Conductas frecuentes del trastorno de ansiedad por separación.
El artículo anterior nos centrábamos en explicar el Trastorno de ansiedad por separación (TAS), qué es y qué factores ayudan a su aparición, en este vamos a profundizar un poco más y conocer algunas conductas que pueden aparecer durante el transcurso del mismo. Así pues, vamos a ver algunos de los comportamientos que caracterizan dicho trastorno a partir de un ejemplo.
Se trata de una niña de 10 años a la que es imposible convencer para que vaya al colegio. Siempre le ha gustado mucho ir al colegio, el último año su rendimiento fue bueno y participó en varias actividades. Su madre piensa que el fallecimiento de su abuela de manera repentina en verano, o el que ella se haya puesto a trabajar, pueden estar ocasionando los problemas de la niña, ya que en la actualidad se niega a ir a la escuela desde el primer día. Se esconde en el sotano y llora, sólo acepta ir a la escuela si sus padres (los dos) la levantan, le dan el desayuno, la llevan, van a verla a la hora del patio y la recogen a hora de comer y en los días lectivos, se queja de dolores de tripa y de cabeza. El pediatra no ha encontrado ninguna patología orgánica asociada a estas quejas.
Tras mantener una entrevista con la familia, otra con la niña, y realizar las exploraciones necesarias veamos que conductas presenta la niña que nos inducen a pensar en un TAS:
- Temor de perder a un ser querido: el niño está pendiente del ser querido, se preocupa por que tenga un accidente y quiere saber constantemente dónde está. En nuestro ejemplo a la niña le molesta irse de casa porque tiene la impresión de que algo malo le va a suceder a ella o a sus padres y se preocupa si no está con ellos.
- Comportamiento de evitar actividad social y escolar: rabietas, gritos, súplicas para evitar la separación. Cuando estos síntomas se prolongan en el tiempo, el desarrollo social y académico del niño puede verse afectado negativamente. En el ejemplo presentado, la niña se esconde en el sótano llorando y pataleando para no ir al colegio.
- Temor de estar solo: puede que el niño no quiera estar solo o sin un ser querido en casa u otros lugares. En nuestro ejemplo este aspecto no aparece.
- Pesadillas: El niño tiene pesadillas sobre la separación u otros miedos. En nuestro ejemplo la niña reconoce que tienen pesadillas en las que a sus padres les ocurre algo.
- Quejas físicas: El niño puede quejarse de síntomas físicos cuando ocurre una separación o se anticipa una separación. Estos suelen incluir dolores estomacales, náusea o vómito. Podría también, quejarse de dolores de cabeza o mareos, sensación de desmayo. En el ejemplo presentado, la niña se queja de dolores de todo tipo como dolor de tripa, de cabeza…el pediatra no encuentra ninguna patología orgánica asociada a estas quejas.
Como bien se puede observar, el componente cognitivo juega un papel importante ya que se ve alterado en los niños que padecen este trastorno (TAS), esto hay que tenerlo en cuenta a la hora de diseñar un plan de tratamiento ya que, el objetivo debería ser modificar las cogniciones negativas que tienen sobre su conducta ante un posible peligro y sobre su autoestima.
Debemos apuntar que tanto los criterios del DSM-IV-TR como los de la CIE-10 especifican que no se puede diagnosticar un trastorno de ansiedad por separación durante el transcurso de un trastorno generalizado del desarrollo.
El trastorno de ansiedad por separación es un trastorno del apego emocional extremo, mientras que los trastornos generalizados del desarrollo (TGD) se encuentran en el polo opuesto. La cuestión es si personas con TGD pueden tener apegos emocionales extremos, ya que no tienen una ausencia total de emociones y empatía, muchos son capaces de desarrollar relaciones de apego aunque carecen de la habilidad de expresarlas adecuadamente. Así pues, debería plantearse la posibilidad de diagnosticar otras patologías junto con un TGD, y lo que es más importante, tratarlas, de modo que el cuidado del paciente y en consecuencia, su calidad de vida se vieran mejoradas enormemente.
María Vicente Monserrat, psicóloga y terapeuta en Red Cenit.