Los gritos, las prisas, el no parar, hablar acelerado, estar mal sentado y a la vez hablar… seguro que todo esto os suena en vuestros hijos. Los niños han de jugar, emocionarse, celebrar los logros a lo grande, pero tenemos que ir con cuidado porque todo repercute en nuestra voz y a la larga, los niños pueden desarrollar patologías importantes como nódulos vocales si no se previenen a tiempo. Es hora de empezar a cuidar la voz.

En nuestro día a día, escuchamos palabras como afonía, “estoy afónico” o “mi hijo está afónico porque ha gritado mucho”, pero no debemos emplear ese término de manera incorrecta. No es lo mismo, afonía infantil que disfonía infantil. Mientras que lo primero se refiere a una pérdida total de la voz, lo segundo a una pérdida parcial. Esto puede deberse a varios motivos, siendo los más comunes, por un mal uso de la voz, esto es, sobre esfuerzo vocal, malos hábitos vocales, hablar rápido y de manera acelerada, mala coordinación fono-respiratoria, etc.

Resulta complicado impedir que un niño pequeño no grite, puesto que la voz va muy ligada a las emociones y un niño las vive con mucha intensidad, por ejemplo, cuando juega en el patio y se pasan el balón o cuando se enfada y grita. Si bien resulta difícil, no es imposible y aquí van una serie de pautas para que los niños aprendan a hablar de manera correcta:

  • No hay que prestar atención a los momentos en que el niño grite para pedir las cosas, lo mejor es ignorarlo, de esta forma entenderá que no necesita alzar la voz para ser escuchado.
  • Hacerle consciente de la importancia de cuidar la voz, por ejemplo, viendo algún vídeo de un niño que grita mucho, se pone rojo, el cuello se tensa… y dándose cuenta de que a ese niño le va a doler la garganta después.
  • Ver algún cuento que trate sobre la disfonía infantil, para hacer entender a un niño que es muy pequeño, la importancia de cuidar la voz. Ver el libro, comentarlo, razonar un poquito las cosas… se trata de que lo aprenda de manera indirecta y divertida.
  • Procurad que el niño tenga un sueño regular y estable, dormir a la misma hora y descansar en un ambiente ventilado.
  • Acostumbradle a que beba agua de manera frecuente y siempre, natural.
  • Cuidad su postura corporal cuando esté sentado y hablando. Intentad corregírsela, ya que, si la postura y la posición de la cabeza están alteradas, interferirán negativamente en la respiración y, por tanto, al no respirar bien, se quedará sin aire y se forzará la musculatura laríngea.
  • Y, sobre todo, tenemos que ser un modelo para el niño: no pretendamos que cambie sus hábitos vocales cuando nosotros mismos somos los que gritamos o nos ponemos ansiosos al hablar como si nos quitaran las palabras de la boca. Tenemos que ser coherentes porque si no tenemos buenas actitudes y valores en la vida, ellos no los adquirirán. Autocorregirse uno mismo es el mejor regalo que se puede dar a un hijo.

M. Amparo Parreño, logopeda en Red Cenit en Valencia

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