Se me remueve el corazón y todo el cuerpo cada vez que escucho hablar de la “agresividad” de una persona con autismo ya que a fecha de hoy no he conocido todavía a ninguna persona con autismo agresiva. Por contra y desgraciadamente, sí he conocido a personas neuro típicas agresivas, violentas y con mucha falta de principios y de valores. No hace falta más que ver las noticias o leer el periódico para encontrar muchísimas.
Tanto Hilde de Clerq, autora del libro El autismo desde dentro. Una guía, como Theo Peeters en el último Congreso Internacional de Autismo celebrado el pasado mes de mayo en Alicante junto con Olga Bogdashina en el mismo foro, nos hablan de intentar entender el autismo desde dentro.
En mi corta, pero intensa, carrera profesional siempre he intentado hacerlo; siempre he intentado utilizar la capacidad innata que en teoría tenemos las personas neuro típicas de ponernos en el lugar del otro. La conocida teoría de la mente o empatía. Digo capacidad innata en teoría, ya que cada vez dudo más de que sea así por las cosas que me toca escuchar respecto a las personas con autismo y respecto a muchas otras cosas de las que no voy a hablar en este artículo ya que no procede, pero que me hacen sentir muy triste y pensar que esta raza humana no sabe muy bien para qué y por qué está aquí.
Así pues, y entrando en el tema que nos ocupa, tal y como he comentado al inicio del artículo, me da mucha rabia cada vez que se me habla de una persona o de un niño con TEA agresivo/a. En el momento en el que se está diciendo eso ya tengo claro que la persona que lo dice es incapaz de entender el autismo desde dentro. Si fuésemos capaces de entrar por un momento en su cuerpo y en su mente, entenderíamos mucho mejor que los problemas de conducta vienen derivados de la incapacidad de poder comunicar lo que se desea en ese momento, de la inadaptación al contexto o al ambiente, y/o del desorden sensorial que provocan los problemas de base que se crean cuando a nivel neuronal existen desajustes que provocan dolor; en muchos olores, colores y/o sonidos por poner un ejemplo.
En los cursos de formación que doy sobre conducta, pongo siempre el vídeo de “Cómo percibe el mundo una persona con autismo” y explico que la misma secuencia vista desde fuera, puede parecer algo muy distinto a lo que observamos en las ilustraciones cuando se vive desde dentro.
Cuando hablo de entender el autismo desde dentro, no lo hago en primera persona ya que no soy una persona con autismo y por tanto, no puedo hablar de mi propia experiencia pero sí que creo que tengo suficiente información para poder intentar entender mejor algunas de sus vivencias.
Esta información y esta formación como maestra que soy no me ha venido dada ni en la carrera ni en las oposiciones ni en los cursos impartidos para maestros. Ha venido por los cursos a los que me he apuntado por interés sobre el tema y sobre todo por leer libros escritos por personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA), o por personas y familiares que están en contacto con personas con TEA.
Lo que vengo a reflejar en este artículo es que tenemos que intentar, cuando no estamos informados y/o formados sobre algún tema, bien seamos profesionales, familiares o alumnos, ponernos en contacto con gente que lo esté antes de hablar o de actuar. Al igual que si nos interesa el tema, tenemos la obligación de estar en continua formación e información sobre este para estar completamente actualizados y poder así dar respuestas adecuadas a cada una de las preguntas que nos vengan dadas al respecto.
No es una tarea fácil estar formado en todos los aspectos que nos ocupan en la vida pero siempre es fácil encontrar información y/o personas que nos pueden ayudar y guiar, y es de sabios preguntar ya que quién no pregunta, no sabe, y el que no quiere saber, jamás podrá aprender.
Como conclusión, una frase que ya citaba Aristóteles y con la que suelo empezar los cursos que imparto tanto a profesionales como a familiares en la que recalcaba que “educar la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto”. Por tanto tenemos que tener claro que para poder tener una sociedad inclusiva y un futuro diferente tenemos que empezar a hacer cambios drásticos en los valores educativos que mueven nuestra sociedad y que son los cimientos sobre los que vivimos. Esos valores de los que se habla tanto pero que cada vez quedan mas lejos, los que tienen que enseñarnos y prepararnos para la vida, para saber convivir, amar, compartir, respetar, tolerar y entender y no a competir, odiar, repudiar, criticar, robar y hacer daño.
“La violencia es el último recurso de los incompetentes» Salvador Hardin
Carmina Forment, especialista en TEA y TEL y terapeuta en Red Cenit