Para ser funcionales en nuestras ocupaciones diarias debemos alcanzar un equilibrio sensorial. Este equilibrio se alcanza cuando la persona, la ocupación y el entorno entran en sintonía.

Las ocupaciones que escogemos cada uno son a menudo un reflejo de nuestro perfil sensorial. Esto se puede observar en el tipo de deporte que uno elige. Por ejemplo, el rugby es una actividad de contacto que exige  fuerza y velocidad, y por el contrario tenemos  la pesca que es pasiva, que apenas demanda movimiento. También cuando decides tus vacaciones para descansar, unos prefieren ir a lugares de mucho ruido y gente, otros optan por el silencio y la tranquilidad,  porque cada uno tiene unas preferencias sensoriales y responde de forma distinta a las informaciones sensoriales que llegan de nuestro cuerpo y de nuestro ambiente.

Para entender como es sensorialmente el niño es muy importante preguntarse lo que le gusta hacer en su tiempo libre, ¿le gusta correr, escalar, saltar? O prefiere actividades más sedentarias como  los juego de mesa, la plastilina o las construcciones? ¿Prefiere la clase de educación física o la de música? ¿En qué tipo de entornos está a gusto, con multitudes o con poca gente? ¿Cómo es en casa? ¿Cómo es en el colegio? ¿Duerme bien? ¿Come bien?

A algunas personas les resulta muy difícil encontrar ese equilibrio sensorial aún en circunstancias ideales. Cuando esto ocurre, las ocupaciones diarias se ven afectadas ocasionando problemas de el sueño, con la alimentación, en el aprendizaje,  en la atención, en la interacción con los demás,  en la conducta, en la organización, en el movimiento y la coordinación, en la regulación emocional, etc.

Cuando el niño presenta un desorden en el procesamiento de la integración sensorial, el Sistema Nervioso Central es incapaz de interpretar y organizar apropiadamente la información captada por los órganos sensoriales del cuerpo, asimismo, se ve afectada la habilidad para analizar y utilizar la información de forma adecuada y dar respuestas adaptadas, alterando el mecanismo de regulación del estado de alerta entre otros.

¿Cómo detectar aquello que está dificultando la participación adecuada del niño en las actividades de la vida diaria?

El perfil sensorial es una herramienta estandarizada muy útil que proporciona información sobre el niño en el contexto de la vida cotidiana. La información obtenida permite determinar, según las respuestas conductuales del niño, como el procesamiento sensorial favorece o dificulta la participación del niño en las actividades de la vida diaria, es decir, nos permite examinar los estímulos que le resultan aversivos por ser hipersensible a ellos, cuáles favorecen su regulación y si hay estímulos que registra por debajo de lo normal.

Las áreas que se detallan en el perfil sensorial y donde se va a verificar en qué punto existe mayor dificultad para integrar adecuadamente son: la visual, táctil, auditiva, movimiento, conciencia corporal, oral, conducta, socio-emocional y atencional.

¿Cuáles son sus beneficios?

  • El perfil sensorial nos va a dar información sobre los puntos fuertes y desafíos del niño a nivel sensorial.
  • Ayuda a distinguir los factores que están influyendo en la conducta del niño en base a sus experiencias sensoriales a lo largo del día.
  • Es una ayuda para desarrollar estrategias de planificación e intervención con la finalidad de  madurar la capacidad de integrar de forma organizada y efectiva los diferentes estímulos que se le presentan de forma simultánea.

Paula Martínez Mares,  Terapeuta Ocupacional, especialista en Integración Sensorial en Red CenitValencia

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