Nuestros hijos adolescentes ya no son niños, pero tampoco son adultos, por ello deberemos seguir siendo su guía, aunque con algunos cambios. Deberemos disminuir el control en algunas áreas e incrementarlo en otras.
En esta etapa, crearán su propia identidad, separada de la nuestra. Será necesario que aprendamos a negociar con ellos dejando de dictar las condiciones de su conducta. Esto es imprescindible, de lo contrario nos encontraremos inmersos en continuas discusiones que aumentarán los conflictos y rencores, y todo esto ocurrirá en un momento de sus vidas en el que nos necesitan más que nunca aunque de un modo distinto al que nos habían necesitado hasta ahora.
Por ello:
- Deberemos crear expectativas razonables, nuestros hijos adolescentes están en un proceso de cambio, nos sorprenderán por su madurez en algunos momentos, y todo lo contrario al instante siguiente.
- Si ejercemos un control excesivo, se resistirán porque lo interpretarán como una negativa a su necesidad de independencia.
- Los ultimátums no funcionan, mejor dejarles elegir entre varias opciones, aunque sean pocas.
- Un principio básico en la educación de nuestros hijos, a cualquier edad, es el de valorar sus conductas positivas. En la adolescencia este principio es más importante que en cualquier otra etapa.
Y qué pasa con los castigos? “Castigado sin salir”, este es el castigo más habitual. Hay adolescentes que viven eternamente castigados, sin conseguir nada, ni ellos ni sus padres.
Castigar sin salir suele resultar efectivo con los hijos adolescentes de menor edad. Este tipo de castigo implica necesariamente negarles los privilegios que valoran como la televisión, el móvil, el apoyo de sus amigos y el nuestro propio. Significa no tener acceso a ningún privilegio (algo que previamente habremos aclarado con ellos).
No se trata de que se queden en casa el tiempo que nosotros digamos (y que normalmente suele ser demasiado). De nada sirve emplear este tipo de castigo si se quedan en casa pero tienen todos los privilegios como usar el móvil, ver la televisión, usar las redes sociales, escuchar música…
“Estás castigado sin salir toda la semana, o todo el mes o…”, gran error. Jamás hay que castigar sin salir durante más de dos días seguidos. Lo ideal es hacerlo durante unas horas. Un castigo corto puede ser casi con toda seguridad más efectivo que esos eternos castigos que se acaban diluyendo o que van en aumento.
Es importante que los hijos adolescentes sepan de antemano qué tipo de conductas darán lugar a este tipo de castigo.
Durante toda esta etapa, complicada tanto para padres como para hijos, los padres deberemos recordar que nosotros somos los adultos. Deberemos demostrar la madurez que esperamos que ellos alcancen algún día, dando importancia a lo verdaderamente importante a largo plazo, demostrándoles nuestra autoridad cuando sea preciso, y toda nuestra empatía, comprensión, apoyo y amor siempre que ellos nos lo permitan.
¡Al final vuelven a nosotros!
Paqui Moreno. Psicóloga y Coordinadora de Funciones Cerebrales Superiores en Red Cenit Valencia