos cuenta de que estamos poniendo el foco en la rivalidad y eso les lleva a hacer las cosas para ser mejor respecto a otro.
  • También los elogios a los niños se realizan de forma desmesurada: “nunca había visto algo tan bonito, es para enmarcarlo”. Seguramente esta forma de alabanza pueda perder credibilidad y más, si no tenemos en cuenta la edad, ya que puede generar diferentes emociones a veces difíciles de gestionar.
  • Por último,  si les acostumbramos a recibir elogios por todo, puede que pierdan la motivación por intentar algunos retos que tengan más complejidad, es decir que busquen su superación. Un ejemplo sería que se le elogie en el momento de algún quehacer diario: guardar sus zapatos en su lugar o recoger sus juguetes. Cosas que forman parte del día a día y que son sus responsabilidades.

¿Qué podemos hacer para mejorar la forma de hacer elogios a los niños?

Es importante que se den cuenta de que es el proceso del aprendizaje y el esfuerzo en hacer las tareas lo que favorece la obtención de un resultado u otro. Poner en el foco en el proceso y elogiar cuando están en ello, por ejemplo en el caso de una tarea de armar un un puzle. En el momento en el que lo está realizando podemos decirle: “te estás fijando bien en las piezas para colocarlas, parece que te gusta y vas usando las dos manos para encajar y lo estas consiguiendo.” Cabe decir que podemos buscar frases adecuadas a la edad y en función de la tarea, pero siempre poniendo atención en el proceso. El principal objetivo aquí es buscar la motivación intrínseca de los peques. Cuando respondemos a sus actos con preguntas como ¿te está gustando realizar esto? Saben que estás poniendo atención en ell@s y sienten que realmente estás viendo su trabajo.

Por otro lado, cuando hacemos elogios a los niños respecto a algo que han conseguido, tenemos que enfatizar aspectos concretos de sus acciones como por ejemplo el tener una buena conducta en un restaurante, en casa de unos familiares, en algún sitio público, podemos comentar: “Veo que has saludado a las personas cuando has entrado» «He visto como has dado la gracias». «Me he fijado en que en la comida has  probado las judías que no suelen gustarte, te felicito». Como podéis observar, aquí describimos sus acciones de forma que ellos puedan percibir que se les ha prestado atención en estas actitudes y se les están reconociendo.

Por último, es el afecto, el amor incondicional,  el que promueve que los niños quieran sentirse observados por cada cosa que hacen; por ejemplo, podemos acompañarles con un gesto de impulso la primera vez que suben a un tobogán alto, que sientan que estás ahí. No son los elogios a los niños los que miden el cariño. Hay que tener  cuidado con esto, ya que a veces sin darnos cuenta podemos caer en ese error, y hacerles creer que felicitarlos por algo que han hecho es proporcional al amor que sentimos a ellos.

Desde Red Cenit os invitamos a reflexionar para poder cambiar la forma de hacerles elogios a los niños, parándonos a pensar y elaborando algunas frases para usarlas conscientemente, siempre desde el aliento y el respeto, promoviendo la reflexión y la autoevaluación en los peques.

Debemos provocar que sean ellos mismos quienes puedan motivarse, para que sientan su propia satisfacción y no dependan de los elogios de los demás para valorar sus logros.

“El éxito no se mide por los logros, sino por los obstáculos que superas”

Vanessa Civera, pedagoga y terapeuta en RED CENIT

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                                                 Diciembre 2022