La autonomía es la base para aprender de manera constante durante toda la vida. Ésta se ve fortalecida a medida que los niños, niñas y adolescentes van adquiriendo responsabilidades y son conscientes de que ellos/as son responsables de sus propias acciones y decisiones. Crecer con autonomía y responsabilidades les proporcionará un grado de madurez para enfrentarse a la vida y para ser más felices. Desde Red Cenit os damos unas pautas para ayudarles.

Es la familia, en primera instancia, donde encontramos el principal espacio de socialización del niño. Es en ese entorno donde se encuentran los modelos de aprendizaje,  y donde ellos empiezan a desarrollar habilidades sociales, capacidades y se establecen vínculos socio-emocionales que proporcionan las bases de seguridad para el desarrollo de sus aptitudes y actitudes interpersonales. Si bien, la familia no es el único agente socializador; no debemos olvidar el papel decisivo de la escuela y del entorno.

La autonomía hay que fomentarla en todos los aspectos de la vida del niño: hábitos (alimentación, higiene, salud,…); interacciones sociales; desarrollo intelectual, (dotarles de herramientas para el aprendizaje como libros, juegos,…); el ocio ,(qué jueguen y decidan cómo jugar) ; y diversas responsabilidades, (darles tareas desde pequeños y que estas vayan aumentando progresivamente con la edad).

Una de las tareas más importantes dentro de la educación de nuestros hijos  es  enseñarles a ser responsables. Es algo que hay que empezar a trabajar desde que son pequeños.

Se pueden tomar algunas medidas para fomentar la responsabilidad:

Establecer normas y límites: aunque a veces producen rechazo, éste desaparecerá en la medida que los límites y las normas se integran en un sistema coherente de convivencia.

Ayudarles en la toma de decisiones desde pequeños: esto se empezará por tareas pequeñas, como elegir qué jersey quieren ponerse. Conforme van creciendo se puede contribuir a la toma de decisiones de manera que no les genere tensión.

Ser claro a la hora de expresar a nuestros hijos e hijas lo que esperamos de ellos No podemos esperar a que ellos adivinen nuestros pensamientos.

• Enseñarles a valerse por sí mismos y a que se enfrenten a nuevas situaciones.

Ayudarles ante la posibilidad de fracasar.

• Ponerles algunas tareas a desempeñar, aunque sean pequeños, siempre habrá algo que puedan hacer. Por ejemplo: recoger los juguetes o su cuarto, poner y/o quitar la mesa, comprar el pan, lavarse los dientes, cuidar los materiales, hacer los deberes, ser puntuales, etc.

Marcar bien los horarios: no es lo mismo invierno que verano, o días lectivos que fines de semana. Establecer tiempo de estudio y de ocio.

• Estar disponible para mostrar apoyo cuando sea necesario.

• Es importante que el padre y/o la madre no se haga responsable de una tarea de su hijo/a. Está bien ayudarle y/o acompañarle, pero nunca haga que su hijo se desentienda, es importante que aprendan que las cosas requieren un esfuerzo.

Valorar sus esfuerzos. Esto puede hacerse estableciendo un programa de recompensas, pero no de manera que se vea como un soborno, sino como una forma de motivación por comportarse de manera responsable. Puede hacerse elogiando el trabajo realizado y/o con otro tipo de premios, que no tienen por qué ser algo material.

No cumplir con las responsabilidades tiene que tener consecuencias. No debemos olvidar que una de las mejores maneras de enseñar a nuestros hijos e hijas es con el ejemplo. Si queremos que aprendan bien este valor, lo harán antes si ven que sus padres y madres lo practican.

Educar en la autonomía es formar a nuestros hijos de manera que puedan avanzar en su día a día superando obstáculos, alcanzando independencia y madurez. Evidentemente, esto es algo complejo, y se ponen en juego otras cosas, como es el propio carácter de nuestros hijos o cómo trabajemos para que tengan una buena autoestima.

Pero ¿cómo podemos ayudar a nuestros hijos a que sean personas autónomas?

• Hay que proyectar en el niño una imagen positiva, para que se valore y se respete.

Poner etiquetas no ayuda. Si un niño escucha infinidad de veces lo que piensan de él, terminará creyéndoselo y actuará en consecuencia.

• Exigir tareas por encima de sus posibilidades puede llevar a que los niños se frustren y se desmotiven.

• Aumentar el grado de exigencia de manera gradual, una vez que los niños tengan superadas las habilidades para realizar una tarea.

No evitar los conflictos. Cuando esto ocurra, hay que dotarles de recursos para que puedan enfrentarse a ellos.

• Hay que cumplir los pactos que hagamos con ellos.

• Culpabilizarles si algo les sale mal no favorecerá su nivel de tolerancia a la frustración.

• Los niños tienen que sentir que tienen todo el cariño y apoyo de sus padres.

 

“El ser humano empieza a responsabilizarse, o a no hacerlo, desde la primera etapa de su vida” (Maite Vallet. Pedagoga)

 

Más información en: “Cómo fomentar la autonomía y responsabilidad en nuestros hijos e hijas. Guía para padres y madres”. CEAPA(Confederación española de asociaciones de padres y madres de alumnos)

Lara Beltrán, logopeda en Red Cenit