El TDAH es actualmente uno de los trastornos más frecuentes en edad infantil. Por este motivo, existe una gran preocupación por cuál es el mejor tratamiento y cómo se puede conseguir la mejor intervención. Hoy en día, las intervenciones más aceptadas para el TDAH son el tratamiento farmacológico y la terapia cognitivo-conductual, de forma combinada. Pero como ocurre en todos los abordajes terapéuticos, éstos tienen ciertas limitaciones que se pueden solucionar complementándolos con otras técnicas. Aquí es donde el mindfulness juega un importante papel.

¿Qué es el mindfulness?

El mindfulness, (o atención plena), es un tipo de meditación que consiste en centrar la atención en el momento presente, en el aquí y el ahora. Su objetivo principal es que la persona preste atención a sus pensamientos, emociones y sentimientos actuales, sin ningún tipo de juicio sobre éstos.

En la práctica, se enseña a los niños a focalizar la atención en algo concreto, como la respiración, haciendo incapié en que intenten distraerse lo menos posible con otros pensamientos que puedan surgir, de forma que sólo atienda a las sensaciones de ese momento. Al principio se trata de una tarea difícil, que va mejorando a medida que los niños aprenden a ignorar los pensamientos que les puedan distraer y a mantener la atención focalizada el mayor tiempo posible.

¿Cómo lo puedo aplicar?

Muchos niños necesitan tener más confianza en sí mismos, aprender a ser tal cuan son, ser menos inseguros o preocuparse menos por las cosas. Para ellos, el mindfulness puede ser una técnica de gran ayuda.

Uno de los ejercicios más rápidos y sencillos, es el ejercicio de las 40 respiraciones.

Este ejercicio consiste en respirar 40 veces, inhalando y exhalando por la nariz.  A la vez que se realizan estas respiraciones, se tiene que mantener la atención en las sensaciones corporales que esto produce, sin realizar ningún tipo de juicio.

Si durante el ejercicio nos despistamos o nos vienen pensamientos a la cabeza que están fuera del aquí y el ahora, lo importante es identificar que nos hemos despistado, y volver a la cuenta de las respiraciones.

Para adaptarlo a los niños, se puede introducir el ejercicio haciendo una visualización guiada donde están en un bosque por ejemplo, y tienen que recoger este número de flores. Además, se puede empezar por un número menor e ir aumentándolo a medida que aumente la concentración.

Minfulness y TDAH

Debido a las mejoras que se han observado en la práctica clínica del tratamiento del TDAH, recientemente se han realizado varios estudios para comprobar científicamente su efectividad. En estos estudios se ha podido comprobar que el mindfulness entrena las mismas áreas del cerebro que se ven afectadas en los niños con TDAH.

Entre los beneficios más importantes que se han encontrado en la práctica de esta técnica para el TDAH se encuentran:

  1. Ayuda a mantener la atención, debido a que el mindfulness consiste en practicar la atención plena.
  2. Mejora la autorregulación de las emociones y la conducta. En este sentido, aumenta aspectos como la obediencia y el autocontrol, ya que reduce las respuestas automáticas e impulsivas.
  3. Ayuda a disminuir las emociones negativas, como la ansiedad y el estrés, por lo que mejora el equilibrio emocional.
  4. Mejora la capacidad de observar e identificar los propios sentimientos y pensamientos, ayudando a reconocer cómo nos sentimos.
  5. Favorece los estilos de afrontamiento asertivos en situaciones de estrés, ya que mejora la capacidad de reflexión y conocimiento de uno mismo.
  6. Mejora las relaciones entre padres e hijos, ya que los padres también suelen realizar el ejercicio con los niños, permitiéndoles adoptar una actitud más serena ante las dificultades que puedan surgir.

Estos importantes beneficios son debidos a qué, como se ha comprobado, el mindfulness provoca cambios en las estructuras y funciones del cerebro, sobre todo en aquellas más implicadas en el TDAH. Además, entre sus beneficios se encuentra que ayuda a calmar la mente llena de pensamientos, a comprender sus emociones y a concentrarse mejor. De aquí la gran aplicabilidad en el entrenamiento de las funciones ejecutivas, entre otras, tan importantes en el TDAH.

Victoria Fuster, psicóloga y terapeuta en Red Cenit