La vinculación madre-cría no es exclusiva de la raza humana, también se da en otras especies animales, pero él bebe humano necesita más tiempo y unas relaciones más complejas para poder desarrollarlo.
Formar ese lazo implica que emerjan cuatro componentes: la búsqueda de proximidad con la madre o padre, búsqueda de refugio emocional, protesta ante la separación y el sentimiento de seguridad. No olvidemos que las conductas de apego son el vehículo de una interacción sana y el vínculo positivo.
A través de conductas como la sonrisa, el balbuceo, los gestos faciales, el seguimiento visual o el llanto, los bebes expresan sus sentimientos:
– Mirada, contacto ocular y seguimiento visual: mirar a la madre es esencial para formarse una imagen mental de ella que permita conocerla y discriminarla de otras personas.
– La sonrisa: el objetivo es buscar la proximidad entre madre e hijo. Es una manifestación de la sensación interna de bienestar. El niño poco a poco se da cuenta de los efectos que produce su sonrisa en las personas de su alrededor y aprende a utilizarla como una manera de interacción, aquí nace la sonrisa social.
– Llanto: mientras el niño no habla el llanto es el mejor recurso para reclamar sus necesidades.
– Balbuceos, vocalizaciones y respuesta materna: aunque el niño no pueda formar palabras atiende de forma espontánea al lenguaje de las personas que le rodean y se comunica con gestos y sonidos. Estos sonidos son fruto de la maduración y se refuerzan mediante la ejercitación y el soporte por parte de los adultos cuando les responde con sonidos, sonrisas, etc.
Se denomina Ciclo de refuerzo recíproco. Los balbuceos y vocalizaciones provocan respuestas lingüísticas de los adultos y a su vez incrementan las vocalizaciones del niño.
– Contacto físico, abrazarse, etc: la calidez que proporciona el contacto agradable es un elemento clave para la formación del apego, además de la variable socio-afectiva, es decir, caricias, abrazos, sonrisas, etc.
¿Cómo mejorar la interacción y la formación del apego con un hijo con discapacidad?
El desarrollo del apego en niños con disfunciones presenta una evolución diferente, por tanto hay muchos padres que necesitan orientaciones específicas para poder ayudar a sus hijos y que a su vez les ayude a comprender las virtudes específicas de sus hijos. En primer lugar es necesario evaluar las capacidades interactivas de cada niño/a y detectar las posibles limitaciones y fortalezas. Asimismo, es recomendable que los padres mediante la ayuda de un profesional formado en estas áreas, aprendan pautas de interacción correctas y herramientas que les ayuden a estimular a sus hijos de forma más beneficiosa.
Adaptación: es necesario tener la idea en la cabeza que deben ser los padres o profesionales quienes se adapten a las características y al estilo comportamental del niño/a y no al revés. Hay que esperar a que el niño tome la iniciativa, etc.
Observación: es extremadamente importante aprender a observar a los niños/as para saber cuáles son las interacciones más propicias a realizar. Nos ayuda a entender la predisposición del niño/a, si está atento a determinados estímulos, si se ensimisma en otros, en qué momento del día está más activo y podemos trabajar mejor, observar sus formas de responder ante los estímulos…
Estimulación: es muy importante la estimulación a nivel sensorial, facilitar el contacto visual, llamar su atención. Durante los primeros momentos es necesario establecer una rutina de estimulación sin esperar a que el niño demande la atención; respetar los turnos comunicativos y saber esperar las respuestas de cada niño/a para que vaya participando de forma progresiva. Para los niños que tienen déficits sensoriales (sordos, ciegos, etc.) es muy importante la estimulación táctil mediante juegos.
Exploración: fomentar la exploración y curiosidad como forma de autoaprendizaje es fundamental para desarrollar la autonomía del niño/a. La sobre-estimulación es contraproducente cuando el niño se encuentra poco predispuesto. Cuando el cuidador asume todo el control y toma siempre la iniciativa, reduce las oportunidades del niño de asumir el inicio de la interacción, reduce las conductas exploratorias y no favorece la iniciativa.
Imitación: esta habilidad puede estar muy afectada en algunos niños. Es necesario tener en cuenta que promover la imitación es una tarea muy compleja y debemos hacerlo de forma muy sencilla, evitando que el niño caiga en la hábito de usar los mismos gestos y pierda el foco de atención. Esto también favorece los turnos de comunicación e interacción, promoviendo estimulo-respuesta. Es necesario tener en cuenta y advertir a los padres sobre actitudes excesivamente directivas. Ser paciente y darle tiempo al niño para emitir respuestas es fundamental para desarrollar su sentimiento de autoeficacia.
Olivia Caloca, Psicóloga y Terapeuta en Red Cenit