La adolescencia suele ser una época difícil para los adolescentes y también para sus padres.  Es la etapa más compleja de la vida, llena de grandes cambios, tanto en el cuerpo como en la forma en la que el joven se relaciona con el mundo, y estos cambios físicos, sexuales, cognitivos, sociales y emocionales que ocurren, pueden causar ansiedad tanto a los adolescentes como a sus familias.

Entender qué se puede esperar en esta etapa de la vida puede promover un desarrollo saludable durante toda la adolescencia y a principios de la adultez. 

Una de las principales metas de un adolescente es lograr la independencia. Para que esto ocurra, los adolescentes empezarán a alejarse de las figuras paternas. Esto puede ponerse de manifiesto en la tendencia de los adolescentes a discrepar de sus padres y a no querer pasar tanto tiempo con ellos como antes.

Los adolescentes a medida que van madurando empiezan a pensar de un modo más abstracto y racional.  Se van formando su propio código ético, su propia escala de valores y de repente empiezan a autoafirmarse con fuerza, a rebelarse contra el control paterno. Este es el proceso de desarrollo personal y es bueno, por eso discute, dice lo que no ve justo, en lo que no está de acuerdo, está aprendiendo a saber exponer sus opiniones y a encontrarse más seguro en sí mismo pero hay que acompañarles porque están aprendiendo.

Os dejo algunos consejos para educar a los hijos durante la adolescencia:

  • Ponte en su lugar.

Piensa en tu propia adolescencia, recuerda tu lucha contra el acné o la vergüenza que te daba estar desarrollándote «demasiado» pronto o «demasiado» tarde y prepárate para los cambios emocionales, pasan de la tristeza a la alegría en cuestión de segundos, se enfadan sin motivo aparente,…

Ayúdale a entender que es normal que esté un poco preocupado o cohibido y también es normal que a veces se sienta «mayor» y otras como si todavía fuera un «niño».

No te sientas ofendido cuando tu hijo no quiera pasar tanto tiempo contigo como antes. Probablemente tú sentías lo mismo con respecto a tus propios padres.

  • Crea espacios y momentos compartidos.

No olvidemos que es una etapa de cambios en la que el acompañamiento de los padres es fundamental para dotarles de un entorno de seguridad que favorezca su adecuado crecimiento emocional. Comparte aficiones y temas de conversación y aprovecha cuando el adolescente quiera hablar de sus cosas. Deja lo que estás haciendo y escúchale.

  • Piensa qué es lo importante.

Reserva tu autoridad para los problemas serios, para las cosas que importan de verdad, como el tabaco, las drogas, el alcohol y déjales hacer aquellas cosas que sean inofensivas.

Negocia con tu hijo adolescente. En la niñez podíamos imponer los límites, pero en esta edad los cambios en su pensamiento hacen que cualquier norma vaya a ser cuestionada y argumentada.

  • Marca expectativas realistas y normas claras.

Si los padres tienen unas expectativas apropiadas es más probable que los adolescentes intenten cumplirlas.

El amor a los hijos es una vinculación emocional incondicional y esto tan bonito es lo que nos traiciona a la hora de educar, te convencen. Educa en el amor y en el afecto, pero siempre unido a la autoridad.

  • Informa a tu hijo y mantente informado.

La adolescencia suele ser una etapa de experimentación y a veces  incluye comportamientos arriesgados. Habla con él  sobre  temas relacionados con el sexo, las drogas, el alcohol y el tabaco. Si conversas con tu hijo abiertamente sobre estos temas antes de que se exponga a ellos, habrá más probabilidades de que actúe de forma responsable cuando llegue el momento. Comparte los valores familiares y habla con él sobre los que consideras correcto e incorrecto.

  • Respeta su intimidad.

Los adolescentes necesitan crear un espacio interno y disfrutar de momentos a solas.

  • Fomenta la confianza.

Una de las cosas que más ayuda a construir la confianza es la posibilidad de elegir por uno mismo. Los padres pueden ayudar a sus hijos adolescentes a tomar decisiones, pero son ellos, los jóvenes, los que tienen que aprender a valorar sus opciones y a responsabilizarse de sus actos.

Algunas de las frases que escuchamos a menudo de padres preocupados por la conducta de sus hijos son: “un día después del verano empezó a mirarme mal”, “siempre tiene que tener la última palabra”, “no se le puede decir nada”, “siempre está enfadado”, “me da miedo cómo reaccionará”, “ya no sé cómo decirle las cosas”.

Pero, ¿cuándo la conducta de nuestros hijos es realmente un problema que necesita tratamiento? ¿cuándo podemos hablar de trastornos de conducta en la adolescencia?

Los trastornos de conducta en la adolescencia son un conjunto de síntomas que se alejan del comportamiento normal y que consisten en un patrón repetitivo y persistente de conductas antisociales, agresivas o desafiantes y este comportamiento influye negativamente a nivel personal, social, académico y familiar.

Es necesario que los adolescentes con problemas de conducta y sus familias reciban la orientación y el tratamiento psicológicos necesarios lo antes posible. Por ello, es importante que la familia sea consciente de estos problemas  y no deje pasar el tiempo, esperando a que desaparezcan por si solos.

Reyes Martínez Borondo, Psicóloga Clínica, en Red Cenit Valencia


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