Cuando piensas en el Trastorno del Espectro Autista dentro del Aula Ordinaria en la actualidad, sabemos que contamos con infinidad de recursos que nos pueden informar de las características específicas a nivel teórico. Es importante, muy importante, conocer las necesidades de estos niños y saber cuáles son sus características y gestionarlas de la mejor manera con el fin de poder hacer una intervención sana y segura que los guíe en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Cuando comencé a escribir, una idea me rondaba por la cabeza: ¿cómo se siente el docente cuando en su clase tiene un niño con TEA por primera vez? ¿cómo lo aborda? ¿realmente se siente apoyado por los demás compañeros?.
Viendo esta viñeta de Mafalda quedaban unidos dos conceptos que para mí se encuentran en la base de las dificultades con las que nos encontramos cuando entramos en contacto por primera vez con el autismo: por un lado, cómo se siente un docente en un aula ordinaria con un niño TEA.
Se preguntará si se encuentra preparado para ello; se preguntará si será lo suficientemente bueno para hacerlo y si estará a la altura de psicólogos o terapeutas. Por otro lado, si me pongo en la piel del niño, me pregunto si existe el respeto y la comprensión por parte de los compañeros. Tampoco sé si existe ese respeto por parte de las familias. No tengo claro que exista de verdad y que esté suficientemente arraigado el concepto de igualdad. Tampoco tengo claro si hay quienes se sienten superiores por pertenecer a esa llamada “normalidad”.
Romper con todo eso es lo que enlaza con el concepto de escuela inclusiva, en el que debe de tener cabida cualquier tipo de alumnos. Por mi parte, o al menos eso es lo que sentí yo la primera vez que estuve en un aula ordinaria con un niño TEA, es que no estaba capacitada y jamás se me ocurrió, o al menos al principio, incluirme entre los profesionales que eran capaces de aportar su granito de arena. No se me ocurrió pensar que podría colaborar codo con codo con psicólogos y pedagogos para ayudar y trabajar con ellos.
El concepto de diversidad es uno de los que más hemos trabajado a lo largo del tiempo, pero creo que no hemos profundizado en él, en lo que al TEA se refiere. Para que estos niños tengan una existencia sana y feliz debemos enseñar al resto de nuestros alumnos a aceptar la diversidad como algo normal, porque de ese modo no será necesario hablar de inclusión sino de convivencia. Podemos empezar por el resto de nuestros alumnos.
¿Cuántos alumnos tenemos? ¿24? ¿25? Bajo mi punto de vista es ahí donde se debe realizar la primera intervención. Independientemente de si un niño tiene TEA, Síndrome de Asperger, TDAH o cualquier otro diagnóstico, no deja de ser Juan, Pepe o Luis que van a 3ºB y que tienen una serie de compañeros que deben de conocerlo y respetarlo desde la globalidad de sus características.
No se trata de que Juan, Pepe o Luis sean considerados como “especiales” ¡No! Se trata de normalizar las situaciones y entender que nadie es ni más ni menos que nadie. Somos seres sociales, estamos “diseñados” para convivir.
Hace unos años, aproximadamente diez, empezaron las migraciones desde los países de América Latina. Yo recuerdo perfectamente el problema que supuso en algunos claustros y las horas que se dedicaron a trabajar por la diversidad.
En Valencia había un problema aún mayor porque tenían incluso barrera idiomática. Había de todo y al principio fue duro. Se creaban grupos de aquellos que tenían una procedencia del mismo país y no se relacionaban con el resto. Recuerdo que ese año en el centro decidimos que el eslogan era desde Primaria hasta Bachillerato “Valorar la interculturidad como riqueza”. Hoy día mi sobrino, que sea dicho de paso va actualmente a ese centro, y que tiene cinco años, tiene un mejor amigo que ni me preguntéis de que país de origen es, porque tanto mi sobrino como su familia ni lo han preguntado. Es un compañero. Y esta forma de pensar es lo que ha hecho que hoy esté totalmente incluido en el día a día y exista una convivencia pacífica. Recuerdo cuando contaba: “Él es mi más mejor amigo”
Lo que pretendo decir es que es necesario hacer una réplica de lo que ocurrió con los niños que venían de otros países y que empiece a ocurrir lo mismo con los niños TEA o Asperger. Enseñarlos y “enseñarnos” a valorar la personalidad de cada uno como una riqueza que repercute en todos, para que con el tiempo no tengamos que estar hablando de cómo hacer una integración correcta de cara a los compañeros dentro del aula, sino que nuestros esfuerzos vayan dirigidos solamente hacia cómo atenderlos mejor, qué material prepararles, etc.
El tema es que aún tenemos demasiados frentes abiertos. El resto de compañeros que no comprenden, las familias de esos compañeros que tampoco comprenden y algunos compañeros profesores que sinceramente ni entienden ni quieren entender.
Es el profesor el que se halla en el centro de ese concepto de inclusión. Es el eslabón que debe de catalizar la información y pelear en varias direcciones. Debe de ser una figura de apertura que sepa gestionar la información con las familias con niños con Trastorno del Espectro Autista. Debe ser capaz de conocer la afección y poder concienciar al resto de las familias para que no tomen como ofensas personales actitudes que se están trabajando desde el gabinete de orientación o desde las terapias en centros. Debe generar sesiones de concienciación para el resto de alumnos.
Casi siempre la respuesta es: ¿tú sabes el poco tiempo que tenemos para hacer lo que estás diciendo? ¿tú sabes que los miércoles estamos hasta las siete en reuniones de claustro? Supongo que no existe una solución global, pero esto debe cambiar y si algo he aprendido es que lo primero que debo hacer para que ello suceda es reflexionar sobre mi misma, pensar que hago mal y dejar de tirar piedras en tejado ajeno, justificando mi falta de conocimiento. Solo me queda una vía. Estudiar, leer, entender y esforzarme.
Palabra de maestro.
Elena Olmos Raya, investigadora en Red Cenit
Hay varios 4 comentarios
Como padre de una niña de 5 años con TEA no puedo estar mas de acuerdo, hacen falta muchos maestros con esta filosofia en los colegios, personas asi marcan la diferencia y hacen que avancemos paso a paso, por este camino algun dia hablaremos de convivencia y no de inclusion pero aun falta mucho por hacer, ojala cunda el ejemplo.
Ciertamente, el trabajo más duro es de los docentes, enseñar a los niños y educar a los papás para que respeten la diferencia y aprendan a convivir de manera sana. Muchas gracias.
¿Pueden imponer a un centro concertado de Madrid, a abrir un aula TEA? O ¿ Es necesario aprobación previa por el claustro de profesores?
Hola Chus,
Esto depende de cada comunidad pero aquí, en Valencia, depende de Conselleria de Educación, por lo que te recomendamos que acudas a la de Madrid para que te informen de cómo funciona allí.
Saludos,