¿El TDAH se cura? Esta es la pregunta que casi todos los padres nos hacen.
El TDAH no es una enfermedad, quien lo padece no es una persona enferma y por lo tanto no es algo que pueda curarse. Es un trastorno (no me gusta nada esta palabra), es decir, una combinación de alteraciones o síntomas, por lo tanto el TDAH no se cura.

Deberíamos ser escrupulosamente cuidadosos con nuestras palabras, especialmente cuando hablamos de niños y, más aún si además, pueden escucharnos. De ahí mi aversión hacia la palabra trastorno.
Pensemos como si fuéramos  niños por un instante: al  niño con sobrepeso  lo llaman gordo; al que lleva gafas  cegato o gafotas; al que suspende burro. Claro, si soy un niño y escucho que tengo un trastorno por déficit de….lo que sea, seré un trastornado?

No podemos imaginar el daño que les podemos causar con nuestras palabras aún cuando éstas sean emitidas con el mejor de los propósitos. No pocas veces me han preguntado: “¿pero yo soy normal?, ¿pero yo tengo un problema mental?, ¿me curaré de esto?”. Triste, verdad?

El TDAH es sintomáticamente evolutivo, es decir, las manifestaciones de su sintomatología  cambian a medida que la persona crece. La hiperactividad de un niño de 6 años se manifiesta de forma muy diferente a la que manifiesta un joven de 18 o un adulto de 46. Imaginemos una comida familiar:

  • Al niño de 6 años lo podríamos ver levantándose de su sitio continuamente, un cubierto que se le cae, bebiendo del vaso del que tiene al lado…
  • Al joven de 18 le pediríamos que dejase las piernas quietas mientras come.
  • Al adulto de 46 no le diríamos nada pero con toda probabilidad sería el primero en levantarse a por algo, sobre todo cuando la comida va dando lugar a la tertulia y la desagradable sensación de inquietud interna que siente comienza a delatarle.

La sintomatología del TDAH no tratada de forma adecuada puede tener efectos en la vida del niño a distintos niveles generando dificultades y/o distintas alteraciones:

  • Cognitivas
  • Académicas
  • Emocionales
  • Familiares
  • Sociales

En numerosas ocasiones acuden a nuestro centro niños y jóvenes e incluso adultos, que tras varios años sin ningún tipo de tratamiento o con tratamiento exclusivamente farmacológico, continúan presentando problemáticas distintas. No debemos conformarnos  y/o confiar sólo en la medicación.

Ya hemos dicho que el TDAH no se cura. La medicación por sí sola no lo va a erradicar. Ayudará a que la persona funcione mejor, pero no le dará las estrategias necesarias para que aprenda a paliar, reconducir e incluso aprovechar positivamente su sintomatología de forma que sea capaz de funcionar sin medicación.

El tratamiento efectivo del TDAH es y debe ser multimodal:

 Todos

Debemos

Arrimar el

Hombro

  • Intervención familiar. Psicoeducación y entrenamiento a padres en técnicas de modificación de conducta, que les permita entender los síntomas y manejar las diferentes situaciones.
  • Intervención psicopedagógica. Incorporación en los centros escolares de estrategias y orientaciones específicas personalizadas para cada alumno.
  • Intervención cognitivo conductual. El objetivo es ayudar a la persona a desarrollar formas de pensar, de sentir y de comportarse más planificadas, reflexivas y por tanto más eficaces.
  • Intervención de las funciones ejecutivas deficitarias. Hay una alta relación entre el TDAH, el rendimiento académico y el funcionamiento ejecutivo. Tras la evaluación neuropsicológica que realizamos en nuestro centro, y como se constata en numerosas publicaciones científicas, las personas con TDAH, a pesar de tener un cociente intelectual dentro de la media o por encima de la misma, tienen afectadas ciertas funciones ejecutivas en mayor o menor medida que, repercute de forma negativa tanto en sus logros académicos en la infancia, como en los laborales en la etapa adulta.
  • Intervención farmacológica

El TDAH no se cura, se transforma, evoluciona, se atenúa,… es un trastorno crónico y por tanto se manifestará a lo largo de la vida de diferentes formas.  Sin embargo, SÍ es posible mitigar o eliminar las consecuencias negativas o síntomas que  se producen.

Un buen diagnóstico junto con un adecuado tratamiento, aplicado desde temprana edad, puede evitar los déficits en las capacidades afectadas por el trastorno y en el proceso de aprendizaje, que interfieren en la maduración del niño.

No perdamos el tiempo pensando que ya se le pasará cuando se haga mayor o que ya madurará. No se le pasará cuando se haga mayor. Pero puede hacerse mayor eligiendo lo que quiere hacer. Puede hacerse mayor comprendiendo por qué, y sobre todo, sabiendo qué y cómo debe hacer lo que sabe que debe hacer. Y principalmente tiene derecho a hacerse mayor sabiendo que es una persona completamente normal, con virtudes y con defectos, como todos, con una autoestima sana y fuerte. Y esto, es algo que no depende de él…

Paqui Moreno. Psicóloga y Coordinadora de Funciones Cerebrales Superiores en Red Cenit Valencia