La mayor parte de los comportamientos infantiles y adolescentes son aprendidos, mantenidos y regulados por el efecto que producen en su ambiente natural. El aprendizaje ocurre en un contexto social en el que hay premios, castigos y en el que casi toda conducta va acompañada de múltiples consecuencias. Mientras que unas determinadas circunstancias favorecerán un correcto desarrollo del comportamiento, otras, en cambio, contribuirán a unos aprendizajes incorrectos y desadaptados.
Las siguientes técnicas no pretenden tan solo cambiar el comportamiento inadaptado del niño, sino también modificar el de las personas que le rodean: padres, familiares, maestros, etc. Se trata de proporcionar al niño un ambiente diferente que facilite no solo la reducción o eliminación del comportamiento desadaptado, sino también la instauración de comportamientos adaptados alternativos.
Para potenciar y/o instaurar comportamientos positivos, existen los llamados reforzadores. Una recompensa dada ante un buen comportamiento no provoca directamente la conducta que buscamos, pero hace más probable que esta siga siendo satisfactoria dado que el niño la recibe a consecuencia de la misma. Así, el refuerzo positivo se trata de ciertos hechos que aumentan la conducta que les precede, sea en intensidad o sea en frecuencia. Entre estos reforzadores encontramos tres tipos::
- Reforzadores sociales: elogios, abrazos, sonrisas, guiños…
- Reforzadores materiales: cualquier tipo de premio material (chuches, juegos, comida, dinero…)
- Reforzadores de actividad: cualquier tipo de premio que consista en un actividad (escoger una peli, invitar a un amigo, etc.)
Si, por el contrario, lo que queremos es eliminar comportamientos desadaptativos, se debe actuar en base a las siguiente técnicas (entre otras):
- Extinción: consiste en ignorar o no prestar ningún tipo de atención al comportamiento del niño.
- Castigo: aplicar una consecuencia desagradable al comportamiento del niños (este debe ser el último recurso siempre, sobre todo en edades tempranas, ya que no enseña al niño a aprender a controlar su comportamiento. Al contrario, puede provocar rabia y resentimiento, y esto puede provocar que se muestre más agresivo, más oposicionista y se comporte peor.
- Tiempo fuera: consiste en sacar al niño del lugar en el que se está portando mal y trasladarlo a otro donde no pueda recibir atención del adulto. El tiempo fuera no es un castigo, sino una forma de hacerle saber al niño que no va a conseguir nuestra atención.
- Coste de respuesta: consiste en retirar al niño una actividad (ver la televisión, invitar a un amigo a casa, salir al recreo, etc.), o una cosa (dinero, fichas, juguetes, etc.) que le gusta cuando realiza el comportamiento desadaptativo.
Rafael Balaguer Andrés, es psicólogo clínico en Red Cenit Castellón