Es muy importante enseñar a nuestros niños a tolerar la frustración desde pequeños. La frustración es un sentimiento que surge cuando no conseguimos lo que queremos. Si aprendemos a aguantarla, podremos enfrentarnos de forma efectiva ante diversas situaciones que se nos presentan en el día a día.

Una de las preguntas que rondarán por la cabeza de muchos padres y profesores es el “por qué”. ¿Por qué mi hijo/alumno tiene tan poca tolerancia a la frustración? Es esencial identificar cuáles pueden ser las posibles causas de ésta en niños. Para ello, ingredientes como la paciencia, el cariño y la empatía serán imprescindibles. Dentro de las causas más frecuentes podemos encontrar:

  • Ausencia de límites:  los límites son fundamentales. Está claro que no podemos imponerlos a la fuerza, pero es importante que se cumplan con firmeza. La palabra “no”, aunque a veces frustre a los pequeños, es totalmente necesaria, al igual que tener los límites claramente definidos.
  • Deseos concedidos de forma inmediata: debemos enseñar a nuestros niños a demorar las gratificaciones, y a apreciarlas más cuando ocurren. A veces es mejor conseguir una recompensa más grande, aunque tarde más en llegar.
  • Resolución de problemas por parte de los padres: tenemos que dejar que ellos resuelvan sus problemas sin tener ese miedo a que se equivoquen. De esos errores es precisamente de donde nace el aprendizaje. En muchas ocasiones los adultos debemos pararnos y pensar si lo que quiere hacer el niño puede desembocar en algo tan terrible si se hace mal, o si realmente podemos dejarle probar y que él mismo llegue a una conclusión. (“No debemos tener miedo a la equivocación, hasta los planetas chocan y de ese caos nacen las estrellas”)
  • Frustración inducida por objetos: para un niño los objetos no siempre se comportan como él quiere. Esto le puede provocar un sentimiento de frustración. Por ejemplo, imaginemos que el niño no puede ponerse el pantalón, o atarse los cordones de la zapatilla correctamente. Es importante que el adulto ofrezca su ayuda siempre que sea necesario para permitirle tener éxito en la actividad que está llevando a cabo. En el caso del pantalón, no sería ponérselo nosotros, sino ayudarle un poco y progresivamente, ir disminuyendo esa ayuda hasta que lo haga él sólo.
  • Frustración inducida por otros niños: no debemos olvidar que la infancia es una etapa en la que reina el egocentrismo. De ahí que sólo se preocupen por ellos, y si tienen un juguete, les cueste compartirlo. Esto no debe preocuparnos, no significa que tengamos un hijo egoísta, pues es algo totalmente normal y que forma parte de su crecimiento personal. El papel del adulto en este tipo de situaciones es básico, ya que debe actuar de mediador de los conflictos, ayudándole a encontrar una solución pacífica, como hemos dicho anteriormente, siempre con cariño y paciencia de por medio.
  • Frustración provocada por demandas demasiado exigentes: a veces les pedimos cosas que todavía no pueden hacer. Todo lo que propongamos hacer al niño debe estar al alcance de sus capacidades mentales, así como ser acorde con su etapa de crecimiento.

Algunas de las pautas que pueden seguirse para ayudarle a tolerar la frustración son:

  • Ayudarle a distinguir entre deseos y necesidades: tienen que entender que no siempre en la vida se puede tener lo que se quiere, cuando se quiere. Deben valorar el esfuerzo y la constancia para conseguir algo.
  • Enseñarle a tolerar la demora a la hora de lograr algo: no siempre vamos a darle lo que piden en el momento que lo piden. Por ello, a veces hay que tardar un tiempo en dar ciertos refuerzos, dándole una explicación de cuándo lo tendrá y por qué en ese momento y no en otro.
  • Proporcionarle una educación basada en las emociones, ayudándole a entender qué es lo que le pasa y cómo se siente: ¿Qué sientes cuando te enfadas? ¿Y cuando estás triste? Así podrán conocerse y controlar mejor sus sentimientos y emociones. El autoconocimiento es esencial para poder crecer como persona.
  • Poner límites, normas claros y acordes a la edad. Enseñar que el “no” también existe y no ceder ante sus demandas.
  • Enseñarle a pedir ayuda cuando la necesite: a muchos niños les cuesta pedir ayuda, ya sea por vergüenza o por falta de costumbre. Lo ideal es hacerle ver que hay otras soluciones en vez de la frustración: ¿Qué podrías hacer en lugar de enfadarte así o dejar lo que estabas haciendo?
  • Darle herramientas para relajarse. Cuando estamos relajados, todos nos sentimos mejor. Una de las técnicas más utilizada en niños es la técnica de la tortuga. (Pasos: 1. Reconoce tus emociones; 2. Piensa y para; 3. Métete en tu caparazón y respira; 4. Sal de tu caparazón y piensa una solución.) Cuando son niños más pequeños, se pueden inventar una historia y poner un ejemplo para que lo entiendan mejor.

Técnica de la tortuga

Aún así, no debemos olvidar que cierto nivel de frustración en momentos determinados es preciso para el proceso de desarrollo de nuestros niños, ya que así se promueve su fortaleza ante las adversidades que puedan encontrarse a lo largo de su vida.

“Cuando anhelamos una vida sin dificultades, debemos recordar que el poderoso roble crece fuerte en los vientos contrarios, y los diamantes están hechos de la presión extrema”- Peter Marshall


Virginia Domínguez, Psicóloga en Red Cenit

SI NECESITAS ORIENTACIÓN O AYUDA PARA TU CASO PERSONAL, PUEDES CONSULTARNOS VÍA ONLINE (SECRETARIA@REDCENIT.COM); TELEFÓNICA (96 360 16 16 – 609 759 016); O PRESENCIAL (C/ GUARDIA CIVIL, 23 – VALENCIA).
POSIBILIDAD DE CONSULTA A TRAVÉS DE SKYPE (SOLICÍTANOS INFORMACIÓN SOBRE PRECIOS)