La velocidad de procesamiento (VP) es la rapidez a la que se capta la información, se comprende y se comienza a responder; es una forma de describir cómo el cerebro recibe, comprende y responde a la información.

Tener una velocidad de procesamiento lenta dificulta comprender  toda la información lo suficientemente rápido como para terminar una  tarea. Un ejemplo simple que nos ayudará a entender esto podría ser: decirle  demasiadas cosas al mismo tiempo o  darle  indicaciones de varios pasos a un niño: “cuando bajes, apaga la luz de tu habitación,  trae tu cuaderno de matemáticas,  baja la ropa sucia y la pones en la lavadora.  Un niño con VP lenta podría no ser capaz de seguir todos los pasos.

La velocidad de procesamiento lenta no es en sí una dificultad de aprendizaje o de atención, pero sí puede contribuir a las dificultades de aprendizaje y de atención como ocurre en el TDAH, la dislexia,  la discalculia, etc. También puede afectar a las habilidades del funcionamiento ejecutivo.

Una de las consecuencias de tener una velocidad de procesamiento lenta es la necesidad de precisar  mayor cantidad de tiempo para procesar la información recibida. Por este motivo, cuando se desarrollan tareas limitadas por el tiempo, como por ejemplo las tareas de memoria, el rendimiento obtenido es significativamente más bajo al que la capacidad real  de esa persona le permitiría alcanzar.

La velocidad de procesamiento y los procesos atencionales están estrechamente relacionados, pero las alteraciones producidas por su deficitario funcionamiento son distintas.

Cuando lo que está afectado es la velocidad de procesamiento, se observa que  la persona muestra un esfuerzo dentro de la normalidad al intentar realizar una tarea, aunque necesite mayor cantidad de tiempo.  Pero mientras la está realizando, se puede producir una sobrecarga del sistema provocada por la lenta velocidad de procesamiento y ello puede, a su vez, provocar un fallo en la atención sostenida.

¿Y cómo se observa esto a nivel conductual? Pues la persona comienza a realizar paradas durante la ejecución de la tarea, se queja de embotamiento mental, vuelve a reiniciar la tarea en puntos anteriores ya completados,… Los niños que tienen una velocidad de procesamiento lenta a menudo dejan de prestar atención en clase debido a que no pueden seguir el ritmo de la explicación.

S i lo que está afectada es la atención, la persona comenzará la tarea con un buen nivel de esfuerzo,  pero a nivel conductual podremos observar cómo la persona deja de prestar atención a la tarea.

Los descansos breves entre tareas pueden ayudar a afrontar cada tarea con un nivel de esfuerzo máximo cuando el problema es de velocidad de procesamiento, sin embargo cuando los problemas son atencionales, estos descansos no mejoran significativamente el rendimiento.

Los niños con velocidad de procesamiento lenta no son perezosos, sólo procesan el conocimiento a un ritmo más lento. Esto implica que necesitan más tiempo para entender las explicaciones, realizar exámenes,  hacer los deberes, etc.
Todo en conjunto, desde leer un libro hasta seguir las instrucciones de sus padres puede llevarles más tiempo.

Las distintas modalidades de velocidad de procesamiento son la combinación del formato de entrada, que puede ser auditivo, visual o táctil; y del formato de salida: verbal, escrito, gestual

La velocidad de procesamiento puede variar en un mismo niño según la modalidad. En cada una de las modalidades de velocidad de procesamiento se establecen 4 tipologías:

  • Los lentos exactos: velocidad de procesamiento baja, pero con pocos errores.
  • Los rápidos exactos: velocidad de procesamiento alta y pocos errores.
  • Los rápidos inexactos: los que responden rápido, pero con alto número de errores.
  • Los lentos inexactos: con velocidad de procesamiento lenta y además cometen muchos errores.

¿Cuál es la relación entre velocidad de procesamiento y el rendimiento escolar?  Pues mientras que  la velocidad de procesamiento sea adecuada o alta y sin errores,  en ambos casos se favorecerá el rendimiento escolar óptimo.

El problema está en aquellos niños con una velocidad de procesamiento significativamente baja (niños muy lentos), o alta con muchos errores (rápidos – inexactos).

Los niños lentos, precisarán algunas adaptaciones. Por ejemplo, aumentar el tiempo, reducir las tareas o cambiar las modalidades de respuesta. Un niño puede ser lento para realizar un examen escrito, pero hacerlo en tiempo adecuado si el examen es oral.

Como hemos dicho al principio,  una velocidad de procesamiento lenta afecta el adecuado desempeño de las funciones ejecutivas como: la memoria de trabajo, el pensamiento flexible, la organización, la planificación y la capacidad de atención.

Una evaluación neuropsicológica completa puede determinar si la velocidad de procesamiento de una persona es lenta, si tiene dificultades de la función ejecutiva o una mezcla de ambas.

Paqui Moreno. Psicóloga y Coordinadora de Funciones Cerebrales Superiores en Red Cenit Valencia


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