Los beneficios de la Realidad Virtual en cuanto a tratamiento e incluso como contexto de evaluación para distintas afecciones vinculadas a los llamados Trastornos del Neurodesarrollo, ha sido ampliamente estudiado y  probado. ¿Pero qué ocurre cuando mi hijo no tiene ninguna afección? ¿Qué ocurre cuando su dificultad radica en la falta de motivación? ¿Qué puedo hacer cuando su dificultad está en asumir los conceptos vinculados a las matemáticas o a las lenguas? ¿Y cuándo tiene problemas en sus relaciones sociales o le cuesta ser perseverante en las tareas? ¿Quién nos ayuda? ¿Cómo podría ayudar la Realidad Virtual en niños neurotípicos?

Desde mi humilde experiencia dentro del aula ordinaria y como profesora de refuerzo, siempre he tenido la impresión de que la ciencia y la tecnología en niños con desarrollo típico se ha condenado al ocio o bien existen aplicaciones dispares centradas en trabajar temas muy concretos. Cuando un niño con dificultades en cuanto a sus resultados académicos llega a tus manos, no tienes otra alternativa, en muchas ocasiones, que sentarte a su lado para asegurarte que acaba la tarea. Sí, el concepto se lo has explicado, pero muchas veces falta esa perseverancia.

Es por ello que no debemos de dejar que la tecnología quede solamente al alcance de trastornos o dificultades muy concretas. Debemos ser capaces de generar entornos virtuales que trabajen el modelo competencial. Es decir, trabajar y entrenar competencias como la perseverancia, la tolerancia a la frustración, la comunicación lingüística entre otras, pero no para una materia concreta, sino para la vida en general.

Se trata de conseguir futuros ciudadanos capaces de desarrollar estas capacidades en cualquier contexto. Quizás es un cambio de paradigma muy extremo, pero bajo mi criterio, ni los niños neurotípicos deben de quedar excluidos de la investigación científica, ni se merecen que la solución pase por sentarnos a su lado a asegurarnos que lo hacen. Debemos dar un paso más allá y no buscar ponerles una etiqueta para que reciban la ayuda que necesitan. Eso solamente confunde a las familias y a los niños. El diagnóstico sí, pero cuando realmente sea necesario.

Desde la experiencia en la investigación con Entornos Virtuales Inmersivos sabemos de la trasferencia de habilidades a la vida cotidiana es posible y puede reflejar mejores resultados académicos. ¿Se trata de ignorar el refuerzo y no volverles a explicar aquello que no entienden? Rotundamente no. Pero sí de hacer un cambio hacia el entrenamiento de competencias básicas definidas en la escuela y válidas para la vida dentro de un contexto virtual en el que poder entrenarlas y medirlas.

Personalmente no he olvidado mi etapa de estudiante, cosa que agradezco, y probablemente es en ello donde radica la empatía hacia sus frustraciones. Pero también recuerdo lo bien que me sentía cuando lograba hacer las cosas por mí misma, libre de etiquetas.

Elena Olmos Raya, investigadora en Red Cenit