En mi trayectoria profesional, llevo ya 9 años trabajando con niños y niñas con Trastorno del Espectro Autista -TEA, a pesar del tiempo transcurrido, sigo considerando que aún hay mucho por hacer, por aprender y por aportar. En este sentido, quiero hablar de algo que aún hoy, me sigue sorprendiendo y molestando por igual. Los estereotipos y falsas afirmaciones que se hacen acerca de las personas con Autismo.

 

Y es que parece increíble, que aún podamos encontrar algunos profesionales en nuestro sector y literatura, que erróneamente confirmen o  afirmen que las personas con autismo no tienen sentimientos y aún menos la capacidad de amar. Es fácil darse cuenta de la equivocación clara que hay sobre este tema, solo hay que darle la oportunidad a cualquiera de estos niños y ellos te lo muestran. Por esta razón y con conocimiento de causa, puedo hablar del gran error que comenten algunas personas profesionales o no.

Es imprescindible romper el mito de que las personas con autismo carecen de sentimientos y emociones, que son personas frías que no muestran afecto; para ello es necesario  separar los problemas de interacción social con los que cuentan las personas con TEA, de las emociones. Tratemos hoy, este tema desde un punto de vista profesional.

Las emociones son bastante complejas, ya que están unidas a nuestra vida mental, por lo que definen quienes somos desde nuestra perspectiva, como la de los demás. Pero realmente son alcanzadas por todas las personas, su comprensión está ligada a las experiencias de nuestro entorno más inmediato.

Y aunque pueda parecer paradójico, es muy frecuente que haya quien se pregunte si  ¿tienen sentimientos los niños y niñas con autismo? La respuesta es clara, SÍ.

Los niños con autismo sienten: lloran, se ríen, se enfadan, se entristecen, aman, sufren, se emocionan, disfrutan… Como todos nosotros,  simplemente la forma en que lo demuestran es diferente a como nos lo enseñaron a cada uno de nosotros. Las dificultades se encuentran a la hora de canalizar esas emociones, pero a su manera saben demostrar lo que sienten. Cualquier niño te dice que “te quiere” y cuando estamos tristes lo notan y te dan todo su afecto; pero cuando un niño con autismo te lo dice es evidente que lo siente porque pocas veces mienten. Igual les cuesta apreciar más nuestros sentimientos por nuestras facciones faciales, pero si se dan cuenta hacen algún gesto que llama tu atención y para mi, dada su dificultad, este es un gran esfuerzo que hacen por comprender y adaptarse a nuestro complicado mundo emocional, esto te llena el doble porque muestran su afecto hacia ti.

Hay que romper con la idea de que son personas perdidas o aisladas en su mundo o personas raras, realmente son normales pero están inmersos en una realidad que no pueden comprender, pero con la ayuda de todos nosotros, pueden entender este mundo complejo en el que vivimos e incluso nuestro sentido en la vida.

Es cierto que, las interacciones sociales son algo complicadas, por los rápidos intercambios que conllevan, los niños con TEA por sus dificultades atencionales necesitan más tiempo para cambiar su foco de atención entre su público y el estímulo visual, es decir, tienen dificultad para procesar las emociones.

En todo lo dicho con anterioridad se ve claramente reflejado todo lo relacionado con la teoría de la mente y la afectación que esta, les provoca a los niños con TEA a nivel emocional, dejando constancia entre de su alteración a este nivel que les dificulta percibir, expresar, sentir y comprender las emociones de igual manera que lo hacemos las personas neurotípicas.

Todos, absolutamente todos sentimos, y da igual o debería dar igual la manera de hacerlo, por eso contamos con un mecanismo innato que es el que nos permite adquirir dicha capacidad y habilidad emocional que nos hace crecer como personas y nos prepara para la llamada “supervivencia de la especie y del ser humano” en esta sociedad que nos rodea.

Las personas con TEA presentan limitaciones por el contagio emocional, es decir, limitaciones para mostrar empatía y para la comprensión, el reconocimiento y la expresión de emociones, todo esto les dificulta su integración en la sociedad y lo que es peor aún afecta a su calidad de vida y a la de sus familias. A pesar de eso, esa limitación emocional no comporta que las personas con TEA carezcan de expresiones de afecto hacia los demás, muestra de ello es que la gran mayoría de los niños pequeños con autismo ya exteriorizan claros vínculos hacia sus padres.

Y cuando escucho o leo este tipo de afirmaciones, no solo erróneas sino además dañinas, pienso que antes de realizarlas, el ser humano debería para y escuchar realmente lo que dice. Debería ser menos atrevido en sus declaraciones y reconocer o afirmar verdades como que TODOS somos diferentes y todos sentimos, por lo tanto tenemos el derecho de poder demostrarlo sea de la manera que sea.

De esta forma, siendo un poco más respetuosos y consecuentes con la verdad y la ciencia, conseguiríamos que dicho trastorno se quitara de encima una etiqueta falsa que daña su imagen tanto de las personas que lo padecen como de todas esas personas (familias y profesionales) que día a día luchamos para que se consiga entender su mente, sin que lleve implícito un juicio previo por falta de conocimientos. Porque definitivamente las personas con TEA, realmente tienen emociones, puede ser que estas sean más inmaduras y que estén ligadas a experiencias o vivencias distintas a las nuestras, pero son sin lugar a duda sus emociones, sus sentimientos, su forma de ser y de vivir en este mundo, en definitiva, su derecho.

“Las personas con autismo SÍ se comunican, se esfuerzan a diario, SIENTEN y no son indiferentes no viven aisladas en su mundo” Esta sí, es una gran verdad!

 

Marian Sirera. Pedagoga y Coordinadora Diagnósticos e Intervención en los Trastornos del Neurodesarrollo en RED CENIT