Desde el nacimiento, el niño usa los sentidos para recibir información sobre su ambiente físico. Se interesa por los objetos que tiene a su alrededor. Hacia los ocho meses de edad, el bebé empieza a desarrollar la permanencia de los objetos. Necesita tener este concepto para que aparezca posteriormente el pensamiento simbólico. Es aquí cuando el desarrollo cognitivo del niño da un gran salto al reconocer que los objetos y las personas no sólo “existen” cuando los está viendo, sino que siguen existiendo después, aunque no los vea.
Paulatinamente el niño se percata de las propiedades y atributos de los objetos. Con la información que recibe va formando conceptos, esquemas, que se convertirán, más tarde en representaciones mentales reales.
Entre los 12 y 17 meses, empieza a identificar el uso funcional de los objetos de la vida diaria; por ello, el juego se caracteriza por ese uso más instrumental de dichos objetos, y es en este momento, cuando se empiezan a realizar las primeras acciones y gestos asociados a esos objetos fuera del contexto habitual de uso.
Camino de los 20 meses se observan acciones muy evidentes y aisladas sobre su propio cuerpo, (etapa egocéntrica), y que se pueden etiquetar como acciones presimbólicas. Aquí, el niño juega en solitario, imitando situaciones de su entorno más próximo. Por ello, vemos como el niño se tumba en un cojín haciendo que duerme, pero con los ojos abiertos, o hace como que bebe de un vaso vacío, o se pone un teléfono de juguete cerca de la cabeza y ‘conversa’ balbuceando. También el desarrollo del lenguaje está estrechamente relacionado a esta habilidad cognitiva, ya que empieza a usar palabras para representar a personas y objetos.
En la evolución del juego, vemos como el periodo sensoriomotor ha dejado paso al juego presimbólico. Pero hay que tener presente que, cuando aparece un nuevo tipo de juego, no desaparecen los anteriores, sino al contrario: el juego anterior avanza, se perfecciona, y pasa a estar al servicio del juego posterior.
A modo de reflexión diremos que el juego es algo serio y que contribuye decisivamente al desarrollo intelectual y emocional del niño. Por ello, es preciso que nosotros, los adultos, respetemos el juego que realiza el niño, manteniendo una actitud de escucha y empatía. Y dada la importancia de esta variante de juego, las personas que estamos alrededor del niño, debemos favorecer y estimular su aparición.
¿A qué jugaremos para favorecer el juego presimbólico en el niño?
- Jugar a llenar y vaciar, así como jugar a reunir y separar, es donde se favorece el desarrollo de la estructura cognitiva.
- Jugar a destruir. No solo implica romper, sino transformar, sentir el deseo de construir de nuevo (para afianzar su identidad, decidiendo así su forma de juego)
- Jugar a ser perseguido. Para experimentar la sensación de acercarse y alejarse, controlar el espacio. Convendrá que el adulto atrape al niño placenteramente o dejarle que se escape
- Juegos de envolverse. Manifiestan el deseo de protección, de bienestar, donde se reencuentra con su yo, con sus sensaciones.
- Juegos de esconderse. Se inician jugando con la madre a ocultar su cara tapándose con las manos, así se vivencia la ausencia- presencia, la separación-unión. Aquí experimentan la alegría del reencuentro. Al niño de 2 años le encanta esconder cosas, esconderse ellos, en cajas de diversos tamaños y formas, cortinas.
- Juegos corporales y sensorios-motores, donde el cuerpo es el principal medio de expresión para experimentar sus propios límites; para ir adquiriendo el control de su propio cuerpo, (balancearse, trepar, rodar, saltar, correr, de equilibrio y desequilibrio). Propicios para afirmar su identidad, para experimentar la pérdida de su seguridad y posterior recuperación.
Cuando observemos que nuestros pequeños empiezan a jugar así, podemos esperar que en unos meses se inicie el juego simbólico o juego “como si”, ya que la fantasía emerge para poder imaginar cosas o situaciones que no están presentes en ese momento. Será alrededor de los 2 años de edad cuando su capacidad simbólica emerja con fuerza. Entonces veremos cómo se incorporan aspectos cada vez más sofisticados del pensamiento simbólico, propio del estadio preoperacional que se da entre los 2 y 6 años. Y que trataremos de forma más amplia en el siguiente artículo.
¡ No dejéis nunca de jugar con vuestros hijos !
Pilar Espinosa, psicóloga y terapeuta en Red Cenit
Hay un comentario
Muy bueno, la verdad que hay decenas de juegos súper entretenidos y que pasen un buen rato sin ningún aparato tecnológico.