La alimentación es una función básica y fundamental para la vida del hombre. Para la gran mayoría de los niños, comer es una actividad satisfactoria desde el  momento de la lactancia. Cuando existe alguna dificultad en este aspecto se vuelve un tema de gran preocupación para las familias donde es importante encontrar cuanto antes las posibles causas que lo ocasionan.

¿Cuándo podemos encontrarnos con problemas sensoriales en la alimentación? ¿Cuáles podrían ser las causas que lo provocan?

Lo primero es descartar problemas médicos antes de intentar otras intervenciones. Las posibles causas pueden ser el reflujo gastroesofágico, alergias o dificultades con el descenso de alimentos o líquidos entre otros.

A lo largo del desarrollo alimenticio nos encontramos con muchos aspectos sensoriales donde el niño experimentara a través del tacto, el olfato, la vista y el gusto (tipo de textura).  También contaremos con una serie de prerrequisitos motores para llevar a cabo dicha actividad: la masticación, los movimientos linguales, el cierre bucal, también  la postura correcta manteniendo el cuerpo erguido, conservando el equilibrio (vestibular), consciencia de la posición de nuestro cuerpo, el agarre de los cubiertos y manejo de estos, control de la fuerza,  la coordinación óculo-manual (propiocepción). Para comer y beber se necesita de todos los sistemas sensoriales y de otras funciones del organismo para que se realicen adecuadamente.

Cuando detectamos problemas sensoriales en la alimentación podemos encontrarnos con tres factores:

  • Problemas de planificación motora: Parece ser que mastica la comida pero la retiene en las mejillas o encías; presenta dificultades para manejar la comida dentro de la boca; presenta dificultades para coger la comida con la cuchara o pinchar con el tenedor y llevárselo a la boca.
  • Sensibilidad sensorial: tiene dificultades para pasar de un alimento a otro nuevo; todos los alimentos que le gustan son de una misma textura; tiene arcadas cuando se le ofrecen alimentos de diferentes texturas; tiene una reacción de rechazo ante distintos tipos de olores de los alimentos; no le gusta mancharse o explorar con distintas texturas.
  • Deficiente percepción sensorial: busca meterse muchos objetos a la boca que no son comida; no se da cuenta de que está manchado; tiene preferencia por los alimentos crujientes; se mete mucha comida en la boca.

Es importante considerar los siguientes puntos:

  1. Dejar que le niño explore con alimentos de distintas texturas. Es importante que el niño se familiarice, la huela, la sienta, la vea y juegue con ellas. Pídale que le de comer.
  2. Participar en actividades propioceptivas que le ayuden a aumentar la coordinación  y conciencia corporal.
  3. Prepara el niño para situaciones que le puedan provocar  cierta angustia y desconfianza. Se le puede explicar lo que se va a hacer después o enseñarle imágenes.
  4. Facilitar actividades con Mordedores, z-vibe, cepillos eléctricos o de diferentes texturas. Esto favorecerá la propiocepción a la zona oral tanto por dentro de la boquita como por fuera
  5. Proporcionar alimentos que mezclen distintas temperaturas de frío y caliente.
  6. El ambiente en la mesa tiene que ser tranquilo, el niño tiene que asociar los momentos de la comida como algo satisfactorio.
  7. Es importante ponerse en la piel del niño, el lleva un ritmo distinto y necesita de tu paciencia para seguir avanzando.

Paula Martínez Mares,  Terapeuta Ocupacional, especialista en Integración Sensorial en Red Cenit Valencia


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