Querida niña, hace 3 años que comenzaste a venir a este lugar. Al principio necesitabas que tus papás te anticiparan, a través de, la imagen del portal del centro y de la terapeuta, que ese día te tocaba venir aquí. Y así conseguimos, poco a poco, que acabaras entrando casi siempre con tu sonrisa, despidiéndote con alegría, e incluso poniéndolo difícil porque tú no te querías marchar.  Eso, querida niña, es bonito y alentador para cualquier terapeuta.

 

En las primeras sesiones, cuando te conocí, tu habla era apenas inteligible, pero sintonizamos y fuimos casando esa inflexibilidad tuya con mis ganas de darle la vuelta a todas las tortillas que se nos pusieran delante. Batimos en cada sesión todos los ingredientes para cocinar tu juego simbólico, la creatividad y la imaginación. Pero, sobre todo, para ver brillar en tus ojos y en tu boca esa sonrisa disfrutando del juego conmigo y con tus iguales.

Fuiste despegándote de mi costado que era como el “maret” de los juegos de pilla-pilla para ti, así, poco a poco, fuimos buscando la interacción con el resto de personas que se nos cruzaban en el centro. Yo, a veces, tenía que traducir lo que les querías contar con tantas ganas, porque aún se te entendía con dificultad para quienes no estaban habituados. Pero así, sin que tú te dieras cuenta, veíamos fluir con esa pequeña ayuda estas tan deseadas interacciones comunicativas.

Conforme fuiste sintiéndote comprendida e inmersa en un entorno con pautas concretas, sabiendo qué se esperaba de ti y qué no iba a ser aceptado, tus conductas de frustración y enfado fueron empequeñeciéndose, justo al tiempo que tú crecías. Ahora que cumples los 6 años tu subvención termina, esa gran ayuda económica que nuestro estado de bienestar ha podido facilitarte. Y con ello termina, también, la posibilidad de continuar con la terapia.

Doy gracias por haberte conocido y haber estado en tu camino y en el de tu familia, porque me has enseñado lo que no tiene precio. Como aquella tarde que viéndome triste me cogiste de la mano y me dijiste que no me preocupara, que podíamos jugar juntas con la plastilina. Y con esa naturalidad tú conectas con el mundo, desde tu forma maravillosa y particular de ver las cosas.

Solo espero que nuestra sociedad NO caiga en el error de pensar que un hito cronológico puede establecer la pauta de superación de tus dificultades, que todas tus potencialidades SÍ continúan requiriendo de un especializado trato que las potencie de un modo integral. La realidad, el sistema y la sociedad en que vivimos debe regirse por unas normas, tiempos y plazos, que No entienden de superación, de lucha o de logros.

Por eso, cada vez que terminamos las sesiones de terapia que cubre el estado, no podemos evitar sentir tristeza y algo de frustación, por todo lo que aún nos gustaría seguir trabajando y aportando a cada niño/a según sus necesidades y los plazos (subvenciónes) nos lo impiden. Y, a la vez, sentir satisfacción por el tiempo compartido, el trabajo realizado, los avances, los logros, las sonrisas y la implicación tanto de los niños como de sus familias, padres, hermanos, abuelos… En Red Cenit, trabajamos rodeados de HÉROES, son niñ@s y familias que nos demuestran día a día su capacidad de superación y nunca pierden la sonrisa.

Bonita niña, mi pequeña heroina deseo que todas las personas que te encuentren sean para ti puentes y combustible para volar y nunca entorpezcan tus ganas de aportar a este mundo que tanto te necesita, a ti y a gente como tu.

Mónica Orozco, logopeda y terapeuta en Red Cenit.