¡Ya no puedo más…”, “Cómo no hagas…”, “Te he dicho mil veces que…”, “Estoy harta de…”

¿Qué ha pasado con nuestro hijo?, ¿En qué hemos fallado?, ¿Qué estamos haciendo mal?…

Estas son algunas de las expresiones y preguntas que tantos padres hacen cuando sienten que han perdido el control sobre sus hijos, cuando creen que lo han probado todo y ya nada les funciona.

Pero, ¿por qué se llega a este nivel de angustia y conflictividad familiar?

Todos tenemos o debemos tener claro que en toda relación la influencia es recíproca. Del mismo modo en que los padres modelan e influyen en sus hijos éstos, lo hacen en sus padres.

Analicemos la secuencia:

1-    El padre da una orden.

2-    El niño bien pospone su cumplimiento, bien se niega a obedecerla.

(1 y 2 suelen repetirse en diferentes ocasiones, a lo largo del día).

3-    Esta desobediencia provoca el enfado del padre.

4-    Finalmente, el padre acaba gritando, reprochando, amenazando…, o sencillamente, por agotamiento acumulado, deja de exigir el cumplimiento de la orden dada.

Cuando el agotamiento va dando paso a la tolerancia poco a poco, bajamos el nivel de exigencia evitando así las discusiones, ganando en tranquilidad a costa de la eficiencia. Entonces, ¿qué podemos o debemos hacer? ¿No deberíamos ser algo más tolerantes con nuestro hijo, que además tiene TDAH?

Debemos tener claro y comprender que los comportamientos desobedientes de los niños no son consecuencia de una intención premeditada para molestar o fastidiarnos. Sabemos además que el TDAH se caracteriza por ciertas dificultades, entre otras:

  • Para comenzar a prestar y mantener la atención.
  • Para pensar antes de actuar: dificultades en el autocontrol.
  • Para controlar el paso del tiempo.
  • Para posponer recompensas. Necesitan satisfacciones inmediatas aunque ello suponga la pérdida de una mayor o la retirada de un privilegio.

Pero todas estas dificultades no deben llevarnos a disculpar o tolerar comportamientos inadecuados. Debemos planteárnoslo como un reto que podemos y debemos superar. Cuando las pastillas de frenos de una bicicleta están desgastadas, debemos apretar más fuerte y durante más tiempo para detenerla. Si insistimos, lo conseguimos, si nos rendimos, nos “estampamos”. Constancia, esa es la clave.

Al principio deberemos establecer prioridades, dando importancia a lo que realmente la tiene. Buena parte de los conflictos con estos niños, en realidad, bien analizados y utilizando el sentido del humor, no merecen tanto enfado.

En nuestra particular maratón, no debemos tomar atajos, debemos recorrer el camino completo, hasta el  final, con subidas y bajadas, cambiando el ritmo de nuestra marcha cuando sea preciso, pero con el objetivo final en mente de llegar a la meta: conseguir de nuestro hijo una persona independiente y autocontrolada.

Los padres debemos aprender a:

–       Prestar atención positiva.

–       Limitar el uso de castigos y hacerlo de forma realmente efectiva.

–       A pasar tiempo de calidad real, sin críticas ni reproches.

–       A anticipar y anticiparles lo que ocurrirá, tanto positivo como negativo.

–       Aprender a dar órdenes reales y efectivas.

–       Establecer normas y límites claros de disciplina y además ser persistentes y consistentes en su cumplimiento y aplicación.

–       Aprender a negociar.

Conseguiremos ayudarles a crecer ajustándose a las normas, a que desarrollen una adecuada autoestima y autocontrol repercutiendo positivamente en sus habilidades sociales, es decir, en su forma de relacionarse con las personas de su entorno. Y a lo largo de esta maratón, lo más importante es que el malestar que nos genera sus malas conductas, jamás debe ser justificación para negarles nuestras muestras de cariño. Debemos transmitirles nuestro apoyo, reconocimiento y amor incondicional, y además, debemos decírselo. Que sabemos que cometerán fallos, porque están aprendiendo, y que nosotros estaremos ahí para ayudarles a que los corrijan.

Lo importante en esta carrera no es a la velocidad con la que la hagamos, sino la continuidad y la constancia con la que la realicemos, sabiendo que tenemos una meta que alcanzar, sabiendo que será dura, larga y con altibajos; pero con la ilusión de saber que todo esfuerzo tiene su recompensa final: la tranquilidad y felicidad familiar.

Como dijo Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”-

Ánimo y comencemos a actuar por el cambio. No solo queremos, además, podemos!

 Paqui Moreno, psicóloga y terapeuta en Red Cenit.